Un ‘demonio’ en peligro

Este artículo es reproducido por CienciaPR con permiso de la fuente original.

PDF versionPDF version

Calificación: 

0
Por Marcos Fernando López / Especial para El Nuevo Día endi.com Hasta hace apenas unas décadas el Coquí Guajón podía defender por sí solo las monumentales cuevas en donde habita. No había explorador ni campesino que se acercara a su refugio, entonces limpio, seguro y apartado de la sociedad. Bajo las enormes rocas de granito en las montañas de la zona sureste de la Isla, la canción del diminuto anfibio retumbaba entre las paredes de la caverna. Nadie veía de donde provenía el canto poseído del “demonio de Puerto Rico”. Nadie se atrevía a averiguarlo. Pero ya los habitantes del área saben que es sólo un coquí de apenas dos pulgadas de largo el que los mantenía alejados. Ya no le temen. Y sin cuidado los desarrolladores y los vecinos del área dejan llegar basura y contaminación a su santuario. Estas catedrales de piedra son el único lugar de Puerto Rico donde canta, vive y se reproduce el Coquí Guajón, según explicó el presidente del Comité Pro Desarrollo de Maunabo (CPDM), Pedro Torres. De aquí, la importancia de proteger el área de la Sierra Panduras. Por esto, ese comité ciudadano demandó en el tribunal federal al Servicio de Pesca y Vida Silvestre (FWS, por sus siglas en inglés) en el 2003. Con la ayuda del Centro para la Diversidad Biológica, obligaron al FWS a que nombrara el área hábitat crítico. Durante los últimos años, el FWS realizó estudios de campo para determinar en dónde es necesario proteger el medio ambiente del coquí. Hasta el momento, han designado aproximadamente unas 268 cuerdas de terreno para ser protegidas entre los pueblos de San Lorenzo, Yabucoa, Maunabo y otros, dijo Edwin Muñiz, supervisor del plan de conservación del FWS. “Lo más importante es que la especie se encuentra sólo en esa zona de Puerto Rico. Esta restricción geográfica hace que la especie sea más vulnerable”, señaló Jorge Saliva, biólogo de la agencia federal. El Coquí Guajón es una de las 16 especies locales de Eleutherodactylus. Se caracteriza por ser el segundo más grande en tamaño, por su color marrón en la parte dorsal y blanco en el vientre y por su canto, especialmente cuando retumba desde dentro de las cuevas en donde se esconde. La protección del hábitat obtuvo mayor urgencia cuando se comenzó a construir la autopista PR-53. De acuerdo a Torres, Maunabo necesita estas vías para comunicarse con el resto de la Isla por medio de las montañas que bordean el pueblo. Pero esta construcción atraviesa el hábitat del Guajón y de la Boa Puertorriqueña, otro animal vulnerable a la extinción. Para minimizar el impacto que tuviera el proyecto en la Sierra Panduras y en su ecosistema, el comité de ciudadanos propuso una serie de túneles que cruzara la sierra, una idea que había sido descartada antes. “Aquí hablar de túneles era hablar de una locura. Entonces, el comité buscó un análisis de viabilidad. La Federal Highway Administration dijo que era menos dañino que una construcción de corte y relleno”, señaló Torres. “Todo proyecto de construcción en Puerto Rico tiene su efecto en la naturaleza, pero si hubiéramos partido la montaña en dos hubiera sido peor”, señaló. Según el FWS, los costos asociados a la conservación del ecosistema durante los próximos 20 años pudieran llegar a unos $4.4 millones. Estos gastos están dirigidos a implementar medidas para minimizar la alteración del hábitat durante la construcción de la autopista. Por ejemplo, Muñiz dijo que hubo que diseñar un puente para que parte de la vía no impactara un cuerpo de agua tributario al hábitat el Coquí Guajón. Sin embargo, de acuerdo al FWS, la orden de protección existente sólo aplica al ámbito federal, no estatal. Es decir, que acciones locales, como por ejemplo la agricultura, carecen de controles que protejan al coquí y su entorno. Según la portavoz del FWS Lilibeth Serrano, se espera que a mediados de agosto entre en vigor la orden. Por otra parte, en el 2005 el Fideicomiso de Conservación compró sobre 120 cuerdas de terreno en la Sierra Panduras para conservación perpetua. Hace diez años se reconoció la importancia de la especie, al ser añadida a la lista de animales en peligro de extinción. Pero según Torres, es igual de importante que se proteja inmediatamente el área en donde vive. “Es importante conservar hoy; si no, mañana no vamos a tener. Sin guajonales, no hay guajones”, enfatizó Torres. “Hay mucha gente que tira basura ahí y piensa que se va a desaparecer del mundo. ¡Esa basura se queda ahí!”.