Una fórmula llamada Daneris Fernández

Este artículo es reproducido por CienciaPR con permiso de la fuente original.

PDF versionPDF version
Por Marie Custodio Collazo / mcustodio@elnuevodia.com endi.com Una pregunta simple fue suficiente para que una de las mujeres más influyentes en el panorama económico de Puerto Rico develara una historia de éxito en la cual se destaca la simbiosis entre la vida personal y la profesional. “¿Quién es Daneris Fernández?”, fue la frase que rompió el hielo. De primera intención, pareció sorprendida. De seguro, esperaba una pregunta dura. Como vicepresidenta de operaciones de manufactura de Merck, presidenta de la Asociación de la Industria Farmacéutica (PIA, en inglés), y miembro del Consejo Asesor de Reestructuración Económica y Fiscal (CAREF), Fernández estaba preparada para responder cuestionamientos sobre el futuro de la industria farmacéutica, la fusión entre Merck y Schering Plough, y su participación en las recomendaciones para reparar las finanzas del País. Luego de la sorpresa inicial, la ejecutiva se acomodó relajada en la butaca y una sonrisa se dibujó en su rostro. “Daneris Fernández es la mamá de Carla y de Roberto, la esposa de mi amado René. ¿Quién soy yo? Una persona que ha sido muy bendecida de haber podido desarrollarme en diferentes facetas, de una manera bien gratificante”, expresó. Aclaró que comenzó mencionando a sus hijos porque valora el balance entre el trabajo y la familia, y enfatizó en que sus retoños de 17 y 28 años son su mayor orgullo. “El tercer elemento de la esencia de Daneris Fernández, y que me llena de satisfacción, es la persona que ha tenido la oportunidad, a través de diferentes experiencias, de contribuir a muchas personas y al País”, puntualizó. Se siente dichosa de haber escalado posiciones dentro de Merck, al punto de que le hayan confiado las operaciones de manufactura en la Isla. Aunque reconoció que es una gran responsabilidad tener sobre sus hombros el destino de más de 1,200 empleados que laboran en las plantas de la empresa en Puerto Rico, aseguró que es una labor que la llena de mucha satisfacción. Sin Padrinos “No te puedo decir que cuando era chiquita empecé a poner las cajitas y a decir: ‘de aquí a 10 años voy a ser vicepresidente, y de aquí a 15 estaré en este otro lado. No, yo simplemente me he enfocado en hacer las cosas bien y ponerle pasión a todo lo que hago, siempre”, aseguró la vicepresidenta de operaciones de manufactura de Merck, y confesó que no ha sido un camino fácil. Antes de ser la exitosa ejecutiva de una empresa multinacional, Fernández fue una ingeniera química sin experiencia y desempleada. Nacida y criada en Puerto Rico, estudió en el Recinto de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico. Al principio, reveló, tenía pensado estudiar medicina, pero una clase de biología fue suficiente para cambiar de carrera. Relató que al graduarse del bachillerato tuvo a su primer hijo y se dedicó a cuidarlo. Pero, a los dos años, su matrimonio se disolvió y se encontró desempleada, por lo que tuvo que regresar a la casa de sus padres. Al principio la sedujo la idea de retomar los estudios en medicina. “Un verano, me acuerdo como ahora, fui y cogí los exámenes de ingreso a medicina, y después de muchas consideraciones, salí a tirar resumés en cuanto portón de farmacéutica había. Tomé la carretera hasta Juncos y fui portón por portón. Dejaba mi resumé de estudiante con el guardia de seguridad en el portón, cruzando los dedos de que alguien abriera el sobre y me llamara para entrevista. Pero, ¿sabes qué? No pasó”, recordó. Finalmente, una amiga suya empezó a trabajar en Baxter, en Carolina, y Fernández le pidió que llevara su resumé. Esa vez la llamaron, la posición era de supervisora de calidad en el tercer nocturno, de 11 p.m. a 7 a.m. “En paralelo llegó la aceptación a la escuela de medicina, papel que rompí porque me dije: ‘no es posible, tengo un niño, tengo la responsabilidad de independizarme y darle sustento y educación. Así es