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Aniversario del huracán María: Compilación de Relatos

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El 20 de septiembre del 2017 es una fecha en la que los puertorriqueños no podremos olvidar. Todos, de alguna manera u otra nos vimos afectados por el huracán María. Algunos pudieron pasar las largas horas del paso del huracán con familiares, mientras otros se encontraron solos encerrados en los baños de sus casas ya que ese era el lugar más seguro de su hogar. Unos tuvieron que desalojar durante el evento atmosférico debido a que no se imaginaban cuánto daño les iba a causar en sus hogares. Algunos tuvieron la dicha de no perder nada de su propiedad, pero lastimosamente perdieron sus trabajos. Otros tuvieron que enfrentarse al duro momento de enterrar a sus seres queridos, y en algunos casos sin poder llevar a cabo un funeral. Diciendo adiós de manera muy pronta.

El magisterio, estudiantado, madres, padres, corporaciones, oficinas de gobierno, organizaciones del tercer sector, investigadores, empleados de centros comerciales, entre otros, vieron cómo sus vidas cambiaban al paso de los días luego del huracán María. Es por esto que el Caribbean Youth Environment Network, nos dimos a la tarea de recopilar una pequeña muestra sobre las vivencias de jóvenes puertorriqueños luego del paso del huracán María.

Las vivencias durante el huracán María, fueron totalmente diferentes para cada puertorriqueño. María dejó marcas que no podrán ser borradas Así nos cuenta, Josué Colón López de 14 años del pueblo de Orocovis sobre cómo fue su experiencia durante el huracán María.

“El pueblo de Orocovis sufrió mucho, pero personalmente, fue muy difícil para mí y mi familia. Durante el huracán, me asomaba por la ventana y veía todos los árboles moviéndose de un lado a otro, hojas por todas partes. El agua entraba por las puertas y había que estar secando y poniendo toallas para que el agua no entrara. Cuando el huracán se había ido de Puerto Rico, mi familia y yo decidimos salir a ver cómo estaba el vecindario y a verificar cómo estaba mi abuela materna. Todo era como una película. Todo estaba destruido, no teníamos agua ni luz, ni teníamos salida de nuestro vecindario. Luego que abrieron brecha, pudimos salir y visitar a mi abuela. Gracias a Dios estaban bien. Pero mi abuela y mis familiares, no fueron los mismos luego del temporal. El huracán cambió sus vidas por completo.”

Entre todo el caos luego del huracán María, muchos jóvenes salieron a la calle rápidamente a realizar labores que ayudaran a la reconstrucción de Puerto Rico. Este fue el caso de Jeffrey Carrasquillo Vázquez de Toa Alta.

“El mexicano, un vecino veterinario que se había propuesto alimentar los animalitos que residían en su local. Al verlo, me ofrecí a ayudarlo y ahí comenzaron mis tareas post-maría, durante pleno huracán. Me quedé sin trabajo como una gran mayoría del país, a falta de vías transitables para salir de mi municipio. Perdí una clase universitaria que tomaba de requisito para solicitar maestría, poco a poco me quedé sin capital, pero me enriquecí de experiencias inolvidables. Participé en varias iniciativas con el fin de ayudar a mi gente, recogiendo escombros, instalando toldos, realizando actividades lúdicas para despejar la mente, construyendo desde techos hasta viviendas enteras, repartiendo comida y medicamentos, limpiando carreteras, etc. Todo el trabajo en colectivo junto a otras personas dispuestas a darlo todo por ver salir a nuestra comunidad de la miseria a la que nos ha llevado la burocracia del Estado, por ver salir nuestro país hacia adelante.”

Conseguir alimentos saludables era casi imposible y la comida enlatada se convirtió en la orden del día. Para Sarilys Maldonado Irizarry, madre soltera y estudiante de Adjuntas, la alimentación de su hija fue su enfoque principal.

