‘Excelente’ fertilizante hecho de desperdicios

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Por Liz Yanira Del Valle / Especial para El Nuevo Día endi.com La borra del café, las cáscaras de los cítricos, tubérculos, huevos, el arroz, las cebollas, los pimientos y las habichuelas, entre otros alimentos de la dieta común, suelen verse prejuiciadamente como las sobras desagradables y apestosas del zafacón de la cocina. Para Tati Freedman, agricultora orgánica y líder comunitaria de la Coalición de Piñones (COPI), esta visión debe superarse, ya que estos desperdicios vegetales manejados adecuadamente no tienen por qué ser los protagonistas de los malos olores y del desprecio de los hogares de sus consumidores. De la basura de nuestra cocina, muchos de los desperdicios de vegetales pasan a formar parte de los vertederos. Todo parece en norma, pero científicamente hablando, esa basura orgánica no es muy amigable con los principios de la conservación ambiental. La basura vegetal, cuando se descompone produce metano, gas que atrapa la energía solar y provoca, junto con otros gases, el aumento de la temperatura global. Una molécula de dicho gas absorbe 20 veces más calor que una de dióxido de carbono (CO2). Es el peor gas para el aire. Además, la basura orgánica en los vertederos a cielo abierto es foco de infecciones, gusanos y malos olores. Según Sarah Persh, asesora comunitaria de COPI, en Puerto Rico, cerca de un 40% a un 50% de los desechos de los vertederos son de origen vegetal. Con esta cifra en mano, motivo de preocupación y de acción, los integrantes de COPI organizaron charlas educativas sobre cómo convertir dichos sobrantes en composta. Según Freedman, la composta es un abono que se produce por el efecto de descomposición de materiales de origen orgánico (compuestos que forman o formaron parte de los seres vivos, bien sea de procedencia vegetal o animal). Este abono mejora la calidad del sustrato, beneficiando la salud de nuestros cultivos, la nuestra (al evitar el uso de productos químicos) y la del planeta Tierra, al reducir las emisiones de gas metano. “El oxígeno, la humedad, el nitrógeno y una temperatura no excesivamente alta son elementos necesarios para la creación de la composta. En ésta, las bacterias del suelo interactúan con los desperdicios degradables, produciendo un excelente fertilizante”, indicó Freedman, quien dirigió el primer taller para ciudadanos que viven en apartamentos y que están interesados en crear sus compostas. El espacio físico no debe verse como limitación en el proceso de crear la composta. Se facilita para los que tienen patios o fincas, pero tampoco es imposible para los demás. En Puerto Rico, un buen ejemplo a nivel comercial del compostaje orgánico está en Verde Amanecer, proyecto agrícola especializado en la cunicultura (crianza de conejos), que a su vez hace compostaje vía lombricultura. En este caso, se agregan lombrices a los materiales orgánicos de origen vegetal para, con el excremento de dichos animalitos, crear una composta orgánica. El abono producido por Verde Amanecer se vende en mercados orgánicos y se utiliza para fertilizar la vegetación de la finca donde ubica esta empresa mayagüezana.