Nefasto augurio para la costa de Borinquén

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Por Liz Yanira Del Valle /Especial El Nuevo Día endi.com Todo Puerto Rico merece una costa serena. Suena relajante e idealista. Al momento, existe en el ambiente noticioso una costa que de “serena” sólo tiene el nombre. Ese controvertible megaproyecto turístico y residencial que se localizará en el área de Piñones, en Loíza, ya cuenta con su Declaración de Impacto Ambiental (DIA) aprobada por la Junta de Planificación. Sin embargo, ese proyecto, cuya DIA se aprobó con mapas de inundación obsoletos, podría terminar como otros tantos, bajo el agua. En resumen: Tanto nadar para morir en la orilla. Quizás parezca material de película de Hollywood o un tema sensacionalista, pero si el calentamiento global sigue su rumbo, entonces el aumento del nivel del mar también seguirá el suyo. Los pronósticos científicos vislumbran la costa de Puerto Rico literalmente anegada. Esto, en el mejor de los casos, porque en el peor se habla de la posibilidad de que muchas islas-naciones corran el riesgo de desaparecer. Para el doctor en ecología marina, Edwin Hernández Delgado, esta situación implicaría una catástrofe social. “Se impactarían aeropuertos, zonas portuarias, carreteras, edificios públicos, hoteles, propiedad privada, plantas generatrices y plantas de tratamiento”, explicó. A nivel económico, es también un evento de magnitud porque implicaría la devaloración de propiedades, encarecimiento de seguros, inversión multi-billonaria en proyectos de control de erosión costera, reconstrucción de las zonas portuarias y aeropuertos y un colapso en la pesca. Hernández también señaló entre las pérdidas económicas la devaloración del atractivo turístico, la pérdida de empleos, la necesidad de relocalizar todo lo perdido y el posible aumento de impuestos y costo de vida para sufragar gastos de controlar y mitigar impactos de aumento en el nivel del mar. A nivel socio-político tiene sus consecuencias, ya que aumentaría la dependencia económica de otros países, crecería la deuda pública, incrementaría la migración, por ende fuga de talentos, y reducción en la capacidad de solucionar los problemas mediante autogestión. La seguridad también se afecta porque bajo estas circunstancias son mayores los riegos de inundaciones costeras durante huracanes, mayor la vulnerabilidad a tsunamis y riesgos de inundabilidad en zonas que antes no se inundaban. Según se indicó recientemente en el Primer Encuentro Nacional de Comunidades Costeras, del 1974 hasta febrero del 2006 se han radicado ante la Junta de Planificación cerca de 1,482 consultas en la zona costanera de las cuales 21% fueron rechazadas y 79% fueron aprobadas o están activas sin negación alguna. Los científicos reunidos en el Encuentro entienden que de seguir este paso, en el 2050 el suelo urbanizado se duplicará en la zona costanera. Siendo así 44% del total de la misma. Este panorama obliga a la reflexión de todos porque es evidente que la zona costanera de la Isla es la que posee mayor presión de desarrollo. En su presentación sobre Puerto Rico y el calentamiento global, Hernández sugirió al gobierno que prohiba la construcción innecesaria en la costa, promueva la conservación natural de una franja de al menos 250 a 500 metros de la costa y evite la deforestación desmedida de las cuencas hidrográficas. Urgen cambios En general, y según Hernández, los gobiernos del planeta Tierra pudieran reformular leyes ambientales más estrictas respecto a las emisiones industriales, fomentar incentivos económicos a industrias comprometidas en el plan de reducción de emisiones, establecer controles de emisiones atmósfericas de CO2 y otros gases de invernadero, promover estrategias para reducir el consumo de electricidad y agua, promover el uso de combustibles más limpios, fomentar un mejor sistema integrado de transportación colectiva y de vehículos de motor híbridos, uso de fuentes alternas de energía y uso de cisternas alimentadas por agua de lluvia, entre otras alternativas. Mientras tanto, y aunque parezca una acción nimia, la comunidad puede desde su casa contribuir a detener estos fatales pronósticos. Sirve desde la propuesta de reducir el consumo de electricidad y agua, sustituir lámparas de luz incandecente por luz fluorescente, uso de transporte colectivo, uso de enseres con la etiqueta “energy star” (reduce el consumo a casi un 15%) y reusar, reducir y reciclar los desperdicios sólidos. Otras acciones ya más complejas para la comunidad pero no imposibles son las de promover prácticas agrícolas adecuadas para evitar la erosión, organización y exigencia al gobierno en relación al tema, buscar ayuda y orientación en las academias y promover actividades educativas e informativas sobre la situación. Voz de alerta El primer Encuentro Nacional de Comunidades Costeras, celebrado en octubre, es un buen ejemplo del trabajo realizado por algunos grupos comunitarios locales y su lucha a favor del tema ambiental en Puerto Rico. Por su parte, el profesor universitario y doctor en ecología marina, Edwin Hernández Delgado, ofreció su conferencia sobre Puerto Rico y el Calentamiento Global, durante la IX Feria Internacional del Libro de Puerto Rico, celebrada en noviembre.