Los labradores de la transición biotecnológica

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Por Marie Custodio Collazo / mcustodio@elnuevodia.com ¿Qué tiene Puerto Rico que puede hacerlo destacarse de sus competidores en la biotecnología? Hace unos años la respuesta obvia hubiera sido el paquete de incentivos industriales que se ofrece a las empresas foráneas que llegan a la Isla, una herramienta que resultó efectiva por varias décadas. No obstante, en la medida que más países se integraron a la carrera por atraer manufactureras, el poder de atracción de Puerto Rico se fue erosionando. Hoy la mayor ventaja del País está en la experiencia y los conocimientos que han acumulado un grupo de empresas y profesionales dedicados a ofrecer servicios a las manufactureras, específicamente a las farmacéuticas, que se rigen por estrictos estándares de calidad. Son firmas de arquitectos e ingenieros, constructoras, compañías dedicadas a la gerencia de proyectos, la automatización de procesos, las validaciones y los controles de equipos. En total suman 5,457 recursos humanos, que en Puerto Rico pueden llevar a cabo desde el diseño y la construcción hasta las validaciones finales antes de inaugurar una biofarmacéutica. Las décadas de experiencia con las farmacéuticas han permitido que las empresas y los profesionales nativos conozcan al dedillo las tecnologías que utilizan las plantas y los requerimientos de las agencias reguladoras. Incluso, las gigantes multinacionales establecidas en la Isla reconocen la calidad de los servicios que les ofrecen las firmas boricuas y se sienten en la confianza de recomendarlas más allá de nuestras costas. Lo que ha permitido que empresarios locales se utilicen como recurso para ayudar a establecer operaciones en lugares como Irlanda, Inglaterra, Estados Unidos y otros países del Caribe y Latinoamérica. Fuerza de atracción Para un grupo de suplidores agrupados bajo el Life Sciences Delivery Group (LSDG), el conocimiento técnico que ellos tienen puede ser una herramienta muy valiosa en los esfuerzos de promoción del Gobierno. Precisamente, el LSDG es parte del conglomerado (cluster) de construcción, un grupo más amplio del sector privado que se creó con el objetivo de apoyar a la Compañía de Fomento Industrial (Pridco, por su acrónimo en inglés) en la tarea de atraer inversión a la Isla. En momentos en que Pridco promociona activamente la nueva Ley de Incentivos, los representantes del sector privado se han sumado a los esfuerzos porque entienden que pueden añadirle credibilidad al mensaje de que Puerto Rico es un buen lugar para invertir y hacer negocios. Nadie mejor que los suplidores para decirles a las empresas interesadas en venir al País cuáles son las oportunidades y retos respecto a la burocracia gubernamental, la cultura empresarial, etcétera. “A la hora de hacer negocios, no es lo mismo tener un embajador del Gobierno que llevar un empresario prominente del País”, indicó Rafael Nido, presidente de Rafael J. Nido, Inc. y portavoz del conglomerado de construcción. Además de que garantiza la continuidad de la iniciativa, independientemente de los vaivenes políticos. Más rápidos Para Elizabeth Plaza, presidenta y fundadora de Pharma-BioServ, uno de los factores más importantes para las biofarmacéuticas es el tiempo que le tomará a un producto llegar al mercado (time to market). Y en ese sentido, Puerto Rico tiene algunas ventajas que puede explotar. Primero están los edificios que dejaron vacantes las manufactureras químicas que han cerrado en los últimos años, ya que muchos se pueden adaptar a las necesidades de las plantas de biotecnología. No obstante, no se trata de una simple transacción de bienes raíces comerciales, y ahí entran los conocimientos técnicos de los suplidores. “Nosotros podemos ofrecer detalles técnicos de la operación como los equipos, los permisos que tenían…”, indica Jorge Rodríguez, presidente de Paciv. Construir una planta de la nada puede tardar años y costar millones de dólares, mientras que rehabilitar una instalación existente puede significar ahorros de tiempo y dinero. “Nosotros les podemos decir (a los encargados de buscar la ubicación de una nueva planta) qué recursos hay disponibles para acortar el tiempo para que el producto llegue al mercado. Ya estamos en una posición que podemos demostrar que hacemos el trabajo más rápido que Singapur y otros sitios”, asegura la presidenta de Pharma-BioServ, cuya compañía de validaciones y otros servicios tiene oficinas en Irlanda y Estados Unidos. El grupo de suplidores de las ciencias vivas incluso puede ayudar a identificar a los empleados desplazados que cuentan con conocimientos útiles para la nueva empresa. Plaza añade que, como la industria farmacéutica -química y biotecnológica- está tan reglamentada, por mucho tiempo se recurrió a procesos excesivamente complejos que encarecían los costos de los proyectos. Pero con el tiempo, ella y sus colegas han