Un enorme roedor de origen caribeño

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Por Rut N. Tellado Doménech endi.com Imagínese que va de paseo por El Yunque, se interna a pie en la espesura de ese bosque tropical, y cuando más absorto está ante la naturaleza, se encuentra de frente con un roedor -digamos una rata- de 30 libras de peso. Impresionante, ¿no? Aunque esta escena es casi imposible que se dé en el siglo 21, es muy probable que los indios que habitaban Borinquen hace miles de años sí se toparan con una jutía gigante puertorriqueña (Elasmodontomys obliquus). “Las jutías gigantes fueron un grupo distintivo de roedores que ha sido encontrado sólo en los registros fósiles de La Española, Jamaica, Puerto Rico, Anguila y San Martín”, explica el libro “Biodiversidad de Puerto Rico”, editado por el biólogo Rafael L. Joglar, que las describe como animales de cuerpo grande y rabo corto. Se estima que la jutía gigante puertorriqueña vivió hace 5,000 años, así que probablemente se encontró con los primeros humanos que arribaron a la Isla. Un roedor que tuvo una relación más estrecha con los amerindios es la jutía de La Española (Isolobodon portoricensis), que pesaba de seis a siete libras y era parecida a un conejillo de indias grande, según datos del Museo Americano de Historia Natural en Nueva York. Se le llamó portoricencis porque se le creía original de Borinquen, pero investigaciones posteriores revelaron que era nativa de La Española. Sus restos han sido encontrados donde los indios tiraban sobrantes de la comida, por lo que se deduce que estas jutías eran consumidas por los pobladores. De hecho, muchos científicos coinciden en que los aborígenes mantenían la especie en cautiverio y la llevaban de una isla a otra. Un espécimen que sí es endémico de Borinquen es el descubierto en el 2005. Se trata de la grácil jutía gigante (Tainotherium valei), como la llama un estudio publicado en el 2006 por la revista Journal of Zoology, de la Sociedad Zoológica de Londres. Lo que se conoce de este roedor es poco, ya que sólo se halló un fémur incompleto que data del periodo Cuaternario (desde hace 1.8 millones de años hasta hoy). El hueso fue encontrado por investigadores de Inglaterra, Estados Unidos y Puerto Rico en unas cuevas de Morovis, informó Abel Vale, líder de la Fundación de Investigaciones Espeleológicas del Karso Puertorriqueño, entidad que colaboró con el estudio. Las características que presenta el fémur, según los autores de la investigación (Samuel Thomas Turvey, Frederick VonHofe Grady y Philip James Rye), apuntan a que esta jutía era un cuadrúpedo arbóreo que pesaba aproximadamente 10 libras. Sin embargo, hacen falta más fósiles y estudios para conocer mejor a esta jutía y verificar que, efectivamente, es un nuevo espécimen, pues estos organismos pueden exhibir variaciones dentro de una misma especie, afirmó el paleontólogo Vélez-Juarbe. Acerca del origen de estos roedores, el paleontólogo informó que, según la teoría más popular, “hace como 30 millones de años llegaron ratas espinosas de Suramérica, poblaron lo que en ese tiempo era Cuba, La Española y Puerto Rico... y luego, de estas ratas espinosas evolucionaron las jutías”. Esa evolución, que se estima que ocurrió hace 20 millones de años, no hizo que las ratas espinosas se extinguieran, sino que éstas convivieron con las jutías en las Antillas. Se sabe que las jutías no emigraron de tierras continentales, sino que nacieron en las Antillas, ya que “nunca se encontraron fuera del Caribe”, afirmó Vélez-Juarbe. El paleontólogo explicó que la extinción de los tres tipos de jutía que hubo en la Isla pudo deberse a una mezcla de factores como cambios climáticos, la llegada de los indios, la competencia por alimento y hábitat con las ratas traídas por los conquistadores europeos o los cambios que ambas civilizaciones le hicieron al medio ambiente. Otro factor que probablemente influyó en su desaparición, apuntó Vélez-Juarbe, es que estos roedores, “al ser grandes, su periodo de gestación es más largo”, por lo que tardaban más en reproducirse y recuperarse de un descenso en su población. Sobre la jutía de La Española, el libro “Biodiversidad de Puerto Rico” señala que se extinguió “junto a la cultura indígena que la sustentaba, después de la colonización española”.