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Compartiendo la ciencia detrás de la salud, la enfermedad y el bienestar

¿Mascarillas a la hoguera?

Imagen de Marieli Gonzalez Cotto
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Publicado originalmente en la sección de Opinión de El Nuevo Día como parte de una colaboración entre CienciaPR y ese medio.

Hace más de dos años añadimos un nuevo accesorio a nuestra vida cotidiana: la mascarilla. Aunque es cierto que al principio hubo confusión y desinformación en cuanto a su uso y efectividad, lo cierto es que a estas alturas no queda duda: el uso de mascarilla sí funciona.

¿Para que funciona exactamente? Para contestar esta pregunta comprensivamente, repasemos a vuelo de pájaro algunos conceptos importantes.

La función principal de la mascarilla es filtrar y retener las gotas respiratorias que el usuario expulsa al respirar, hablar, toser y estornudar para proteger a las personas a su alrededor. Las mascarillas se han usado por más de un siglo, principalmente en contextos hospitalarios ya que, en efecto, evitan transmisión de enfermedades respiratorias.

Además, gracias en parte a decenas de estudios que se generaron durante esta pandemia, sabemos que las mascarillas protegen también al usuario y que esta protección varía dependiendo del tipo de mascarilla, material y ajuste a la cara. Además, nos queda claro que el uso generalizado de mascarillas minimiza significativamente la transmisión de virus y que su uso no acarrea riesgos a la salud.

No empece la multitud de evidencia que existe de los beneficios de las mascarillas, estás se han convertido en un símbolo político. Cuando deberían representar libertad y salud, muchas personas se han empeñado en convertirlas en un símbolo de control e inconveniencia; en una letra escarlata. El equivalente de las brujas de Salem.

Los juicios de las brujas de Salem son un suceso histórico que resultó en la ejecución de al menos 14 mujeres, cinco hombres y dos perros, por ser acusados de brujería. Aunque tales acusaciones eran comunes en los años 1300 al 1600, estos juicios se suscitaron por razones políticas locales del pueblo de Salem, Massachusetts.

Sospechosamente, y parecido a las circunstancias que han llevado a la demonización de las mascarillas por ciertos sectores, las acusaciones de brujería fueron motivadas por razones enteramente políticas y de poder. Las mismas estuvieron basadas en el testimonio de personas que experimentaron síntomas como vómitos, espasmos musculares y alucinaciones.

Para sorpresa de nadie, las primeras tres “brujas” fueron mujeres pobres. Una de las mujeres confesó ser “bruja” en su juicio y relató extraños sucesos sobrenaturales. Se piensa que fue manipulada a hacerlo, para así sembrar la paranoia colectiva que resultó en muchísimas más acusaciones.

No fue hasta el 1976 que un estudio publicado en la revista científica Science reveló que los síntomas experimentados por los primeros acusadores fueron debido al consumo del hongo Ergot, que vive en los granos y se puede reproducir durante meses calurosos y húmedos, el mismo periodo en el que se llevaron a cabo los juicios de Salem.

De más está decir que hoy en día los juicios de Salem son reconocidos por haber sido no más que una superstición potenciada por la ignorancia e intereses políticos y económicos. Si le suena familiar al presente, no es coincidencia.

Es imperativo que la ciencia guíe las decisiones de salud pública. El uso de mascarillas funciona. Nos ganó tiempo para desarrollar otras medidas de mitigación de COVID-19.

Pero, ninguna medida es 100% eficaz por sí sola, sino que es necesario sumarlas para que tengan el máximo beneficio. Por eso es que aún vacunados y con refuerzo, es recomendado que usemos la mascarilla para evitar contagios.

Mientras no veamos los casos de COVID-19 disminuir o controlarse, debemos proceder con cautela. Veamos el uso de mascarilla y demás medidas de mitigación como una herramienta para acercarnos a la “normalidad”. Aprendamos a reconocer y manejar nuestro riesgo personal y a usar la mascarilla de manera solidaria cuando estemos en situaciones de alto riesgo o con personas vulnerables. No echemos las mascarillas a la hoguera.

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