adquirido la experiencia para proveer servicios que siguen los estándares de calidad de las agencias reguladoras sin incurrir en elementos innecesarios, que también pueden retrasar la llegada de un producto al mercado. Colaboración empresarial En el caso del LSDG, formado hace casi tres años, además de ser una herramienta promocional, ocurre el fenómeno de que empresas que generalmente compiten entre sí por los proyectos se han unido para presentarse como una industria sólida y capaz de realizar un trabajo mejor que los recursos externos. Como parte de este objetivo formaron IDG (Industrial Delivery Group), una corporación que puede trabajar un proyecto de principio a fin, desde el diseño hasta las validaciones y controles de los equipos. Iván A. Hernández, de la firma de arquitectos e ingenieros que lleva su nombre, indica que cuando una farmacéutica tiene un proyecto a mayor escala, generalmente busca una compañía que pueda hacerlo todo. Hasta hace poco, ninguna de las firmas nativas estaba en esa posición y el trabajo terminaba en manos de un contratista multinacional, dijo. Pero ahora, Hernández segura que “los costos de IDG son más eficientes y competitivos”. Y la corporación ya tiene dos importantes proyectos como carta de presentación. La planta BD Biosciences, que Becton Dickinson estableció en Cayey, fue trabajada casi en su totalidad por empresas del LSDG, señala Josen Rossi, presidente del grupo Aireko. También, el edificio de Ciencias Moleculares que desarrolla la Universidad de Puerto Rico en el área de Cupey y que albergará laboratorios de investigación. “Lo único que no hicimos fue el diseño, porque de eso se encargó una firma recomendada por NIH (los Institutos Nacionales de la Salud, que otorgan financiamiento)”, recalca Rossi, también presidente de la Asociación de Industriales. Transición sin tropiezos Otra ventaja de la colaboración entre empresas es que produce transiciones ordenadas y eficientes entre las fases de un proyecto. “Antes teníamos las compañías, pero las fases eran aparte y el pase de batón era un dolor de cabeza”, expresa el presidente de Paciv, una firma de automatización e instrumentación, entre otros servicios, que se ha expandido a Estados Unidos e Inglaterra. Al estar en comunicación, cada parte del proceso puede planificarse tomando en consideración cada elemento, tanto los que le preceden como los que van después. Antes, cuando una de estas compañías de servicios mecánicos y eléctricos llegaba al proyecto, podía encontrar detalles imprevistos en la construcción que retrasaban su trabajo, al tener que repensar la tarea. Ahora, tiene comunicación continua con la constructora para saber de antemano lo que encontrará. “Así se puede terminar más rápido el proyecto y llevar el producto más rápido al mercado”, enfatiza el presidente de Aireko, reconocida por sus trabajos de construcción y gerencia de proyectos. Esperando el boom La situación que atraviesa la industria farmacéutica química a nivel global no es fácil. La misma ha visto grandes reestructuraciones con cierres de plantas y despidos de empleados, debido al vencimiento de patentes de algunos medicamentos y las consecuentes salidas al mercado de versiones genéricas. Puerto Rico no ha estado exento de esta sacudida, y miles de personas han perdido sus empleos en el renglón de la manufactura de medicamentos. Esto tras las reestructuraciones de multinacionales como Pfizer, Amgen y Merck, hasta las salidas de manufactureras como Ivax y el cierre de algunas de las plantas de Schering-Plough, Watson Pharmaceuticals Inc. y Bristol-Myers Squibb Co., por mencionar algunos. En tanto, el avance de las biofarmacéuticas ha sido lento y éstas también han tenido sus problemas. Las agencias reguladoras están siendo cada vez más estrictas en la aprobación de los productos y en la evaluación de aplicaciones para tratar enfermedades adicionales a la que originalmente se sometió. “Ahora mismo lo que hay es como un vacío”, dice Hernández. “Las Big-Pharma (grandes empresas farmacéuticas) sacaron su dinero de las investigaciones químicas para dedicarlo a las biológicas, que no han producido resultados tan rápidos”, explica. No obstante, lejos de estar pesimistas, los empresarios locales están a la expectativa de que haya un boom de medicamentos biológicos. “La cantidad de inversión que se está haciendo en el área de biofarmacéutica es impresionante”, enfatiza Hernández, “va a haber un momento en que habrá una explosión de productos”. Las compañías que forman parte del LSDG también están listas para asumir un rol más protagónico en la generación de empleos. Las biofarmacéuticas requieren menos personal, y existe una tendencia creciente a contratar recursos externos para mantener sus instalaciones en óptimas condiciones. Y las empresas de servicio a las ciencias vivas están ávidas para suplir esas necesidades de la industria y de la fuerza laboral.

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