Flora boricua en vías de extinción

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Por Liz Yanira Del Valle / Especial para El Nuevo Día endi.com La Araña, el Chupacallos y el Matabuey nada tienen que ver con el reino animal ni con ciertos personajes de la mitología caribeña. Son tres nombres comunes de las 49 especies de plantas y árboles en peligro de extinción de Puerto Rico. La distribución de las 49 especies es la siguiente: 33 árboles y arbustos, ocho helechos, dos cactos, dos orquídeas y cuatro plantas herbáceas. Según la Ley Federal de Especies en Peligro de Extinción, el listado de las plantas supera al de los animales que cuenta con 29 especies en vías a desaparecer. Para el botánico Eugenio Santiago, el asunto de predominio en la divulgación del listado de los animales sobre el de las plantas es uno de percepción. “En la vida silvestre es lógico que el reino animal sea más atractivo para el humano que el vegetal. Pero hay que superar la visión prejuiciada de ver a la naturaleza. Estas formas subjetivas no ayudan en el camino de conservar nuestra biodiversidad. Es hora de que entendamos que amerita estudiar y conservar a todos los organismos vivos que nos rodean, no importa al grupo que pertenezcan, ni su tamaño o composición”, opinó Santiago, quien dirige en colaboración con el Departamento de Recursos Naturales, el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre y el Fideicomiso de Conservación, un programa de propagación de plantas y árboles en peligro de extinción de Puerto Rico. Santiago indicó que estos listados se realizan entre la comunidad botánica científica quienes evalúan las especies para darle el insumo a las agencias y entidades pertinentes. “Hay especies cuyas poblaciones por naturaleza son más pequeñas, viven en lugares muy especializados o tienen condiciones muy particulares para subsistir. Estas son especies infrecuentes o raras cuya vulnerabilidad frente al impacto humano es mayor”, dijo el científico. Santiago mencionó la deforestación como el factor principal de la desaparición de muchas especies del reino vegetal. “El caso de Puerto Rico no es uno aislado. En los últimos 500 años, con la expansión occidental y la conquista de América, el impacto de la actividad humana sobre las plantas ha sido terrible porque la desaparición de las especies se incrementó de forma exagerada”, explicó. Según el especialista, en dicho contexto, la deforestación de Puerto Rico fue tal que perdió 95% de su cubierta forestal original. “El grado del uso de terreno fue tan intensivo y poco amigable desde el punto de vista ecológico que éste fue el resultado. Las técnicas empleadas en aquella economía agrícola causaron una deforestación de grandes proporciones en nuestro territorio”, añadió el también profesor universitario. La pérdida del hábitat de las casi 3,000 especies de plantas originales de Puerto Rico se ha visto fuertemente amenazada por una deforestación muy acelerada. Santiago agregó otros factores relacionados al tema. Las formas de propagación en ciertas especies es más difícil que en otras. Hay especies que necesitan tener los dos sexos (femenino y masculino) para propagarse. Lógicamente, si desaparece un sexo habrá problemas para la sobrevivencia de la especie. En el caso de las plantas parasíticas (necesitan conexiones directas con otras plantas) si una desaparece la otra por ende tendrá el mismo destino. También hay especies que dependen de la polinización y del transporte de sus semillas hechos por animalitos. Si los mismos se extinguen, entonces eso mismo le ocurrirá a la planta. En los viveros del Herbario pueden apreciarse algunas de estas curiosas especies que ya favorablemente están propagándose para regresarlas a ciertas zonas protegidas del país. Santiago mostró a la Araña, (schoepfia arenaria) arbusto endémico del carso y zonas costeras del norte de la Isla. Es semi-parasítico, pues desarrolla conexión con otras plantas a través de las raíces. Esta le permite recibir alimento de otros árboles del bosque. Produce frutos color rojo brillante del tamaño de una aceituna mediana. En el recorrido por el vivero, el botánico mostró al Chupacallos, pleodendron macranthum, el cual pertenece a un grupo o linaje bien antiguo en la historia de las plantas floríferas. Sus flores tienen pétalos gruesos y color verde-amarillosos. Es uno de los árboles más raros que hay aquí. Habitan en el Yunque y en la zona del carso. Tienen hojas muy aromáticas. Sobre el Matabuey, (goetzea elegans), Santiago señaló que es endémico de Puerto Rico. Aunque pertenece a la familia del tomate, es un árbol que alcanza los 40 a 50 pies. Pertenece a un grupo único del Caribe y sus parientes más cercanos están en Suramérica y Madagascar. De éste árbol llegaron a conocerse sólo tres ejemplares. Ahora, gracias a este programa ya hay nuevas poblaciones en el norte de la Isla y en Vieques. En el vivero abundan también el Nogal o Palo de Nuez de las Antillas, (juglans jamaicensi), el cual pertenece al mismo grupo de árboles que contiene la nuez comercial. Este es un grupo de árboles que crece en las zonas frías del hemisferio norte del mundo. Tiene una especie en el Caribe. En Puerto Rico crece en bosques de alta elevación. Su nuez es más pequeña que la que conocemos en el mercado. De éstos, ya se ha logrado establecer una población en la Cordillera Central. De forma natural y original ubica en Adjuntas. Otro de los testigos de este esfuerzo en conjunto es el Palo de Nigua, cornutia obovata, endémico de Puerto Rico, se encuentra en los mogotes y montañas, echa unas flores azul-púrpura con amarillo muy bonitas. El Peperomia, (peperomia wheeleri), está en el listado, pero también se reproduce en el vivero. Por mucho tiempo se consideró como endémico de Culebra, específicamente del Monte Resaca, pero ya se han encontrado algunas poblaciones silvestres en la isla grande. Pertenece a un grupo de especies que se utilizan mucho con propósitos ornamentales. Entre otras de las especies con nombre común vigentes en el listado de plantas en peligro de extinción figuran: el Palo de Ramón, Diablito de Tres Cuernos, Capá Rosa, Palma de Manaca, Higüero de sierra, Palo de Rosa, Erubia, Cóbana Negra, Palo de Jazmín, Palo Colorado, Bariaco, Helecho de bosque enano, Higo Chumbo y Pelos del Diablo. El resto de los integrantes a proteger tienen exclusivamente nombres científicos tal y como: thelypteris inabonensis, mitracarpus maxwelliae, myrcia paganii, y catesbaea melanocarpa, entre otros. El proyecto desarrollado en el Herbario también investiga y documenta la información científica sobre todas las especies que en la Isla están en peligro de extinción.