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No cura la COVID-19 y puede poner en riesgo la vida: dióxido de cloro

Imagen de Mónica Ivelisse Feliú-Mójer
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21 MAYO, 2020 

POR LUIS ROBERTO CASTRILLÓN

El dióxido de cloro es un compuesto que se intenta proponer como alternativa para “curar” la COVID-19, pese a la falta de evidencias sobre su consumo seguro y a las advertencias de las autoridades sanitarias sobre el riesgo que ingerirlo representa para la salud humana.

Hasta el momento, la utilidad de esa fórmula solo está demostrada como desinfectante para espacios y superficies en los que pudieran hallarse patógenos de la familia del coronavirus a la cual pertenece el SARS-CoV-2 y únicamente en condiciones controladas que eviten el riesgo de intoxicación.

Ofrecido con el nombre Solución Mineral Milagrosa (MMS, por sus siglas en inglés) o su versión activada SDC (CDS, por sus siglas en inglés) esa composición ha sido señalada por autoridades sanitarias como una amenaza para la salud desde hace una década.

Pese a ello, existe una convocatoria hecha por una organización de la sociedad civil, de origen estadunidense, llamada Fundación Génesis que patrocina un estudio clínico sobre el uso de la sustancia como tratamiento contra el nuevo coronavirus.

En julio de 2010, la Administración de Alimentos y Drogas (FDA) de Estados Unidos advirtió sobre el daño que la sustancia, ofrecida entonces como una supuesta cura para hepatitis, VIH, acné, cáncer e influenza H1N1, puede ocasionar a quien la consuma.

El producto instruye a los consumidores a mezclar clorito de sodio (una solución al 25-28 por ciento) con un ácido potente al cuatro por ciento o ácido cítrico concentrado. Esta mezcla produce dióxido de cloro, un potente blanqueador usado en textiles y para el tratamiento de aguas industriales.

“Altas dosis de este blanqueador, como se recomienda en la etiqueta, puede causar nauseas, vómito, diarrea y síntomas de deshidratación severa”, expuso la institución estadunidense (1).

Una década después, el compuesto vuelve a ser noticia entre usuarios de medios sociodigitales debido a una fuerte campaña realizada por sus distribuidores, entre ellos, Mark Grenon, autodenominado obispo de la iglesia Génesis II, quien hizo pública la solicitud enviada al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para que ordene utilizar el compuesto como una medida para detener el contagio de COVID-19 en ese país (2).

Solamente en México existen tres grupos registrados en Facebook que promueven el compuesto y reúnen aproximadamente cuatro mil 700 miembros, entre ellos uno llamado  “Dióxido de Cloro Vs. Coronavirus”, que cuenta con mil 700 integrantes.

¿Qué es el dióxido de cloro como supuesto medicamento o MMS?

El dióxido de cloro es un gas altamente oxidante. Es utilizado como blanqueador de textiles o papel y como desinfectante en el tratamiento de aguas industriales y en plantas de distribución de agua potable.

De acuerdo con la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades del Centro de Control de Enfermedades (ATSDR-CDC, por sus siglas en inglés (3) la concentración del compuesto en el agua potable se encuentra por debajo de los límites tolerables para el consumo humano (una parte por millón), por lo que de esa forma es inocua, a diferencia de las composiciones ofrecidas bajo las denominaciones de CDS y MMS (tres mil partes por millón).

Respecto de ambos productos “milagro” la FDA ha recibido reportes de consumidores que han sufrido de vómito y diarrea severos, alteraciones a la presión sanguínea que ponen en peligro la vida, además de falla hepática aguda después de beberlos (4).

¿Puede ser útil contra un coronavirus?

Como solución desinfectante, el dióxido de cloro puede ser útil para inactivar el virus en superficies.

Una investigación de 2007 (5) demostró que en bajas concentraciones puede usarse en forma de aerosol para prevenir el contagio de influenza H1N1 en ratones. El mismo estudio propone que podría usarse en espacios cerrados de uso humano.