que tomé la decisión de irme a trabajar”, resaltó. La hoy presidenta de PIA nunca llegó al tercer turno, y durante varios años supervisó la calidad en la jornada diurna en Baxter. Una vez más, su vida personal fue la que detonó el próximo movimiento profesional. En Baxter conoció a su esposo, un gerente de producción, y decidió buscar trabajo en otra farmacéutica. Así llegó a IPR, ahora Astra Zeneca, en Carolina. Y dos años más tarde comenzó a laborar en Merck, en la operación por contrato que mantenía la empresa en Caguas, con la compañía local Mova. El crecimiento de Fernández en Merck fue rápido y rompió esquemas. “De ingeniera de procesos, en seis meses me hicieron gerente de servicios técnicos. Luego, Merck decidió expandir la presencia en Puerto Rico y compramos la facilidad de H Robbins, en Arecibo, y me fui a apoyar el start up de Arecibo”, explicó. Cuando su carrera estaba repuntando, quedó embarazada de su hija, lo cual la tuvo seis meses en reposo y 92 días hospitalizada. “Estaba en pleno desarrollo profesional, estaba empezando a ser gerente, pero mi hija era un bebé demasiado importante y Dios sabe a quién le manda las pruebas, uno aprende a desarrollar unas virtudes que uno desconoce”, expresó sobre una época sin teléfonos inteligentes ni computadoras portátiles con internet, por lo que trabajar a distancia no era una sencillo. Sorpresa Nuevamente, este proceso personal abrió una puerta inesperada, al regresar de su periodo de maternidad se encontró con una Merck reestructurada y la asignaron a un área de negocios. De dirigir servicios técnicos la enviaron al departamento de materiales, ingeniería industrial y sistemas de información. “Para una persona tan técnica, apasionada con la parte científica del proceso, entrar en un área de negocios fue un reto mayor”, recordó, e incluso rememoró que le cuestionó al entonces gerente de la planta de Arecibo si estaba seguro de que ella era la persona indicada. Pero aceptar el reto probó ser una de las mejores decisiones, porque demostró que podía manejar múltiples aspectos de la empresa, y al año la hicieron responsable de la operación por contrato en Caguas. Tres años después, quedó embarazada de su tercer hijo, que murió al nacer. Por lo que Fernández decidió tomarse un descanso lejos de la oficina. Pero estando en Roma de vacaciones llegó una de las noticias más sorprendentes de su vida: la nombraron gerente de la planta química de Merck, en Barceloneta. Ese tipo de planta hace 12 años era, y sigue siendo, territorio masculino. Sin embargo, el éxito administrativo de Fernández y su preparación como ingeniera química la hacían la persona idónea para hacerse cargo de una fábrica con problemas de incumplimiento, suplido y finanzas. Reconoció que enderezar la operación fue difícil, pero para eso contó con la colaboración de los trabajadores, que compartieron sus conocimientos con ella. Lo más complicado fue ganarse el reconocimiento y el apoyo de los otros líderes de la organización en Puerto Rico y en las otras plantas químicas de la empresa. El éxito en la planta de Arecibo la volvió a colocar en la mira de sus jefes, que la reasignaron a la operación farmacéutica de Barceloneta, que también presentaba problemas de cumplimiento. De ahí pasó a ser gerente de operaciones farmacéuticas, y hace siete años la nombraron vicepresidenta de operaciones de manufactura de Merck para toda la Isla. Transformación de la industria Su trayectoria de más de 20 años en la industria farmacéutica le ha permitido participar en la transformación de un sector que fue fundamental para el desarrollo económico de Puerto Rico en un momento dado. Aún representa una tajada importante del Producto Interno Bruto y de los empleos bien remunerados, sin embargo, en años recientes su estabilidad se ha visto sacudida por cambios estructurales locales y mundiales. “La industria farmacéutica en la que yo comencé se ha transformado dramáticamente. Cuando empecé, en Baxter, IPR y luego en Mova, nosotros no teníamos que