“A mitad del huracán tuve que moverme a casa de mi abuela porque mi casa se inundó (éramos 6 en mi casa incluyendo 3 niños). Soy madre de una niña de 2 años y lo más difícil después del huracán fue el poder adquirir comida saludable para mi hija. Tuve que aprender a comer jamonilla y salchichas todos los días, era bien difícil conseguir comida fresca y saludable para mantenerla en una dieta balanceada. Había dejado de lactar poco antes del huracán, pero volvió a pegarse luego de María. Esto tuvo sus pro y contras, pude mantenerla alimentada pero tuve que empezar el proceso de despegarla desde cero. Al momento estaba estudiando en Ponce, cuando se retomaron las clases aún no había electricidad ni señal en Adjuntas. Tenía que hacer todos mis trabajos en poco tiempo mientras estaba en Ponce para llegar a tiempo a buscar a mi hija en el cuido.”

A pesar del desastre ocasionado, surgieron muchas iniciativas nuevas luego del huracán María. Para muchas personas fue un despertar y un punto de inflexión para llevar a cabo proyectos y negocios. Este es el caso de Jesús Vélez Lamboy de Adjuntas, quien junto a unos compañeros comenzó su propia compañía.

“Luego del huracán María comencé a trabajar como inspector de calidad de las instalaciones de toldos en municipios de la montaña. En esta experiencia, notamos que los pueblos con mayor necesidad no necesariamente estaban siendo impactados equitativamente en cantidad ni calidad. Por lo tanto, identificamos que se podía realizar un mejor trabajo para nuestra gente y decidimos comenzar nuestra propia compañía -RJ Engineering- (junto a Roberto E. Molina Rivera). Con el deseo genuino de hacer las cosas bien; en un mes y medio ya habíamos instalado 154 toldos en municipios de la montaña y la costa oeste. Al finalizar este proyecto, pero con los mismos deseos de hacer las cosas bien, nos unimos a Caribe General con el programa Hogar Renace. Hasta ahora hemos impactado 348 hogares en distintos municipios en la montaña. Además, rehabilitamos facilidades críticas del gobierno como lo fue el cuartel de la policía del barrio Ángeles de Utuado y el Centro Gubernamental de Moca para que pudiera ser funcional y brindar los servicios a la comunidad. Nos sentimos muy satisfechos de poder aportar a nuestra comunidad luego de un desastre como lo fue el huracán María.”

Uno de los mayores retos fue la falta de comunicación con nuestros seres queridos. Acostumbrados a tener a nuestros amigos y familiares al alcance de una llamada, el no poder hacerlo, desarrolló mucha ansiedad y desespero. Sin embargo, los profesionales en comunicaciones estuvieron trabajando arduamente para llevar las voces como fuese necesario. Vanessa Alexandra, de Caguas nos cuenta más sobre cómo fue esta ardua pero importantísima tarea.

"Era mi primera época de huracanes trabajando para una oficina de comunicaciones y aunque muchos de mis compañeros son veteranos en el área, ninguno estaba preparado para tanta destrucción. Como la vez anterior (huracán Irma), fui activada 24 hrs, esta vez por 5 días. Esto significaba que debería dejar listo todo en mi hogar, ya que no sabía cuando iba a estar nuevamente con mi familia. Preparé un bulto con ropa, alimento, agua, capa, equipo electrónico para poder cubrir y publicar lo que fuera necesario. Mientras documentábamos las labores diarias, nos veíamos en la necesidad de soltar nuestras herramientas de trabajo y meter mano junto a la comunidad, nuestros líderes y compañeros. Teníamos que ser fuertes, limpiarnos las lágrimas y continuar. Fue como viajar más de 100 años hacia atrás. Nuestro equipo tuvo el reto de ser creativo para poder comunicar. Utilizamos mayormente vehículos con altoparlantes y un boletín informativo diario en hojas sueltas. Nuestra única meta era comunicar que “no están solos, vamos a salir de esto muy pronto”. Por eso, intentamos brindar datos actualizados para que toda la población pudiera enterarse y disfrutar de las ayudas disponibles. Era importante mostrar el rayo de luz, dentro de un panorama tan precario como en el que estábamos viviendo. Ahora no solo necesitaba información nuestra ciudadanía, sino también sus familiares, que nos inundaban las pocas publicaciones que lográbamos subir, con sus entendibles preocupaciones.”

Estos fueron los relatos de algunos puertorriqueños que tuvieron que, al igual que todos, adaptarse a los cambios inesperados que trajo María. Sin duda alguna, este evento atmosférico rompió con nuestras rutinas y con nuestros espacios de seguridad y comodidad. Sin embargo, las palabras de estas personas reflejan el corazón resistente y empático del pueblo puertorriqueño.