En aumento los casos de pacientes en Puerto Rico con lo que se conoce como el COVID-19 de larga duración

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Por: 

David Cordero Mercado

Profesionales de la Salud advierten que las secuelas del coronavirus representan una nueva carga a un sistema sanitario que ya está exigido por la pandemia

MANATÍ.- Aunque Elba Iris Díaz nunca había padecido una afección relacionada a sus pulmones en 64 años de vida, en marzo de este año una caída en el nivel de oxigenación en la sangre la obligó a acudir al hospital. El cuadro clínico que los médicos observaron allí requirió una hospitalización inesperada para la sexagenaria, que no podía comprender la raíz de su diagnóstico.

El único aviso previo fue un incontrolable cansancio y fatiga que comenzó a impedirle su rutina de quehaceres en el hogar. “Empecé con una tos todo el tiempo, sentía que me cansaba, sentía que me faltaba aire, ya no podía trabajar como antes”, relató Díaz a El Nuevo Día. El oxímetro, desde entonces, ha llegado a marcar 60%, aseguró la mujer, un nivel muy por debajo del renglón adecuado de 95% a 100%.

Cuando su médico primario, el doctor Alberto Rosario, revisó la tomografía (CT scan) pulmonar que le hicieron a su paciente en el hospital, reaccionó atónito a la descripción que acompañaba un diagnóstico de pulmonía viral.

“Es el ‘trademark’ del COVID en los pulmones, la marca en los pulmones”, recordó. Díaz es una de alrededor de 25 pacientes que Rosario atiende por secuelas o afecciones posteriores a haber padecido COVID-19, que son vinculadas a esa enfermedad. En este caso, cuya única complicación de salud previa era presión arterial alta, el médico concluyó, basado en su análisis clínico y la literatura científica disponible, que Díaz padeció COVID-19 asintomática y que, posterior a la infección con SARS-CoV-2, desarrolló la afección pulmonar.

A medida que avanza y se transforma la pandemia de COVID-19, se hacen más evidentes los efectos a mediano y largo plazo del SARS-CoV-2, la cepa de coronavirus cuya aparición a finales de 2019 paralizó el mundo y a la que ahora casi nadie parece huirle.

Hasta ayer, el COVID-19 había cobrado más de 6.3 millones de vidas, incluyendo las 4,631 personas fallecidas en Puerto Rico como consecuencia de la enfermedad. Los dos fallecimientos más recientes fueron reportados por el Departamento de Salud el domingo. La agencia también informó que había 306 adultos -50 en cuidado intensivo- y 39 pacientes pediátricos hospitalizados. El promedio de contagios diarios en el archipiélago, de otro lado, se ubicó ayer en 2,078, en momentos en que las autoridades reconocen una subestimación debido a los casos positivos mediante pruebas caseras no reportadas a Salud. Entre los sobrevivientes va en aumento el número de individuos identificados con COVID-19 de larga duración o afecciones posteriores a la enfermedad.

“El post-COVID es como esa bolita de nieve que va bajando por la pendiente y va a llegar como una avalancha, y nosotros que ya venimos con una crisis en los servicios médicos a causa de la falta de especialistas, nos va a complicar más ofrecer esos servicios”, apuntó Rosario.

La organización sin fines de lucro Salud Integral de la Montaña (SIM) ha atendido 894 pacientes únicos con secuelas del coronavirus, desde que en julio de 2021 inauguró su Clínica Post-COVID, la primera de este tipo en Puerto Rico. En octubre pasado, este medio reportó que dicha clínica contabilizaba 397 pacientes.

“Con ómicron, ha habido muchos más contagios, por lo tanto, más personas están en ese proceso de rehabilitarse, posterior al COVID”,sostuvo la doctora Gloria Amador, presidenta de SIM. Las afecciones más comunes identificadas en SIM son neumológicas y cardíacas, seguido de problemas intestinales, precisó Amador. Además, se han identificado complicaciones como artritis y fibromialgia. Hay pacientes que no solo presentan secuelas físicas, también emocionales.

La experiencia en la clínica evidencia que la recuperación de muchos de estos pacientes no es inmediata, y requiere de servicios especializados y costosos. Amador relató, por ejemplo, que 17 de los 18 pacientes que requerían de asistencia de oxígeno, se han rehabilitado algunos de ellos. “Algunos de esos pacientes ya llevaban cinco, seis meses en la clínica”, explicó.

Los pacientes jóvenes no están exentos de las complicaciones y afecciones posteriores al periodo de enfermedad de COVID-19.

La clínica ha prestado servicios a 99 personas entre las edades de 20 a 29 años, 111 entre los 30 y 39 años, 198 en el renglón de 40 a 49 años, 228 en cuanto a los de 50 a 59 años, 164 en el renglón de 60 a 69, y 94 adultos mayores de 70 años o más. De acuerdo con los datos provistos por SIM, 48 de los pacientes han requerido el servicio de cuatro o más especialistas médicos, mientras 246 han necesitado el servicio de entre dos a tres especialistas, en cardiología, dermatología, neumología, gastroenterología, nefrología, reumatología y psicología.

Amador sostuvo que urge la ampliación de los servicios a los pacientes con secuelas del COVID-19.

“Sabemos que el Departamento de Salud tiene intención de replicar lo que hemos estado haciendo. Si eso se lograra, sería un éxito”, expresó. “Desde ya debe haber un plan sobre cómo se va a dar servicios estándar o fijos para estos pacientes”.

Este medio solicitó una entrevista con el secretario de Salud, Carlos Mellado, en torno al COVID-19 prolongado, pero no estuvo disponible. Tampoco estuvo disponible la directora ejecutiva de la Administración de Seguros de Salud (ASES), Edna Marín. La ASES negó el acceso a información pública solicitada, en relación con los beneficiarios de la cubierta médica del gobierno (Vital), al alegar que los datos se compartirían durante una conferencia de prensa conjunta con Salud cuya fecha no ha sido informada.

