En Puerto Rico existen varias localidades que son zonas protegidas por gran biodiversidad y abundancia de especies nativas o endémicas que son parte esencial del ecosistema de la isla. El Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) actualmente administra 59 zonas, entre ellas bosques, reservas y áreas naturales protegidas. Al ser zonas protegidas por el Estado, estas zonas tienen menos probabilidad de sufrir disturbios provocados por acciones humanas. Esto proporciona varios lugares a través del país en donde la flora y fauna local puede crecer y desarrollarse en su hábitat natural de y sin intervención humana. Sin embargo, gran cantidad de especies nativas y endémicas de plantas ocurren fuera de estas zonas protegidas. Estando fuera de la jurisdicción protegida complica los esfuerzos de conservación y protección, puesto que no se tiene el mismo control y capacidad de monitoreo. Una propuesta que podría ayudar con el monitoreo y protección de estas especies de plantas nativas fuera de las zonas protegidas es involucrando a la ciudadanía, particularmente en las zonas rurales.

Como parte de nuestra investigación en la UPR-RP, hacemos varias excursiones de campo a modo de exploración, monitoreo de especies y muestreo. Las más de las veces nuestras excursiones nos llevan a explorar zonas naturales dentro de los predios de una propiedad privada. Puede ser desde agricultores de café y otras frutas hasta personas que heredan la tierra de sus antecesores y la conservan, usualmente, en su estado natural. Lo bueno de esto es que los habitantes locales pueden proveer información útil acerca de los terrenos aledaños a su propiedad que, de no ser así, sería imposible conseguir. Lo no tan bueno de esto es que, al tratarse de una propiedad privada, los dueños pueden disponer de ella como deseen, lo que representa una amenaza para la flora (y fauna) local. Esto último usualmente se puede contrarrestar educando a los dueños y habitantes de la zona acerca de la importancia de conservar esas especies y de el gran valor ecológico que representa para el país.

Entonces, ¿cómo exactamente nos pueden ayudar los habitantes de zonas rurales en nuestros proyectos de conservación? De nuestra experiencia hemos descubierto varias formas, la primera siendo el conocimiento profundo que los dueños de estos terrenos privados tienen de su propiedad. Nadie mejor que ellos para indicar caminos antiguos y recientes, accidentes geográficos que puedan complicar la expedición, proveer datos históricos de la zona y, sorprendentemente, saber la localización exacta de la especie en cuestión dentro de la propiedad. Es común que al mostrarle una foto o describir la planta los locales saben exactamente de qué se trata y dónde conseguirla.

Una segunda manera que pueden ayudar es a proteger las especies una vez las reconocen, literalmente. Tan pronto como se enteran de que ciertas especies de plantas son de gran valor ecológico los agricultores, por ejemplo, evitan cortarla, la protegen de ganado u otras amenazas y hasta las cuidan para que no se mueran. Otra manera en que nos pueden ayudar es a regar la voz y educar a los vecinos de la zona para que estén pendientes en sus propias tierras de la existencia de especies endémicas. Esto usualmente es muy efectivo y rápidamente la comunidad se une en un esfuerzo común para preservar estas especies endémicas. De esta forma se crea un equipo de monitoreo de especies fuera de la jurisdicción de las zonas protegidas por el Estado que son de gran ayuda para los esfuerzos de conservación.

Si bien, no todo esto es perfecto, representa un buen esfuerzo de conservación de nuestra flora endémica y nativa. Esto a la vez que se involucra y se educa a la población local. Incluir a la población local no solo ayuda a los esfuerzos de conservación, también los expone a que comprendan el valor de la naturaleza y la importancia de preservar los hábitats naturales.