Relató que, como parte de su trabajo de campo, ha interactuado con pescadores –en La Parguera, por ejemplo– que le dijeron que, cuando sentían dolor de garganta, partían una plántula de mangle rojo, la chupaban y se curaban.
“Seguramente, se estaban medicando con las sustancias antibacteriales y antivirales contenidas en la cáscara de la plántula”, dijo Bauzá, quien también escuchó que los pescadores preparaban té con las raíces del mangle rojo para atender males respiratorios, como asma.
El caso de Fiji
En el archipiélago de Fiji, en el Pacífico, se cosecha la raíz del mangle rojo para producir el medicamento conocido como Respigard.
Bauzá señaló que se trata de un medicamento aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, en inglés), para tratar el catarro, la gripe, problemas respiratorios, dolor de garganta y sinusitis, entre otros.
“Lo interesante (del caso de Fiji) es que es una actividad sustentable manejada por las comunidades autóctonas a manera de microempresa comunitaria”, expuso.
Añadió que en Fiji no arrancan la raíz ni afectan el árbol de mangle rojo, sino que colectan un fragmento, de entre 8 y 10 pulgadas, de la raíz adventicia. Estas son las raíces que cuelgan de las ramasdel mangle y están suspendidas en el aire.
Una vez cortan el fragmento, esperan dos años para volver a colectar en la misma raíz, dándole suficiente tiempo de recuperación. La raíz vuelve a crecer fuerte y con rapidez.
“Esta es una actividad que viene desarrollándose en Fiji por unos 10 años. Con la cáscara de la raíz, prepararan un té o infusión que exportan. También producen un medicamento para la piel”, mencionó.
Oportunidad
Bauzá entiende que Puerto Rico puede albergar un proyecto igual de exitoso que el de Fiji, en el que las comunidades sean pieza fundamental.
Detalló que la isla cuenta con unas 20,000 cuerdas de bosque de mangle, por lo que el proyecto representa una oportunidad para crear microempresas sustentables en comunidades costeras de justicia ambiental.
“Sé que puede generar controversia, porque se van a cortar pedazos de los mangles que tanto nos interesamos en proteger. Parece controversial, pero es un proceso controlado. El caso de Fiji nos demuestra que es una actividad sustentable para las comunidades; es darle otra mirada al mangle”, dijo.
Bauzá indicó que zonas costeras como Piñones, La Parguera y otras del este y suroeste tienen bosques de mangle rojo “en abundancia”, por lo que pueden ser escenario de un primer proyecto piloto.
“Para que sea eficiente, tenemos que empezar con un proyecto piloto. Hacer una evaluación e investigación inicial, solicitar los permisos correspondientes, establecer la cantidad de mangle a cosechar y cortar, y hacer los análisis de química analítica. De ser exitoso, entonces podría llevarse a una fase comercial con integración de la comunidad”, apuntó.
Desde el punto de vista ecológico, las raíces sumergidas del mangle rojo proveen protección a los peces en sus etapas juveniles de los depredadores. Asimismo, las raíces atrapan sedimentos creando costas nuevas, funcionan como un filtro natural, y protegen contra el fuerte oleaje y las marejadas ciclónicas, entre otros servicios ambientales.