Recelo ante los molinos

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Por Liz Yanira Del Valle / Especial El Nuevo Día endi.com ¡Que no son gigantes, que son molinos! ¡Que no son molinos, que son gigantes! Tan quijotesco como el debate entre el personaje de La Mancha y Sancho Panza es el que se da entre grupos ambientalistas del País y las Empresas Windmar, representadas por Víctor González Barahona, que proponen crear un parque eólico en el área de Punta Verraco y Punta Ventana en Guayanilla. José F. Sáez Cintrón, de la Coalición Pro Bosque Seco Ventana Verraco, detalló las dimensiones de esos molinos. “Al menos, se proponen 25 turbinas de cerca de 400 pies de alto y entre 130 a 200 pies por cada aspa. Cada uno ocupa una vasta extensión de terreno, el cual tiene un valor ecológico ya conocido pues hasta son clasificados como Zona Rústica de Conservación Especialmente Protegida”, enfatizó. El debate ni es nuevo ni es exclusivo de Puerto Rico. Los mismos personajes que están a favor del desarrollo de este tipo de parques reconocen las pugnas que causan. Guy Roots, miembro de un grupo para el desarrollo de los parques eólicos en la península de Furness, en Inglaterra, declaró a la prensa internacional que éstos necesitan “los puntos más elevados del país. Estos puntos son demasiado prominentes, escénicamente bellos, y todo esto causa un dilema”. Los argumentos esgrimidos por los defensores de la causa son que esos parques producen energía sin los problemas asociados a los riesgos de accidentes o al almacenamiento de residuos de la energía nuclear; no agotan combustibles fósiles, cuyas reservas son finitas, y producen energía sin emisiones dañinas de CO2, SO2 y óxidos de nitrógeno, gases asociados con el calentamiento global y las lluvias ácidas. Country Guardian, una organización que se opone al desarrollo de estos parques, opina que la energía eólica puede ser un método de generación de energía útil, pero “para particulares, granjas, edificios y pequeñas comunidades situadas lejos de la red de suministro de la energía eléctrica”. “Las turbinas pueden ser aceptables donde no entren en conflicto con las características del entorno local, pero no deben arruinar las vidas de los que viven en su proximidad”, sostiene la organización. En Inglaterra, pese a que el Comité Galés para la Energía Eólica advirtió desde el 1994 que los parques eólicos no deben ser situados en áreas protegidas ni donde pudieran ser claramente visibles, en la práctica no hay limitaciones a las localizaciones que los promotores elijan para construir esas instalaciones. La situación en Punta Ventana, Cerro Toro y Punta Verraco (aledañas al Bosque Estatal de Guánica) pinta similar. El proyecto quedó paralizado tras reportarse varias irregularidades, incluso notificadas por los vigilantes del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA). Se alega la violación de ocho leyes ambientales y secciones del reglamento del DRNA por la empresa a cargo del parque. Según Saéz Cintrón, “se reportó el movimiento de tierra fuera de áreas de caminos ya existentes estipulados en la solicitud, el desmonte y excavación en áreas no consideradas en el proyecto, no se obtuvo el permiso de control de erosión y sedimentación de la Junta de Calidad Ambiental (JCA), hubo corte de árboles, obstrucciones al desagüe pluvial y se modificó el hábitat natural sin un plan de mitigación aprobado por el DRNA. Se impactó una cueva cercana a la zona y se depositó el material de la corteza terrestre removida en una zona marítimo terrestre”. Ariel E. Lugo, director del Instituto de Dasonomía Tropical, manifestó que “la ubicación de molinos de viento u otra infraestructura energética no debe ser a expensas de valores ecológicos conocidos”. “El Bosque Seco de Guánica es una reserva biosférica como El Yunque y es de gran valor ecológico y ecoturístico. Es el mejor ejemplo de bosque seco en el Caribe. La vegetación del bosque es valiosa por su diversidad y adaptaciones a las condiciones climáticas y edáficas del lugar. Su supervivencia peligra con la ubicación de los molinos de viento tan cerca”, señaló. Y mientras en Puerto Rico el debate se enciende o se silencia, en el resto del mundo dicha tecnología va perdiendo su popularidad. La publicación sobre energía eólica Wind Power Monthly deduce que eso es debido a que “esta industria pesada se ha equivocado al instalarse en paisajes vírgenes con un disfraz verde”. Su editor, en 1998, indicó que “las centrales eólicas no son parques e incluso mencionó que, en Dinamarca, las turbinas reciben el mismo tratamiento con que se planifican las autopistas, los polígonos y edificios industriales y las carreteras”. En Estados Unidos, a finales de los años 1980, las autoridades civiles de Palm Springs obligaron a los promotores de uno de estos parques a mover las turbinas a una distancia de media milla de la autopista por motivos de seguridad. Las aspas, en algunos casos, se han soltado. Otfried Wolfrum, profesor de geodesia aplicada de la Universidad de Darmstadt, Alemania, reportó una cantidad significativa de roturas de aspas donde hubo cuatro casos severos en los cuales fragmentos de las mismas, que pesaban media tonelada, fueron lanzados a 280 metros. Informes de Country Guardian sostienen que las aspas pesan más de una tonelada y sus puntas se mueven a más de 180 millas por hora. Cuando se rompen, planean hasta 400 metros. En cuanto al ruido, añaden los informes que proviene tanto de su función mecánica como de la aerodinámica de las aspas. En parte, puede ser controlado y atenuado, y algunas turbinas son más silenciosas que otras. El más molesto es el que proviene de la interacción de las aspas con el aire, y la industria no ha tenido éxito para controlar esto. La colocación del molino trae sus interrogantes y contradicciones. Estos generadores de energía van en una excavación equivalente a una piscina de 25 metros, según Country Guardian. El material extraído debe ponerse en algún lugar. El agujero se rellena con arena, grava y cemento que deberá venir de algún sitio y que deberá ser transportado por camiones pesados. Muchos kilómetros de caminos de servicio y de zanjas de cables deben construirse en un parque eólico grande. Si el parque eólico está lejos de la red eléctrica, entonces habrá torres y líneas de trasmisión que conformen la conexión necesaria. Los partidarios de la energía eólica admiten que necesitan enormes cantidades de hormigón para cimientos y caminos y que por esto se crean puestos de trabajo. De hecho, la industria del hormigón es la mayor fuente de emisiones de CO2 del planeta, sobre 7% del total. Por lo tanto, las turbinas eólicas producen grandes cantidades de CO2, aunque sea por adelantado. Amenaza al vuelo nativo Por último y no menos importante, figura el destino de las aves y su encuentro con las aspas de dichas turbinas eólicas. En Puerto Rico, la zona propuesta para el parque es hábitat del guabairo, ave endémica de la Isla. La Sociedad Ornitológica Puertorriqueña se opone al proyecto, entre otras cosas por “el efecto negativo que tendrá la construcción de esta instalación en el guabairo (Caprimulgus noctitherus). El guabairo será desprovisto de 725 cuerdas de hábitat crítico necesario para su conservación”.

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