En lucha por la supervivencia

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Por Marie Custodio Collazo / mcustodio@elnuevodia.com

El Nuevo Día

De tanto escuchar hablar de la necesidad de mejorar la competividad de la Isla, y con el reconocido insularismo de los puertorriqueños, uno podría creerse que Puerto Rico es el único lugar del mundo con ese problema. Nada más lejos de la verdad, las crisis económicas, sociales, fiscales han arropado el planeta y las diferentes industrias, haciendo que la búsqueda por ser eficiente y efectivo sea un tema universal.

Conversar con los principales ejecutivos de las biofarmacéuticas multinacionales en la Isla basta para ver que la industria enfrenta unos retos globales, y que cada jurisdicción competidora puede tener características y problemas diferentes, pero ninguna se escapa de la vorágine.

La Junta de Directores de Asociación de la Industria Farmacéutica en Puerto Rico (PIA, por sus siglas en inglés) participó en una mesa redonda con Negocios para discutir la situación presente del sector y las oportunidades que persiguen para retener sus empleos y los de decenas de miles de personas que dependen directa o indirectamente de la permanencia de estas empresas.

“La industria está pasando por una transformación tremenda a nivel global... La productividad de nuestros ‘pipelines’ (productos en desarrollo) es mucho menor de lo que era hace 10 años”, comentó Frank Gutiérrez, vicepresidente y director gerencial de Merck Sharp & Dohme para Puerto Rico y el Caribe, y actual presidente de PIA, al señalar uno de los principales retos. A estos se le añade el hecho de que la industria está experimentando un mayor escrutinio regulatorio.

“Los estándares regulatorios en Estados Unidos y otras jurisdicciones del mundo han ido en aumento. Eso ha creado unas presiones tremendas y la industria está respondiendo a ellas, e impacta la competitividad en todo lo que hacemos, el negocio comercial, la investigación y desarrollo y la manufactura”, agregó Gutiérrez.

Esteban Santos, vicepresidente y gerente general de Amgen en Puerto Rico y tesorero de PIA, puntualizó que Puerto Rico es un microcosmos en el que todas esas presiones se ven reflejadas. Con menos medicamentos nuevos llegando al mercado, los enormes complejos farmacéuticos necesitan con urgencia productos nuevos que compensen las pérdidas en el volumen de producción.

Economía farmacéutica

Pero los ciudadanos promedios lo que ven es pérdida de empleos y cierres de operaciones provocados por el exceso de capacidad de manufactura. Ha ocurrido en Irlanda, en Estados Unidos y en diferentes lugares con operaciones farmacéuticas, pero es inevitable que para los puertorriqueños resuene más cuando los comunicados oficiales sobre las reestructuraciones farmacéuticas mencionan a Barceloneta, San Germán o Caguas, por mencionar algunos de los municipios afectados en tiempos recientes.

El economista José Joaquín Villamil, asesor de PIA y quien prepara un estudio sobre el impacto socioeconómico de esta industria, apuntó que en la década del 2001 al 2010, estas empresas emplearon hasta 28,323, pero al finalizar el periodo el número se había reducido a 17,896.

“Puerto Rico, como modelo en el campo farmacéutico, ha sido copiado por otras jurisdicciones... desafortunadamente, en los últimos años, ese modelo se ha desgastado. Tenemos una reducción en la inversión en la industria farmacéutica en Puerto Rico, comparada con la inversión que ha podido recibir otras jurisdicciones que copiaron nuestro modelo, como Singapur e Irlanda”, señaló Gutiérrez, a la vez que recordó que la industria llegó al país por invitación, a través de los incentivos contributivos que se crearon.

Villamil mencionó que aún con la crisis de Irlanda y los cambios en las estructuras de las empresas, las farmacéuticas continúan su expansión en ese país. En el 2011, la inversión extranjera en Irlanda totalizó $13,000 millones. Una parte importante, afirmó, corresponde a las biofarmacéuticas.

El reto poblacional

Si bien los directivos de PIA mencionan los ya conocidos retos en términos de energía, costos operacionales, y más recientemente la incertidumbre provocada por la Ley 154, Gutiérrez echó un elemento más a la balanza que le resta competitividad a Puerto Rico: una población muy pequeña.

