Hay quienes comparan la ciencia con un edificio, cuya fortaleza y durabilidad depende, en gran medida, de que sus cimientos sean firmes y confiables. El edificio de la ciencia boricua, construido por miles de dedicados investigadores puertorriqueños a lo largo de casi 200 años, no sería lo que es hoy sin la esencial labor de varios científicos de finales de siglo XIX y principios del siglo XX. Uno de éstos es el prócer pepiniano Narciso Rabell Cabrero (1873-1928).

Narciso Rabell Cabrero vivió la época de transición socio-cultural y política del llamado “trauma del ’98”, un término empleado por el escritor Antonio S. Pedreira y que recoge el cambio social, religioso, político y económico que abarca desde 1898 hasta 1910 en el archipiélago puertorriqueño.

Recientemente, el oceanógrafo Angel Nieves Rivera y el arqueólogo Edgar Maíz López, publicaron el libro “Narciso Rabell Cabrero: Naturalista y Servidor Público Pepiniano–Biografía y Notas Genealógicas”. El volumen es el producto de años de investigación histórica y análisis de fuentes primarias, como publicaciones científicas, artículos periodísticos, certificaciones, cartas, fotografías, genealogías y entrevistas con sus descendientes.

Este libro complementa y expande otros escritos anteriores sobre Rabell Cabrero, haciéndole justicia ya que es un prócer casi olvidado por la historiografía puertorriqueña. Lamentablemente, sólo los pepinianos, su familia y algunos especialistas reconocen su obra.

“Uno de los propósitos principales de este libro es el dar a conocer su vida y obra. Su vasta aportación no ha sido reconocida más extensamente porque se han extraviado documentos y colecciones, las cuales su paradero se desconoce,” comentan Nieves Rivera y Maíz López.

Narciso Rabell Cabrero nació en San Sebastián en 1873. Completó su preparación académica en el Colegio San Juan Bautista y el Liceo de Mayagüez, e hizo su licenciatura en la Real Sub-Delegación de Farmacia de Puerto Rico en San Juan, aparte de ser un autodidacta. 

En su libro, Nieves Rivera y Maíz López contrastan la percepción actual de un científico, una de alta especialización en un solo tema, con la época de Rabell Cabrero. En aquel tiempo ser polifacético era muy común y respondía a la antigua escuela investigativa representativa de Humboldt, Bonpland, Agassiz, y otros naturalistas. 

Un hombre renacentista en todo el sentido de la palabra, las aportaciones de Rabell Cabrero fueron innumerables, aunque poco reconocidas en su Puerto Rico natal. Se distinguió como naturalista, paleontólogo, farmacéutico, químico, botánico, y arqueólogo aficionado. Además fungió como asambleísta, alcalde, síndico, educador, líder cívico, músico y filántropo.

Rabell Cabrero fue considerado por la Academia de las Ciencias en Nueva York como “el hombre de ciencia de Puerto Rico” por su bagaje científico vasto, por poseer una visión humanista muy adelantada para su tiempo y por su importante participación en el “Scientific Survey of Porto Rico and Virgin Island”, un abarcador proyecto investigativo que estudió lo que “las nuevas posesiones” ofrecían en cuanto a recursos naturales y sociales.

Aparte de colaborar con las expediciones científicas estadounidenses a comienzos del siglo XX, publicó sus propias investigaciones. Rabell Cabrero fue uno de los primeros científicos que escribió sobre los dientes de tiburones fósiles en Puerto Rico.  También hizo una colección notable de fósiles en los predios del hoy conocido Salto Collazo y áreas aledañas, como el Río Guatemala.

Narciso Rabell Cabrero es un modelo a seguir por las actuales y futuras generaciones de puertorriqueños, tanto en las ciencias naturales como en otros campos del saber. Para adquirir esta interesantísima publicación, los lectores pueden comunicarse con Ángel Nieves Rivera (anievesster@gmail.com) o visitar la página web www.lulu.com.