Búsqueda natural de la historia

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Por Liz Yanira Del Valle / Especial El Nuevo Día endi.com Una expedición botánica se realiza en los campos que ofrece la historia del siglo XIX. Su líder es el botánico puertorriqueño Pedro Acevedo Rodríguez, un estudioso del que muchos consideran el primer científico puertorriqueño de renombre: Agustín Stahl. “La labor de Stahl fue muy ardua y pienso que hasta cierto punto no ha sido valorado por nuestro pueblo como es debido. Incluso, muchos de sus trabajos se han perdido. Sus acuarelas sobre las colecciones de plantas frescas que realizó estaban inéditas”, explicó. “Por eso mi interés en sacar parte de este primer proyecto, en el cual, con el apoyo financiero del Instituto Smithosoniano (Smithsonian Institution) en Washington DC, se digitalizó y publicó por la web al menos 720 de dichas acuarelas”, agregó Acevedo Rodríguez. El botánico puertorriqueño aseguró que Stahl, quien, entre otras cosas, coleccionó cerca de 1,330 especímenes de plantas frescas, pasó vicisitudes ya que la labor botánica era uno de sus pasatiempos y su práctica médica le comprometía la mayor parte de su tiempo. “Es bueno recordar que el gobierno represivo español de la época lo veía con desconfianza, ya que no podían entender que alguien estuviese interesado en conocer la historia natural de la Isla”, dijo el también curador del Departamento de Botánica del Instituto Smithsoniano. Según Acevedo Rodríguez, Stahl escribió “Estudios sobre la flora de Puerto Rico”, publicado en 1883-88, en seis fascículos, donde trató todas las especies de dicotiledóneas conocidas por él. “Su flora es concisa y precisa, con numerosos comentarios sobre los conceptos botánicos de sus predecesores y botánicos contemporáneos”, comentó el botánico sobre la obra del insigne científico decimonónico. Titánico esfuerzo Sobre las plantas frescas recogidas por Stahl, Acevedo Rodríguez agregó que las mismas no están en orden cronológico y para localizarlas fue necesaria la titánica tarea de contactar infinidad de herbarios a nivel mundial. “El primer juego de sus colecciones fue adquirido por el Museo Botánico de Berlín (herbario de Krug y Urban), pero éstas fueron destruidas casi en su totalidad durante la Segunda Guerra Mundial”, dijo. Explicó Acevedo Rodríguez que, afortunadamente, los botánicos suelen recoger los especímenes en duplicados. Stahl, no fue la excepción, asunto que favoreció a que aún se preserve parte de este legado en los siguientes herbarios: Jardín Botánico y Museo Berlín-Dahlem (Alemania), Jardín Botánico de Bélgica, Museo Botánico de la Universidad de Copenhagen (Dinamarca), Conservatorio y Jardín Botánico de la Villa de Ginebra (Suiza), Universidad de Harvard (Estados Unidos), Systematisch-Geobotanishes Institute Göttingen (Alemania), Rijksherbarium, Leiden (Holanda), Botanische Staatssammlung (Alemania), Jardín Botánico de Nueva York (Estados Unidos), Museo de Historia Natural de Suecia, Dipartimento de Biologia Vegetale (Italia) y el Herbario Nacional de Estados Unidos de Washington DC. Acevedo Rodríguez aclaró que estas colecciones son importantes porque “constituyen registros tempranos de numerosas plantas nativas e introducidas en Puerto Rico”. Pese a que Stahl describió algunas especies nuevas, el botánico aclaró que su trabajo fue uno mayormente aislado. Significa que no todo lo que él identificaba como novel lo era, ya que muchas de dichas especies habían sido descubiertas por otros científicos. El doctor Acevedo Rodríguez aclaró que bajo las leyes protocolares de la botánica las especies quedan válidamente identificadas con el nombre que le asigna el primer científico o personaje que le descubre. Para la botánica moderna, si existió una doble asignación de nombres por científicos que desconocían las labores entre