Salud tampoco ha publicado un número certero de sobrevivientes con condiciones posteriores al COVID-19 en Puerto Rico, y no respondió a la petición de información este medio.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) desarrolló una guía de codificación para los encuentros de atención médica relacionados con las condiciones posteriores a COVID-19 según la Clasificación Internacional de Enfermedades, Modificación Clínica de la décima edición (ICD-10-CM). Desde el verano del pasado año, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) informaron y recomendaron a los médicos en Estados Unidos utilizar el código U09.9 Condición posterior al COVID-19, para establecer un vínculo entre las condiciones observadas en un paciente y el COVID-19.

Dicho código está disponible en Estados Unidos y Puerto Rico desde el 1 de octubre de 2021 y la recomendación de uso está disponible en el portal oficial de los CDC. El código debe usarse para pacientes con antecedentes de infección probable o confirmada de SARS CoV-2, en los que se ha identificado una condición post-COVID. Además, el médico debe asignar los códigos correspondientes para las condiciones identificadas. Esa documentación “es fundamental para una vigilancia precisa de la salud pública”, subrayaron los CDC.

Este medio preguntó a Salud si había orientado a los médicos sobre la existencia del código y cómo utilizarlo, pero la agencia no respondió ni evidenció tal comunicación.

Según los CDC, las personas con afecciones posteriores al COVID-19 suelen notificar lo siguiente:

  • Síntomas generales. Cansancio o fatiga que interfiere con la vida diaria, síntomas que se agravan al realizar un esfuerzo físico o mental, fiebre.
  • Síntomas respiratorios y cardiacos. Dificultad para respirar o falta de aire, tos, dolor de pecho, corazón que late rápido o muy fuerte (palpitaciones).
  • Síntomas neurológicos. Dificultad para pensar o concentrarse, dolor de cabeza, problemas para dormir, mareos al ponerse de pie, sensación de hormigueo, alteraciones del gusto o el olfato, depresión o ansiedad
  • Síntomas digestivos. Diarrea, dolor estomacal
  • Otros síntomas. Dolor muscular o en las articulaciones, sarpullido, cambios en los ciclos menstruales

El doctor Rosario explicó que está utilizando el código en los documentos que somete a los planes médicos para identificar a los pacientes que atiende con afecciones posteriores a COVID-19, vinculadas a la enfermedad, incluyendo a Díaz. Sin embargo, denunció que ni las aseguradoras ni el Departamento de Salud han compartido información estadística en torno a estos pacientes.

“Pacientes que no padecían del azúcar, con la glucosa descontrolada, pacientes prediabéticos, acabaron diabéticos, pacientes que eran hipotiroideos, acabaron siendo hipertiroideos, unos descontroles brutales”, describió.

La información que se está recopilando en la isla y que no ha sido revelada es vital, subrayó Rosario, para “saber entonces cuál, de tantas condiciones post-COVID que hay, es la más que está afectando a la población puertorriqueña, para entonces hacer los ajustes necesarios”.

El médico recordó que existe una falta de especialistas que ya afecta los servicios de salud en general. En el caso de Díaz, su paciente, requiere la atención de un neumólogo, pero la cita más próxima que encontró fue para octubre. La sexagenaria ya requiere de un tanque de oxígeno en su hogar.

Silencio de aseguradoras y de Salud

En busca de un número certero de pacientes identificados hasta el momento con afecciones posterior a COVID-19 que los médicos han relacionado a la enfermedad, El Nuevo Día solicitó información estadística sobre el uso del código U09.9 de condición de salud posterior a COVID-19 a las compañías de seguro Triple-S, MMM Holdings, MCS, First Medical Health Plan y Plan de Salud Menonita.

De estas cinco compañías, solo el Plan de Salud Menonita proveyó la información, mientras el resto no respondió, declinó proveer los datos o no había cumplido con la entrega, a pesar de tratarse de información relacionada a una emergencia de salud pública.

Este medio hizo a las compañías las mismas preguntas por escrito: cuántos registros de uso del código de “Post COVID-19 Condition” ha reportado su sistema, a cuántos pacientes y médicos corresponde ese uso, y qué tipo de condiciones los médicos han relacionado al código de afección posterior a COVID-19.

Myriam Aguilú, principal oficial de comunicaciones del Plan de Salud Menonita, precisó que dicha aseguradora ha registrado 271 usos del código, correspondientes a pacientes y médicos. La utilización del código por parte de los médicos y beneficiaros de ese plan ha estado mayormente vinculada a condiciones respiratorias o del sistema cardiorespiratorio.

La compañía MCS no suministró los datos. “La información relacionada al uso de los códigos ICD-10 es clasificada como información operacional”, expresó en declaraciones escritas la doctora Inés Hernández Roses, principal oficial médico de MCS.

Hernández, adelantando su juicio en torno a los datos no provistos, dijo que estos “no necesariamente” representan patrones de incidencia o prevalencia de determinada condición en la población. El fin de este reportaje es proveerle al público cifras certeras sobre pacientes con secuelas del COVID-19.

La compañía MMM Holdings no respondió la petición, mientras MCS y First Medical Health Plan señalaron que el asunto le correspondía al Departamento de Salud.

Este diario solicitó la información a la agencia que, a través de su portavoz Lisdián Acevedo, sostuvo que los datos estaban en poder de las compañías de seguro y que eran estas las llamadas a proveerlos. Triple-S también había dirigido la petición a Salud, pero tras la comunicación de la agencia a las aseguradoras fue la única que se comprometió a proveer los datos. Al cierre de esta edición, sin embargo, no habían sido provistos.

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