De regreso a la Isla las ballenas jorobadas

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Gerardo E. Alvarado León / galvarado@elnuevodia.com

Al igual que muchos de los turistas que arriban a la Isla en estos días, las ballenas jorobadas llegan a nuestras costas huyéndole al intenso frío de altas latitudes.

Pero estos enormes mamíferos, que en su etapa adulta miden unos 49 pies y pesan hasta 88 mil libras, aprovechan su estancia en las cálidas aguas para algo más: reproducirse y parir las crías que concibieron en su visita anterior.

Todo empieza con la llegada del frío a las aguas de Nueva Inglaterra, particularmente Massachusetts, al este de Estados Unidos. Las ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) emprenden un viaje de unas 3,862 millas hacia Puerto Rico, aunque también sienten gusto por las aguas de la República Dominicana. Se sabe -por genética- que al país llegan cetáceos desde Canadá, Noruega y todo el Atlántico Norte.

Una vez aquí, los machos toman la voz cantante, literalmente.

“El macho hace una canción y el que haga la más poderosa, la que dure más tiempo, es el más exitoso en el apareamiento”, explica la bióloga marina Grisel Rodríguez.

“La canción es prácticamente la misma todos los años, pero le van haciendo variaciones. Los machos se las van copiando para competir por las hembras, que están grávidas y pueden aparearse con ellos”, agrega, al detallar que el canto de los machos se produce en patrones, que se repiten una y otra vez, por espacio de hasta media hora.

Según Rodríguez, quien es coordinadora del Programa de Rescate de Mamíferos Marinos del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), la actual temporada de apareamiento y avistamiento de ballenas jorobadas “se ha retrasado” por razones aún desconocidas. 

El primer reporte ante el DRNA se dio la semana pasada, cuando dos pescadores comerciales indicaron haber escuchado a dos machos cantando en aguas de Cabo Rojo.

“El grueso de las ballenas no ha llegado”, dice Rodríguez, quien espera que el pico de la temporada ocurra en febrero.

Aunque los avistamientos de ballenas jorobadas suelen ser más comunes en el área oeste, sobre todo en aguas de Rincón, los cierto es que estos animales se pasean alrededor de toda la Isla.

Nilda Jiménez, también bióloga del DRNA, afirma que no es del todo raro avistar ballenas jorobadas en el área de Vieques, Culebra, Arecibo, Guayanilla y San Juan.

Casi todas las ballenas que se avistan alrededor de la Isla están acompañadas de sus crías (ballenatos), por lo que una de las teorías que se maneja es que prefieren las aguas dominicanas para aparearse y las de aquí para parir.

Así las cosas, Rodríguez no vacila en afirmar que “muchas ballenas jorobadas son boricuas”.

Como dato curioso, Jiménez señala que las ballenas jorobadas adultas no se alimentan durante los meses que viven el Caribe; se mantienen vivas gracias a su capa de grasa. Los ballenatos, que pesan hasta 33 libras al nacer, se alimentan de la leche de sus madres.

Actividad regulada

A nivel estatal, el DRNA regula bastante las actividades de avistamiento de ballenas jorobadas.

Por ejemplo, si una persona está interesada en llevar una embarcación con turistas o visitantes al área de avistamiento, necesita un permiso que se tramita en la misma agencia. Si una persona anda en su embarcación particular y se topa con una ballena y su cría, está terminantemente prohibido acercarse.

“El reglamento es claro en que las ballenas y sus crías tienen que dejarse tranquilas”, sostiene Jiménez.

Ahora bien, si la ballena anda sola, la embarcación debe mantenerse a 100 metros, y si hay más de una embarcación, deben mantenerse a 400 metros de distancia.

“Nunca se les puede cortar el paso. Las embarcaciones siempre tienen que ir detrás de las ballenas; que sea el animal el que decida libremente por dónde quiere ir”, abunda Jiménez, al recordar que nadar con las ballenas jorobadas también está prohibido.

La Sociedad Americana de Cetáceos estima que existen entre 30,000 y 40,000 ballenas jorobadas en el mundo, lo que representa el 30% de su población original.

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