sí, entonces se describe el asunto como sinonimia. Es decir, especies que son las mismas, pero que en un momento determinado fueron nombradas por diferentes personas con diferentes designaciones. Las siguientes especies, según Acevedo Rodríguez, son adjudicadas al descubrimiento de manos de Stahl: Cupey de altura o “Clusia gundlachii”, “Argythamnia stahlii”, “Senna pendula var stahlii”, “Lyonia stahlii” y “Ternstroemia stahlii”. Todas pertenecientes al género de las leguminosas. “El Cupey de altura lo habían visto otros científicos, pero no lo habían identificado como una especie nueva y Stahl le da el ‘gundlachii’ en nombre de su amigo naturalista alemán radicado en Cuba, quien se apellidaba Gundalch”, abundó el estudioso. En el caso del género Stahlia, es representado por una sola especie: la “Stahlia monosperma” o Cóbana negra. Atrapadas en la isla Por otro lado, en Puerto Rico, especies como la “Anechites nerium”, recogida por Stahl en 1888, no se había vuelto a recoger hasta hace muy poco, en Arecibo. El caso de la “Arrabidea chica” es más interesante porque se conoce únicamente como parte de la colección de Stahl. Según Acevedo Rodríguez, de las copias de la flora de Stahl existen al menos diez. Dos de éstas ubican en la Colección Puertorriqueña de la Biblioteca de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. “La segunda fase del proyecto la realizo con la colaboración del doctor puertorriqueño Eduardo Rodríguez Vázquez, otro estudioso de la vida y obra de Stahl. Pretendemos reimprimir su obra, así como sus acuarelas para que el mundo científico e histórico pueda disfrutar y conocer su obra, ya que no deja de tener su valor”, aclaró. Sobre las acuarelas, el botánico señaló que 583 piezas se encuentran depositadas en el Recinto Universitario de Mayagüez, sala Manuel María Sama y Auger de la Colección Puertorriqueña, 137 están en el Archivo General del Instituto de Cultura Puertorriqueña y cerca de diez en la Oficina de Parques Nacionales. “Pese a esto, sospechamos que 300 acuarelas están extraviadas porque Stahl hace referencia a las mismas, pero no aparecen. Queremos exhortar a los lectores a que, si conocen de algo sobre las mismas, se comuniquen a nivel cibernético a acevedop@si.edu porque juntos podemos contribuir a que se perpetúe esta labor que no es otra cosa que parte de nuestro patrimonio científico cultural”, exhortó. Bajo amenaza la Cóbana negra El género Stahlia, en honor al naturalista puertorriqueño Agustín Stahl, está representado por una sola especie de árbol que se encuentra únicamente en Puerto Rico y en el este de la República Dominicana: la Cóbana Negra. Su tamaño es mediano (puede alcanzar entre los 25 a 50 pies de alto), su tronco puede tener hasta un pie y medio de diámetro. Sus hojas poseen en su lado inferior pequeñas glándulas que parecen puntos negros. Sus flores son crema pálido (marzo y mayo) y el fruto es carnoso de color brillante y olor agradable (parecido a las acerolas). Cada fruto contiene una sola semilla, por dicha razón es una especie monosperma. Se le conoce también como el polisandro y abundaba en el bosque nativo del litoral de Puerto Rico. Puede crecer en lugares que contienen alta concentración de sales, como lo son los salitrales y los terrenos adyacentes a manglares. En éstos últimos se le asocia al mangle negro y al botón. En Puerto Rico se encuentra con más frecuencia en el suroeste y noreste isleño. La cóbana fue cosechada con fines madereros. Dicha actividad afectó a los especímenes maduros y reproductivos (los de más edad y tamaño). Al presente, se ve bien afectada por la destrucción de su hábitat debido al desarrollo descontrolado de los llanos costaneros de la Isla. Está protegida por la Ley de Especies en Peligro de Extinción desde el 5 de abril de 1990, bajo la categoría de especie amenazada o vulnerable.