Con su apellido en un asteroide

Este artículo es reproducido por CienciaPR con permiso de la fuente original.

PDF versionPDF version

Calificación: 

0
Por Mario Alegre Barrios / malegre@elnuevodia.com A los once años, tiene un perra llamada Nike, una gata que responde cuando la llama Luli y... un asteroide. Sí, un asteroide, como el B-612 del pequeño príncipe de Saint-Exupéry. El de Adriana Sofía Monzón -el número 27450- se llama “Minor Planet Monzón” y gravita en algún lugar entre Marte y Júpiter, a unos 320 millones de millas en promedio de la Tierra y si algún día ella decidiera darse una vuelta por su nueva posesión, tardaría alrededor de 28 minutos en llegar, pero solo si viajara a bordo de un rayo de luz. Según Einstein, eso no es posible, por lo que el trayecto le llevaría bastante más. Mientras ese día llega, la naciente científica será veterinaria, propósito que declara con una seguridad que sorprende, como si nada más tuviese espacio en su joven proyecto profesional. Estudiante de séptimo grado en la Academia del Perpetuo Socorro, Adriana Sofía obtuvo su asteroide como finalista en la competencia nacional de jóvenes científicos denominada Broadcom Masters. El proyecto con el que participó Adriana Sofía fue “Análisis de la lluvia en la productividad de plancton en un estuario” y el camino comenzó cuando con él obtuvo el primer lugar en su escuela. De ahí, fue a la competencia regional de la Arquidiócesis: otro primer lugar y el pasaporte como observadora a la Feria Internacional en Los Ángeles, California. En el proceso, solicitó para el Broadcom Masters, al que aspiraron alrededor de seis mil jóvenes de todo Estados Unidos. Poco más de mil fueron aceptados. Trescientos pasaron a la ronda de semifinalistas y solo 30 fueron finalistas, con Adriana Sofía entre ellos. Como parte de este selecto grupo, a principios de este mes la naciente científica viajó a Washington D. C., donde se enteró de que el asteroide 27450 llevaría su apellido, en reconocimiento a la relevancia de su proyecto, según lo avala el Lincoln Laboratory del prestigioso Massachusetts Institute of Tecnology (MIT). “Sentí mucha felicidad, es un honor muy grande... Yo no sabía que ese era el premio, fue una sorpresa enorme”, dice Adriana Sofía con la mirada brillante. “Estudio mucho, sin importar que sea obligatorio o no. Si algo me interesa, hago lo que sea por saber más... leo, pregunto...”. En La Parguera El proyecto, que culminó con el bautizo del asteroide 27450, tuvo su génesis en una visita de Adriana Sofía a La Parguera, lugar que -dice- le “fascina”. “La bahía bioluminiscente es preciosa. Me encanta. Fui en bote con mi mentor, el doctor Juan González, y mi mamá, la meteoróloga Ada Monzón. Hicimos el experimento y descubrimos cómo las lluvias de Otto -en octubre pasado- provocaron que el plancton aumentara demasiado, lo que a su vez hizo que los organismos bioluminiscentes murieran”, añade. La enorme distinción que el bautizo del asteroide plantea para Adriana Sofía aquí en la Tierra representa también la aventura de abordar el próximo proyecto con la misma pasión “Todo lo marino me apasiona”, acota. “Todo lo que tiene que ver con la ciencia, en especial la biología marina, pero también la veterinaria y eso es lo que quiero ser de grande... Por ahora creo que mi proyecto para la próxima feria científica va a estar relacionado con el mar, con el agua”. Respecto al hecho de que su madre es una reconocida científica en el campo de la meteorología, Adriana Sofía asevera que Ada ha sido una gran inspiración para ella y un apoyo incuestionable. Asimismo, reconoce que si su madre hubiese tenido otra profesión -periodismo, derecho, medicina- ella quizá no tendría tan desarrollada su vocación por las ciencias. “Si mami no fuera lo que es, creo que esto hubiera sido imposible, porque la tengo a ella como ejemplo”, apostilla. “Le debo mucho a ella... pero no me gusta que esté conmigo en las entrevistas... me pongo nerviosa”.

Tags: 

Categorías de Contenido: