Abono para la planta medicinal

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Por Liz Yanira Del Valle / Especial El Nuevo Día endi.com Al tiempo que la Agenda Internacional para la Conservación en los Jardines Botánicos informa el riesgo de extinción que amenaza a casi 400 plantas medicinales, la Escuela de Farmacia del Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico sigue en pie con su proyecto destinado al estudio científico de las plantas medicinales de la Isla. El futuro Museo de Farmacia y Jardín de Plantas Medicinales pretende conservar, divulgar e investigar científicamente todo lo relacionado a la flora tropical, específicamente su valor terapéutico, que tiene un largo trayecto histórico. Este proyecto ilumina esperanzas en momentos en que Richard Ley, de la Asociación de Industriales Farmacéuticos del Reino Unido, asegura que “no debemos olvidar que la naturaleza nos ha dado muchas de nuestras medicinas y los científicos siempre están interesados en lo que esta nos pueda ofrecer y es muy preocupante que muchas de las plantas medicinales estén en peligro de extinción”. Expertos recalcan la importancia de estudiar las plantas y qué puede hacerse para evitar su extinción. Archivo Advertencia: Cierto es que muchos de los químicos extraídos de plantas medicinales en peligro de extinción son producidos en laboratorios, sin embargo, la desaparición de estas plantas pondría en riesgo futuros descubrimientos con serias consecuencias en el mundo del desarrollo. En Puerto Rico, la aportación de las plantas medicinales es tan ancestral como relevante y no puede separarse de la historia social y cultural del pueblo. Incluso, Ricardo Alegría, fundador del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, afirma que la influencia de la medicina indígena sigue vigente en la medicina popular en la Isla. Alegría menciona en el prólogo del texto La institucionalización de la farmacia en Puerto Rico, de la autora Sandra M. Fábregas, que “la medicina indígena, principalmente basada en la flora tropical, estaba referida a las enfermedades asociadas con el medio típico de esta zona, por lo cual la medicina tradicional europea casi no tenía ninguna eficacia aquí”. Y añade que “muchas plantas americanas (como el tabaco, que se preparaba de diferentes maneras), eran de especial importancia en la farmacopea indígena. El guaiaco, que se obtenía de la madera del árbol de guayacán ‘Guaiaco officinalis’, fue la única cura que por mucho tiempo encontraron los europeos para enfrentarse a la epidemia de las ‘bubas’ (sífilis) que de las Antillas llevaron los conquistadores a Europa; el árbol de guayacán de la tierra borinqueña era tan codiciado para el tratamiento de tal enfermedad, que recibió el nombre de Palo Santo y su madera fue uno de nuestros primeros productos de exportación”. Fábregas, autora del texto mencionado y también farmacéutica, participa en el desarrollo del Museo, junto a otros colegas e investigadores de la Escuela de Farmacia. Entre ellos, figuran Ana Vélez, Ricardo Guerrero y Cornelis Vlarr, entre otros. Vélez, directora interina del proyecto, dedica tiempo también a los pasos para que este logre la acreditación de la Asociación Americana de Museos. Jardín con historia A su vez, destaca la trayectoria histórica que tiene no sólo el Jardín de Plantas Medicinales, sino también el actual Museo de Farmacia que ubica dentro de la misma Escuela. Sobre el particular, señala la figura de Esteban Núñez Meléndez, a quien identifica como el responsable del primer Jardín de Plantas Medicinales que tuvo la Escuela de Farmacia de la Universidad de Puerto Rico. Núnez fue un distinguido miembro de la facultad y autor de varios textos sobre plantas medicinales de Puerto Rico. “Dicho jardín fue establecido en 1936, cuando la Escuela de Farmacia ubicaba en el Recinto de Río Piedras, por iniciativa de Núñez Meléndez. Luego, en 1941, la colección fue transferida a lo que hoy conocemos como Jardín Botánico de la UPR donde aún prevalece. Es en esta zona donde se construye el edificio que albergará el componente vivo del Museo”, comenta Lesbia Hernández, decana de la Escuela de Farmacia del RCM. Por su parte, Ricardo Guerrero, enfatiza la urgencia sobre el estudio científico de las plantas y árboles endémicos de Puerto Rico. “Es que hay que saber más sobre éstos. Ver si tienen propiedades medicinales, no sólo por el fin de la investigación médica y farmacopeica, sino también desde el punto de conservación de las especies. Si son endémicas y para colmo están el peligro de extinción y resulta que tienen propiedades medicinales pues hay que protegerlas y afanarse por su propagación”, explica. El profesor e investigador agrega que la Isla tiene aproximadamente 3,000 especies de plantas de la cuales cerca de 10% poseen propiedades medicinales. El llamado componente vivo, donde se propagarán las plantas medicinales, servirá para el estudio de los compuestos activos en plantas tropicales, cuyos efectos pueden servir como inhibidores de enzimas, agentes antibacteriales, así como para tratamiento contra enfermedades como el cáncer, HIV, piedras en el riñón, malaria, etc. “Es importante ver las posibles interacciones de los medicamentos tradicionales con las terapias alternas y complementarias basadas en plantas medicinales, descubrir la posibilidad de nuevos medicamentos con estos recursos, abrir espacios para recopilar el conocimiento de nuestras comunidades sobre sus nombres y usos, crear un formalismo en la identificación y catálogo de dichas plantas”, recalca la decana. La investigación desarrollada en lo que refiere a la parte viviente del Museo considerará a la farmacognosia, la fitoquímica y la etnobotánica, especialidades que estudian las plantas medicinales desde el punto de vista científico. El otro componente del Museo es el histórico, que al presente se conoce como el Museo de la Farmacia Doctor Luis Torres Díaz y se espera sea trasladado al nuevo edificio de la Escuela de Farmacia que está por construirse en el RCM.