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Compartiendo la ciencia detrás de la salud, la enfermedad y el bienestar

Niños y niñas podrían ser foco importante de transmisión del COVID-19

Imagen de Edwin Rosado
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Publicado originalmente en el Periódico Nuestro, como parte de la colaboración entre CienciaPR y este medio.

Mientras que muchas jurisdicciones —incluyendo Puerto Rico— han decido comenzar las clases en línea durante la pandemia, otras lo han hecho de manera presencial, usando como justificación que los niños y las niñas están en menor riesgo de sufrir síntomas severos de COVID-19. Sin embargo, esta justificación es infundada, pues no existe evidencia científica certera de esto y además ignora que las comunidades escolares no sólo se componen de menores de edad.

A sólo días de reabrir sus escuelas, varios distritos escolares en los estados de Indiana, Georgia y Mississippi tuvieron que cerrar debido a brotes en diversos planteles. Estos brotes fueron asociados a maestros y estudiantes infectados. En Puerto Rico se planteó en un momento el regreso presencial a las escuelas en septiembre, aunque en las pasadas semanas se ha estado reconsiderando esto debido a la continua alza de casos positivos de COVID-19 y a que otros indicadores de la pandemia (como las muertes) han ido empeorando.

¿Qué dice la ciencia?

Dos estudios recientes apuntan a que usar el argumento que los menores de edad se infectan menos o no se enferman de gravedad puede ser peligroso.

El primero, publicado en la revista Science, estudió datos epidemiológicos de dos ciudades en China: Wuhan—donde el virus fue originalmente detectado—y Shanghai, para entender el impacto de abrir o cerrar las escuelas en el control de la pandemia. Este estudio rastreó alrededor de 7,000 contactos de 136 casos confirmados de pacientes menores y adultos infectados por el virus SARS-CoV-2, que produce COVID-19. La investigación encontró que, aunque en general los niños y las niñas eran menos susceptibles a infección por el coronavirus comparado a los adultos, cuando las escuelas estaban abiertas era 3 veces más probable que los menores estuviesen en contacto con personas infectadas. Esto aumentó significativamente su susceptibilidad a infección y, a su vez, la posibilidad de transmisión en las comunidades escolares.

Basado en su análisis estadístico, este estudio en Science estimó que mantener las escuelas cerradas puede reducir el alza en casos por 40 a 60 por ciento. También encontraron que mantener las escuelas abiertas aumentó significativamente el número de reproducción del virus, R0, un estimado del número de infecciones atados a un caso positivo. Este aumento en el número de reproducción a su vez puede resultar en un aumento en el potencial de propagación del virus en comunidades si se decide reabrir las escuelas.

El segundo estudio, publicado en JAMA Pediatrics, investigó las diferencias en los niveles del virus entre menores y adultos infectados por el coronavirus SARS-CoV-2. El mismo midió la cantidad del virus usando pruebas moleculares (que detectan la presencia del material genético del virus) en 145 pacientes residentes de Chicago. Se encontró que los niños y niñas mayores de 5 años infectados tienen cantidades del virus (lo que se conocer como carga viral) en las vías nasales comparables a lo observado en adultos. No obstante, en niños menores de 5 años, se encontró que la cantidad del virus en el tejido infectado es hasta 100 veces más altos comparado a los adultos. Resultados similares han sido también reportados en estudios preliminares en Alemania y Francia, donde se encontró que los niños y las niñas menores de 18 años pudiesen tener igual o más cantidad del virus que adultos.

Abrir las escuelas en lugares donde hay altos niveles de transmisión en la comunidad—como es el caso de Puerto Rico—aumentaría la probabilidad de que estudiantes y miembros de la comunidad escolar puedan infectarse y contagiar a otros. Esta apuesta es aún más peligrosa cuando faltan sistemas de vigilancia y control del virus robustos y puntuales (como pruebas moleculares y rastreo)—también el caso en Puerto Rico.

Los estudios realizados hasta ahora son limitados en la cantidad de pacientes y su demografía y aún nos falta muchísimo por entender sobre cómo el coronavirus afecta a los niños y niñas. Mas lo que sí queda cada vez más claro es que la premisa de que se pueden abrir las escuelas por que los niños y niñas no se enferman de gravedad o no transmiten el virus es incorrecta.

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