Duermes con él todas las noches

Este artículo es reproducido por CienciaPR con permiso de la fuente original.

PDF versionPDF version

Calificación: 

5

Contribución de CienciaPR: 

Este artículo es parte de una colaboración entre CienciaPR y el medio. Por ser contenido original generado por CienciaPR puede reproducirlo, siempre y cuando le de crédito al autor y a nuestra organización.

Autor de CienciaPR: 

Por Wilson J. González-Espada / Especial para El Nuevo Día endi.com Uno de mis programas de televisión favoritos es la serie de detectives “Monk”. El personaje principal, Adrian Monk, es extraordinariamente inteligente y siempre descubre la identidad del asesino. Sin embargo, Monk es socialmente inepto debido a sus múltiples fobias y su compulsiva obsesión con la limpieza, lo que lo enfrenta a comiquísimas situaciones con el polvo, su peor enemigo. Tristemente, el polvo es una presencia ineludible en nuestro diario vivir, tanto en la Tierra como en otros planetas. Ya sea con pañito, plumero o aspiradora, pasamos horas tratando de erradicar el polvo de nuestros hogares. Lo que mucha gente no sabe es que parte del polvo casero está hecho de pedacitos de nuestra propia piel. A medida que el cuerpo crea nuevas células de piel, botamos las células muertas, las cuales son el manjar ideal para unos animalitos microscópicos llamados ácaros, o “dust mites”. Los ácaros se encuentran frecuentemente en áreas donde pueden conseguir alimento fácilmente, ya sea en las alfombras (¡Por mejor que uno trate de pasar la aspiradora, las alfombras nunca quedan totalmente limpias!) o en las camas, donde por ocho horas la sábana nos roza el cuerpo y ayuda a que las células de piel muertas se acaben de caer. Los ácaros se encuentran en áreas donde pueden conseguir alimento fácilmente, como en las camas y alfombras. Estos animalitos se alimentan de las células muertas que botamos de la piel. (Archivo) No importaría mucho que los ácaros se chupen las patas del gusto luego de hartarse de nuestro pellejo. Lo que pasa es que los desechos producidos por la digestión de estos animalitos causan alergias, sobre todo a niños y personas naturalmente sensibles. ¡Y no se diga del chava’o polvo del Sahara! El origen de este molestoso polvo son 3.5 millones de millas cuadradas de desierto en el norte de África. Imagínese casi mil islas iguales a Puerto Rico pero con poca o ninguna vegetación. Sin la cubierta vegetal, el viento levanta toneladas de polvo sin mucho problema. Si usted vive cerca de un terreno donde estén construyendo, sabe exactamente a lo que me refiero. Las partículas de polvo más grandes eventualmente caen en el Océano Atlántico. Las partículas de polvo más pequeñitas pueden mantenerse en el aire por más tiempo, llegando fácilmente al Caribe y al sureste de los Estados Unidos. Ya todos conocemos los efectos del dichoso polvillo: garganta seca, ojos llorosos y ataques de asma a personas sensitivas, entre otros. Se cree que el polvo del Sahara también provoca mortandad en corales de mar, ya sea al cubrirlos o al opacar la luz solar que necesitan para sobrevivir. Incluso, algunos científicos del Servicio de Geología de los Estados Unidos (USGS) creen que el polvo del Sahara trae al Caribe peligrosos microorganismos que podrían afectar plantas y animales. Ya sea el polvo casero o el polvo del Sahara, lo bueno es que podemos actuar para protegernos de sus efectos nocivos y llevar una vida más o menos normal. ¡Imagínese que pasaría si no fueramos capaces de limpiar el polvo y éste se acumulara por meses! Interesantemente, ese es exactamente el problema que sufren los científicos de la NASA encargados de la misión de exploración a Marte. En enero del 2004, y luego de casi siete meses de viaje, los exploradores robóticos “Spirit” y “Opportunity” llegaron a la superficie de Marte. Una misión que originalmente debía durar 90 días se ha extendido por más de tres años debido a la excelente calidad de los robots, los cuales han hecho grandes descubrimientos geológicos sobre el Planeta Rojo. Todo estaba chévere hasta hace algunas semanas, cuando comenzó una intensa tormenta de polvo. Este fenómeno meteorológico ha creado dos problemas simultáneos. Por un lado, el polvo cubre parcialmente los paneles solares que usan los robots para recargar las baterías. Al mismo tiempo, el polvo atmosférico oscurece el cielo y evita que la luz solar, que normalmente no es mucha porque Marte está más lejos del Sol que la Tierra, recargue eficientemente las baterías. Si la tormenta de polvo continúa por varias semanas o meses, cosa común en este planeta, las baterías de los robots podrían descargarse completamente, culminando su histórica misión. *El autor es profesor de Educación en Ciencias Físicas de Arkansas Tech University y miembro de www.cienciapr.org

Categorias (Recursos Educativos):