justificar productos. El atractivo de hacer negocios en Puerto Rico era tanto, que los productos caían del cielo”, recordó Fernández. Sin embargo, con la desaparición de la sección 936 y el surgimiento de competidores globales con incentivos contributivos similares a los que tiene Puerto Rico, las ventajas de mantener operaciones aquí se diluyen. “Antes era muy ventajoso establecerse aquí. Ser ineficientes nos hacía costoefectivos por los beneficios de la sección 936, que nos pedía ser una operación con muchos empleados”, manifestó. Ahora, el escenario es diferente. Aunque el Gobierno sigue ofreciendo beneficios, han surgido competidores con los mismos incentivos y costos de producción más bajos. La presidenta de PIA aclaró que a pesar de las ineficiencias operacionales, los puertorriqueños siempre han sido productivos. El problema radica en que los otros jugadores aprendieron “hace tiempo” sobre competitividad y productividad. Al no contar con incentivos para mantener un número mínimo de empleos, crecieron utilizando tecnología y técnicas para maximizar eficiencias. La pérdida de los beneficios de la sección 936 se unió al surgimiento de presiones mundiales, como mayores controles regulatorios menor proporción de éxito en llevar tratamientos al mercado y aumentos en los costos de producción. Otro aspecto que consideró retante fue el crecimiento de los mercados emergentes, como India y China, ya que representan oportunidad de ampliar la distribución de sus medicamentos, pero requiere la reestructuración de la base de costos para hacerlas más accesibles. Repensar el modelo Los puertorriqueños se acostumbraron a los complejos farmacéuticos inmensos, con miles de empleados devengando salarios superiores a otras industrias. Y aunque sigue empleando alrededor de 90,000 personas en la Isla, y representa más del 20% del producto interno bruto, Fernández hizo hincapié en que hace falta repensar el modelo de desarrollo en el sector de las ciencias vivas y en el País. “Una peseta de cada dólar que genera el País depende de las farmacéuticas y para sostenerla tenemos que repensar cómo desarrollar la industria. Hay que reconocer que hay competencia bien agresiva. Ya hay tanta gente que sabe hacer medicinas en el mundo, que si no repensamos el modelo no podremos seguir siendo la peseta del peso”, sentenció. Como presidenta de PIA, Fernández y sus colegas están inmersos en la transformación de la organización hacia una más inclusiva y enfocada en la investigación. Tras la fusión con Induniv, que debe ocurrir este año, pasará a ser la Asociación de Industria de las Ciencias Vivas (Life Science Industry Association), en la que se incluirán otras industrias, como las manufactureras de genéricos, dispositivos médicos, biotecnológicas y a los proveedores del sector. La ejecutiva se hizo eco de otros tantos líderes de la industria que afirman que Puerto Rico tiene que aspirar a ser más que un centro de excelencia en manufactura. Propuso impulsar la investigación y el desarrollo, junto con un modelo de manufactura sostenible. “Tenemos que lograr crear propiedad intelectual en el País. Para garantizar la manufactura tenemos que probar que tenemos el conocimiento”, apuntó Fernández, para quien las fases de desarrollo que ya están llevando a cabo algunas multinacionales aquí son un buen comienzo para, en el futuro, “con la infraestructura y las conexiones correctas” incursionar en la investigación científica. Puerto Rico como centro La vicepresidenta de manufactura de Merck también planteó que la centralización de los departamentos administrativos de las empresas multinacionales puede presentar una oportunidad para Puerto Rico, si logra convertirse en el centro para la región. En la misma línea, con el propósito de bajar los costos operacionales las compañías también están definiendo cuál es su negocio principal y qué funciones pueden contratarse a un suplidor experto que pueda hacerlas mejor y más eficiente. Mencionó, por ejemplo, los servicios de manejo