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Observatorio de Arecibo: joya científica de Puerto Rico

Imagen de Sabrina Rosa Ortiz
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Wikimedia Commons

Publicado originalmente en la sección de Opinión de El Nuevo Día, como parte de la colaboración ente CienciaPR y este medio.

La reciente avería del Observatorio o Radiotelescopio de Arecibo ha puesto en relieve la importancia de esta instalación para la ciencia boricua y global. El Radiotelescopio es uno de los centros de investigación más importantes a nivel mundial en las ciencias espaciales y atmosféricas y la radioastronomía, entre otros. Este centro no solo abre sus puertas a astrónomos y científicos de todas partes del mundo para que realicen investigaciones en sus áreas de especialidad y promover el intercambio de ideas, sino que también pone el conocimiento científico al alcance de más de 100,000 visitantes por año.

El Observatorio de Arecibo se destaca por ser cuna de importantes hallazgos científicos, como el periodo de rotación de Mercurio, el descubrimiento de los pulsares binarios (que recibió el premio Nobel de Física en 1993) y el desarrollo de mapas detallados de la superficie de planetas, entre otros. También se distingue por su gran tamaño, al tener una superficie de 305 metros de diámetro y estar compuesto por una antena de 40,000 paneles de aluminio (también conocida como el “Domo Gregoriano”) sujetados por 18 cables a tres torres de concreto armado, lo que le aporta una gran capacidad de recepción de ondas electromagnéticas. Es importante destacar que nuestro Radiotelescopio fue considerado el mayor radiotelescopio de plato durante 57 años (desde su apertura en el 1963) hasta el 2016, cuando fue inaugurado el radiotelescopio FAST, el cual tiene una superficie de 500 metros de diámetro, localizado al sur de China.

No es la primera vez que el Radiotelescopio ha sufrido daños. Eventos atmosféricos (como el huracán María) han afectado la estructura y funcionamiento de la instalación, y la continuidad de las investigación y educación que allí suceden. El Radiotelescopio se ha visto amenazado por recortes al presupuesto que recibe de la NSF (National Science Foundation) e incluso se ha propuesto su clausura en varias ocasiones. Actualmente, la instalación se enfrenta a una reducción de $6 millones en su presupuesto que entrará en vigor a partir del 2022. Esta incertidumbre sin duda tiene un impacto negativo sobre la innovación científica.

Los contratiempos y el posible cierre del Radiotelescopio no solo impactarían a la comunidad científica, sino que también pondría en riesgo a la humanidad, ya que la instalación juega un rol fundamental en la predicción y detección temprana de asteroides con posible trayectoria hacia la Tierra.

El hoyo de más de 100 pies creado por el cable de soporte que se rompió la semana pasada arriesga el futuro del Radiotelescopio, pues no solo se paraliza la investigación científica, sino que requerirá tiempo repararlo. Esto, combinado con el alto costo de la reparación, podría afectar los fondos que anualmente se otorgan a tan importante institución.

Ante los percances que enfrenta el Observatorio de Arecibo, expertos y profesionales en las ciencias e ingeniería fundaron la Arecibo Science Advocacy Partnership (ASAP), para abogar para que se continúen realizando avances científicos de alta calidad en Puerto Rico. Más allá del apoyo de la comunidad científica es imperativo que los ciudadanos apoyemos al Observatorio. Aunque sus puertas están cerradas por la pandemia y la reciente avería, en cuanto sea posible ¡visitémoslo! El Radiotelescopio es un activo turístico importante para el país. ¡Aboguemos por su permanencia! Hagamos un llamado al gobierno a invertir en esta joya científica, de Puerto Rico, pa’l mundo.

La autora es Candidata Doctoral en Ingeniería Eléctrica, University of South Florida.

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