“No es lo mismo pensar en una planta en China, donde hay una población enorme, que pensar en una planta en Puerto Rico, que solo tiene 4 millones de habitantes, así es que tiene que tener la capacidad de exportar. Si no tiene la capacidad de exportar, no hay necesidad de tener una planta aquí”, puntualizó el presidente de PIA.

En ese sentido, Santos destacó que, como parte de los esfuerzos internos de las empresas farmacéuticas en la Isla, en los últimos años pasaron de ser suplidores para el mercado estadounidense, a exportar a más de 60 países.

“Eso nos pone a aprender a mejorar el sistema de calidad para que sirva para las jurisdicciones nuevas, que pueden tener requisitos específicos, y hemos podido hacerlo apropiadamente. Desde lo que nosotros controlamos, ejecutamos a nivel de excelencia”, afirmó el máximo ejecutivo de Amgen en Puerto Rico, al tiempo que añadió que el área energética es una en la que pueden hacer más.

Carlos Ceinos, gerente general de Novartis Ex Lax y vicepresidente de PIA, destacó que la Autoridad de Energía Eléctrica ha realizado gestiones para reducir la factura, que para las farmacéuticas puede llegar a representar entre 4% y 20% de los costos de producción, estos es hasta 300% por encima que las jurisdicciones que compiten con Puerto Rico. Sin embargo, reconoció que los resultados no han sido los esperados.

Gutiérrez apuntó que en todas las compañías se han implementado planes de ahorro energético, que incluso comparten información sobre las estrategias que utilizan, pero que es imperativo que se busquen alternativas a nivel nacional.

“Proponemos que se desarrolle un plan integrado energético, que sea realizado por los mejores profesionales del país, en el que haya una secuencia lógica de las alternativas que se deben establecer con los costos asociados y dónde están nuestras mayores ganancias en las diferentes alternativas”, expresó Ceinos, a la vez que puso a la disposición los recursos de las farmacéuticas para colaborar.

No obstante, enfatizó que el apoyo de PIA a las alternativas que surjan está condicionado a que tome en consideración la protección de los recursos de agua, la capacidad agrícola del país y el ambiente en general.

Malestar latente

Ahora bien, el alto costo de la electricidad se queda corto en la lista de preocupaciones de los ejecutivos de las farmacéuticas. Hace año y medio que quedó desbancado por la incertidumbre en el aspecto contributivo.

“Cuando uno hace un plan, uno tiene que proteger sus fortalezas y trabajar en sus debilidades, y es lo que pensamos que tenemos que hacer. Proteger la fortaleza que hemos creado, como país, y una fortaleza primordial ha sido la industria farmacéutica que se ha creado en Puerto Rico en los últimos 50 años”, puntualizó el presidente de PIA.

Por su parte, Carlos J. Bonilla, a cargo de asuntos contributivos de Lilly del Caribe y miembro del Comité de Finanzas de PIA, aseguró que el impacto de la sorpresiva aprobación de la Ley 154 y el impuesto que trajo consigo a las corporaciones foráneas ha tenido un efecto “devastador” en la competividad industrial de Puerto Rico.

“Antes de la Ley 154, Puerto Rico era la primera opción a la ahora de manufacturar un producto nuevo, era un asunto de cuándo (comenzaría)”, manifestó.

Y aunque Gutiérrez aseguró que las empresas reconocen la necesidad del dinero que recauda el impuesto, reiteró que la forma en que se aprobó afecta la credibilidad de Puerto Rico como lugar de inversión.

“Las decisiones de los productos nuevos que vendrán en los próximos años se están tomando ahora. Lo que pedimos es que no sigan cambiando las reglas del juego. Es importante que haya certeza para poder traer esas inversiones que el país tanto necesita”, intervino Santos.

Villamil y los directivos de PIA resaltaron que si bien se suele enfocar el impacto de las farmacéuticas en términos industriales, estas también influyen en el desarrollo del capital humano y de la economía del conocimiento.

“Se dice que ningún país que aspire a tener un desarrollo continuo lo va a poder hacer sin una economía del conocimiento agresiva y fuerte. Si eliminamos de aquí las industrias que trabajan con las ciencias de la vida, como las farmacéuticas y las empresas de dispositivos médicos, ¿de qué otra fuente Puerto Rico va a obtener la masa crítica de la economía del conocimiento?”, reflexionó Bonilla.