Nuevos bríos para la neurobiología en la Isla

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Por Rut N. Tellado Domenech / rtellado@elnuevodia.com endi.com En un recorrido por el Instituto de Neurobiología del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico (UPR), su nuevo director, Steven N. Treistman, se apresura a mostrar lo que será su laboratorio. Paredes rotas, puertas tiradas y mesas de trabajo en pedazos. Aunque no es un panorama muy alentador, Treistman observa el salón con orgullo. “Estamos derribando lo que había para reconstruirlo”, cuenta el neoyorquino de 63 años mientras ve, no el desorden que hay, sino el laboratorio de neurociencias que será cuando esté terminado. Asegura que le gusta construir y arreglar cosas y, de hecho, revela que uno de sus pasatiempos es construir muebles de madera. Treistman, quien llegó en diciembre a Puerto Rico, obtuvo un doctorado en neurobiología en la Escuela de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte y tiene casi cuatro décadas de experiencia en el campo. Antes de llegar a la Isla, se desempeñaba como profesor de la Escuela de Medicina en la Universidad de Massachusetts y dirigía el Instituto de Investigación en Neuropsiquiatría de Brudnick. Además, fue reconocido por los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) con el MERIT Award. Este galardón, según NIH, provee apoyo estable y a largo plazo a científicos de competencia y productividad superior. ¿Qué motivó a un investigador de renombre como Treistman a trabajar en Puerto Rico? “Me intrigaba la Isla, en la que había estado antes visitando unos amigos en Cabo Rojo, y me gustó, pero nunca pensé que terminaría viviendo aquí”, señaló. Al Instituto de Neurobiología, que está localizado cerca de El Morro, en el Viejo San Juan, llegó el año pasado de la mano del director interino, Mark Miller, y del jefe de la junta asesora de la institución, José Lemos, con quien había trabajado en la Universidad de Massachusetts. “Yo no sabía nada de este lugar”, dijo Treistman sobre el Instituto. “Fui invitado a formar parte de la junta asesora externa y ver qué se podía hacer para mejorarlo”. La junta acordó que era necesario que la institución contara con un director en propiedad, ya que Miller ejercía de forma interina desde el 2001. “Me llamaron para ofrecerme el puesto. Mi primera respuesta fue no”, admitió. “Para mí era muy difícil partir, pues me gusta mucho Massachusetts”. Por eso, algunos miembros del Instituto fueron a Estados Unidos a convencerlo de que cambiara de parecer. Y lo lograron. “Mientras decidía qué hacer, vi que la gente del Instituto es maravillosa”, manifestó. “Todo el mundo fue muy afable y me impresionó su empeño en querer hacer de este centro de investigación uno competitivo”. Incentivos contributivos También influyó en su ánimo la aprobación el año pasado de la Ley 101, que otorga una exención contributiva a los investigadores adscritos a las universidades del País. A juicio de Treistman, esto significa que a la Isla le interesa incentivar la investigación científica. Eso lo motivó a empacar sus cosas y mudarse con su esposa Joanne al Condado, dejando en Estados Unidos a sus dos hijos y cuatro nietos. Aunque sostiene que tiene mucho trabajo por delante, asegura que le gustan los retos. “Trataremos de unir a la gente para que haya sinergia” entre sus trabajos, afirmó. Más congresos en la Isla Además, se reunió con un grupo de la Fundación Nacional de las Ciencias, entidad federal que financia proyectos científicos, para “tratar de convencerlos de que el Instituto tiene una oportunidad única de unir investigaciones en biomédica y ecología. Pienso que no hay otro lugar en el mundo que esté tratando de hacer esto”. También hará más congresos internacionales en la institución tales como el que se llevó a cabo del 12 al 15 de febrero, que reunió a quienes estudian neurociencia en moluscos. Por otro lado, piensa que su experiencia con NIH le ayudará a obtener de más dinero esa entidad para financiar investigaciones en la Isla. “Quiero hacer que este lugar sea más visible internacionalmente”, afirmó Treistman mientras mostraba otro laboratorio a medio construir, desde cuya ventana se divisaba El Morro.