datos, fiancieros y de atención al cliente. “Las alternativas están y el reloj está corriendo. Si nos enfocamos, todavía podemos ser una alternativa”, manifestó. A pesar de que reconoció que hay voluntad gubernamental para enfrentar los retos, la ejecutivo puntualizó en que hace falta reducir la estructura de los costos de producción en Puerto Rico, mediante infraestructura confiable y barata. Mencionó que la energía eléctrica y el manejo de los desperdicios sólidos son dos aspectos que deben atenderse con celeridad. Además, descartó que las empresas de ciencias vivas estén atadas a la Isla por las inversiones multimillonarias en sus instalaciones. Relató que la estructura más reciente que construyó Merck en la Isla costó $150 millones y se hizo con módulos prefabricados. Esto, dijo, la enfrentó con la realidad de que los activos ya no son tan fijos como se quisiera pensar, según se trajeron los módulos, se los pueden llevar. Formar parte de una organización multinacional le permite ver que fuera de Puerto Rico también hay personas que saben hacer medicinas. “El que piense que nadie puede hacer lo que nosotros hacemos, está alejado de la realidad. Es cierto que aquí hay talento, pero no somos los únicos”, afirmó, con lo que instó al País completo a preocuparse por competir, si es que no quieren que cambie la historia de Puerto Rico. El Caref Fernández aclaró que su intención no es criticar, al contrario, que junto a sus colegas idea estrategias para mejorar la competitividad del País y retener y crear empleos. Quizás esta fue una de las razones para aceptar una invitación del ahora secretario de la Gobernación, Marcos Rodríguez Ema, para unirse al grupo de empresarios y ejecutivos que serviría de asesor al entrante gobernador, Luis Fortuño, para sanear la situación económica y fiscal. Explicó que la incluyeron porque Fortuño buscaba un comité diverso, que representara los sectores económicos, y que fueran personas con experiencia y conocimiento administrativo para entender rápido “el negocio de correr un país”. Sobre las críticas de que el Caref estaba compuesto de los grandes intereses, Fernández aseguró que “el único gran interés que yo representaba ahí era mi País y el deseo de que salga adelante. Si eso es representar los grandes intereses, pues claro que sí los representé. Si ser un gran interés es representar al 25% de la economía, sí lo representé. Pero el único interés que tenemos que tener todos es Puerto Rico y que eche hacia delante”. Mientras que señaló que dieron las mejores recomendaciones que pudieron con la información que les dieron y el periodo asignado. “Reducir la fuerza laboral no es una decisión fácil. Por años, el gigantismo gubernamental ocupó las portadas de los periódicos de la Isla. Y cuando se recomienda atacarlo y reestructurar el Gobierno, la reacción fue la que vimos”, comentó. Sin embargo, rehusó opinar si fue la mejor decisión, ya que sostuvo que el Caref hizo una serie de recomendaciones, y no quiso valorar unas sobre las otras. Pero destacó que el despido de empleados públicos tuvo que recomendarse porque “la chequera no cuadraba”. Como vicepresidenta de operaciones de manufactura de Merck, Fernández sabe bien lo que significa reducir personal. En los últimos años las empresas multinacionales han hecho recortes significativos en su plantilla mundial, y Puerto Rico no ha estado exento con decenas de miles de desplazados. “Tenemos que salirnos de los conflictos político-partidistas y enfocarnos en echar el País adelante. Olvidarnos de quién es grande y quién es chiquito. Yo soy tan puertorriqueña como los que me pusieron la etiqueta de ‘grandes intereses’. Si no tomamos la decisión de unirnos como País, no vamos a ser exitosos. Se lo debo a mis hijos y a mis nietos. Hay que dejar de pensar como individuos y pensar como País. Vamos a dejar de ponernos etiquetas”, concluyó la mamá de Carla y de Roberto, la esposa de René, la ejecutiva de Merck y la líder de la industria farmacéutica.

Categorías de Contenido: