“Una parte importante de la ingeniería es buscar soluciones y ellos pudieron aplicar ese conocimiento que obtuvieron en este proyecto. Tenemos estudiantes de diferentes disciplinas porque reconocemos la importancia de la colaboración”, destacó el profesor de electrónica del recinto de Gurabo de la Universidad de Turabo, Diego Aponte Roa.
Asimismo, el proyecto ha servido como punta de lanza para lo que podría ser un futuro como empresarios para los tres alumnos. Ya la maquinaria universitaria comenzó a moverse para que la podadora pueda ser patentizada y que, en unos años, llegue a las tiendas, indicó Aponte Roa.
“Esto es tan solo un prototipo. Ahora sabemos que necesitaremos de un acercamiento más interdisciplinario, ayuda de otras áreas como ingeniería mecánica, mercadeo, negocios, asesoría legal... Pasar del prototipo a la manufactura es complejo”, señaló el profesor.
De hecho, elaparato pintado de negro y anaranjado -los colores de la Universidad del Turabo- aún no ha llegado a su versión final, según las intenciones de los estudiantes. Estos trabajan para convertirla en una podadora autónoma, es decir, que no necesite de un control remoto para moverse, sino que pueda ser programada para realizar la tarea por sí sola.
Este no es un proyecto descabellado, pues actualmente existen podadoras de grama que funcionan de manera independiente, pero no siguen un patrón definido, sino que corren de manera aleatoria y dejan pedazos del terreno sin atender, apuntó Rivera Cruz. Y esos aparatos usualmente cuestan miles de dólares, mientras que la idea es que la versión puertorriqueña, bautizado RC Grass Cutter, cueste menos y hasta quizás esté disponible en dos modelos, el automático y a control remoto, sostuvo el profesor Miguel A. Goenaga Jiménez.
Con el ojo en el futuro
El modelo que corta en unos minutos la grama en una pequeña área verde junto a un laboratorio en la Escuela de Ingeniería usa tres baterías recargables de 12 voltios, las cuales intentarán sustituir por baterías de litio que serían más eficientes y más livianas, comentó Castro Sepúlveda. Asimismo, los estudiantes solo han desarrollado una aplicación para la podadora para celulares con el sistema operativo Android, por lo que prevén desarrollar una que funcione en el sistema iOS, que utilizan los aparatos de la empresa Apple, como los iPhones, destacó Ortiz Rodríguez.
Además, tienen la idea de cambiar el mecanismo que corta grama del cordón que usa un “trimmer” a cuchillas de metal y añadir un mecanismo de seguridad en la parte frontal del aparato que le permita detenerse si se le cruza en frente una persona o mascota, señaló Castro Sepúlveda.
Al momento, el equipo estima que el aparato quizás podría llegar al mercado a un costo de unos $800.
“Debemos pensar en lo que puede ser el retorno de la inversión. Quizás sea un aparato más caro que una podadora tradicional, pero hay que pensar en cuánto uno le paga a alguien para que corte la grama, o cuánto se paga en la máquina, en la gasolina... Eso son costos que seguro la gente recuperaría rápido si usan esta podadora, además de que no pasarían el mismo trabajo”, comentó Aponte Roa.
Para el decano de la Escuela de Ingeniería del Turabo, Héctor Rodríguez, el emprendimiento y la innovación son elementos cruciales que deben desarollar los estudiantes universitarios de hoy día.
“Este podría ser su futuro... En vez de esperar que una compañía los emplee, podrían empezar su propia empresa”, expresó Rodríguez, quien destacó que anualmente se exhiben decenas de proyectos desarrollados por estudiantes de nivel subgraduado en un evento que celebran dos veces al año bautizado “Engineering Day”.
La podadora ya ha hecho su “debut en sociedad” en presentaciones de proyectos estudiantiles. El trío también ganó el segundo lugar en el Caguas Mini Maker Faire que se celebró el pasado 28 de enero en el Centro Criollo de Ciencia y Tecnología del Caribe (C3Tec).
Ante las grandes esperanzas que tiene con su podador producto de un proyecto de clase, al finalizar el semestre pasado, al menos Rivera Cruz obtuvo un 98% en la clase del profesor Aponte Roa. Los demás sonrieron, pero no revelaron sus notas.