Tres coquíes que dejaron de cantar

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Por Yaritza Rivas / yrivas@elnuevodia.com endi.com El Coquí de Eneida, el Dorado y el Palmeado no se han oído o visto hace casi veinte años. Las tres especies de coquíes, se creen extintas, y aunque las razones para su desaparición podrían variar, los expertos coinciden en algo: la pérdida del hábitat de estos anfibios tuvo mucho que ver. El Coquí de Eneida (Eleutherodactylus eneidae) fue descubierto en el 1958 por el herpetólogo Juan Rivero, quien lo nombró así en honor a su esposa. Se hallaba en terrenos altos como la Cordillera Central y El Yunque. Desde principios de la década de los 80 no se sabe nada de él, señaló Fernando Bird Picó, herpetólogo del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM). Aunque, otros estudiosos de los coquíes señalan haber detectado al Coquí de Eneida en el Bosque de Toro Negro y en el Yunque para el 1990, lo cierto es que hoy día su canto cesó de vibrar. Este coquí fue declarado especie en peligro crítico de extinción, pero nunca se protegió su hábitat y existe la preocupación de que lo mismo ocurra con el Coquí Llanero. El Coquí Dorado (Eleutherodactylus jasperi) tenía un hábitat muy específico en Cayey. La especie, descubierta en 1973, se limitaba a vivir en bromelias. Para el 1981, enmudeció. Se dice, que los terrenos donde habitaba fueron quemados intencionalmente. El Coquí Palmeado (Eleutherodactylus karlschmidti), una especie subacuática con membranas en los dedos y que habitaba en mayormente en quebradas, dejó de verse en el 1974. Neftalí Ríos, quien descubrió el Coquí Llanero en el 2003, sostuvo que la desaparición de estos anfibios responde en gran medida a la destrucción de su hábitat. “El 95% se puede atribuir a eso”, pero no existen estudios que lo evidencien categóricamente, señaló. Históricamente, la deforestación en Puerto Rico ha ocurrido para dar lugar a actividad agrícola y para viabilizar el desarrollo urbano así como la construcción de redes viales, entre otras actividades, indicó Ríos. En la medida que estas áreas boscosas fueron eliminándose, así también pudieron haber ido desapareciendo las especies en estado crítico que dependían exclusivamente de estos ecosistemas forestales. Pero existen otras variables que pudieron incidir en la pérdida de estos coquíes puertorriqueños. Entre éstas se encuentran factores naturales, como hongos y depredadores, explicó Bird Picó. Aún así, tanto Bird como Rivero destacaron que la protección del hábitat es la mejor amparo que se puede dar a una especie amenazada como el Coquí Llanero. “Yo no me atrevo a decirte categóricamente que esos coquíes ya no están”, dijo Ríos como albergando la esperanza de que algún día vuelvan a escucharse. Y es que los muestreos y estudios para encontrarlos han sido mal diseñados y las búsquedas no han sido rigurosas. “No ha habido científicos que se hayan comido el monte”, opinó Ríos. Protección del Llanero Al igual que el Coquí de Eneida, el Llanero fue designado por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) como una especie en peligro crítico de extinción. Pero a esta fecha, el hábitat del Llanero - un humedal de Toa Baja- no está protegido. El proceso que se encaminaba para ello fue detenido, pues una empresa privada pidió más tiempo para someta comentarios. La empresa se llama Sabana Seca Land Management y tiene arrendado parte de los terrenos donde habita el Coquí Llanero. Pero ayer, el secretario del DRNA, Javier Vélez Arocho, aseguró que el proceso para proteger el coquí y su hábitat sigue su curso. Dijo que el período adicional que se le concedió a la empresa es algo permitido por el Reglamento 6766 que rige especies vulnerables y en peligro de extinción. Según el funcionario, este período es menos extenso que haber recurrido a un proceso de audiencias públicas.