Otro estudio realizado ese mismo año (6) expuso cómo se inactivaba el virus H5N1 en minutos, en muestras de agua potable durante un experimento realizado in vitro.

No obstante, en ambos casos se trata de estudios realizados sobre la acción del compuesto en superficies o en el agua. Ninguno implica la ingesta de la mezcla en seres humanos.

Por otra parte, en un artículo publicado en marzo pasado, se plantean diversas hipótesis sobre si el “dióxido de cloro puede prevenir la diseminación de coronavirus y otras infecciones virales” (7), entre las cuales se reitera su uso como desinfectante de superficies y espacios.

Ese mismo documento plantea el uso del compuesto como una alternativa de desinfección de las vías respiratorias, desde la boca hasta los pulmones. En el primer caso sería a través de gárgaras o gotas en las fosas nasales y en el segundo introduciéndolo como gas en el sistema pulmonar.

Sin embargo, el documento advierte que el uso como desinfectante oral no significa que pueda prevenir el desarrollo de la enfermedad, y en el caso de las vías respiratorias la pregunta es cómo llevar el gas a los pulmones e identificar la posible dosis para evitar un daño. El artículo aclara que no existen datos al respecto.

Sobre lo que sí existen datos es respecto de los efectos nocivos pulmonares, neurológicos y de tiroides que el dióxido en forma gaseosa causa (8).

Más allá de las hipótesis planteadas en el texto referido, existe una convocatoria abierta desde el mes de abril pasado para participar en un ensayo clínico para “Determinar la efectividad del uso oral de Dióxido de Cloro en el tratamiento de COVID-19” (9).

La convocatoria fue publicada en el sitio oficial de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos y en la misma se señala como patrocinador a la Fundación Génesis (10), sede Colombia, una organización de la sociedad civil que se promociona como financiadora de “estudios clínicos y programas terapéuticos para niños nacidos con alguna discapacidad física o intelectual o desórdenes genéticos”.

El estudio, según su registro, se realizará en Colombia y España entre abril y junio de este 2020. Se analizará un grupo de solo 20 pacientes quienes serán responsables de preparar y tomar diluciones de una solución concentrada de MMS.

En el anuncio de la investigación, la Biblioteca Nacional de Medicina se deslinda de los resultados de la prueba clínica y afirma que la validez del estudio es responsabilidad del patrocinador y los investigadores. Indica también que publicarlo no implica que haya sido evaluado por las autoridades federales de Estados Unidos.

De hecho, la comercialización y difusión de esta sustancia ya ha tenido consecuencias legales anteriormente, tanto para su mayor promotor, Andreas Kalcker, como para otros comerciantes del producto en Estados Unidos y otros países (11).

Sin duda, la popularidad de este “producto milagro” resulta riesgosa en un contexto de urgencia por un tratamiento contra el SARS-CoV-2. Debe tomarse en cuenta que el uso de un compuesto probadamente tóxico y fuera de toda regulación sanitaria internacional, no debe ser promovido.


LINKS:

(1) https://web.archive.org/web/20100803065145/http://www.fda.gov/Safety/MedWatch/SafetyInformation/SafetyAlertsforHumanMedicalProducts/ucm220756.htm

(2) https://www.brighteon.com/aedb4e1b-3a47-434f-8548-7efe585a1cf1

(3) https://www.atsdr.cdc.gov/es/phs/es_phs160.html

(4) https://www.fda.gov/consumers/consumer-updates/danger-dont-drink-miracle-mineral-solution-or-similar-products

(5) https://www.microbiologyresearch.org/content/journal/jgv/10.1099/vir.0.83393-0

(6) https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2851495/

(7) https://www.researchgate.net/publication/340247214_Can_chlorine_dioxide_prevent_the_spreading_of_coronavirus_or_other_viral_infections_Medical_hypotheses

(8) https://cfpub.epa.gov/ncea/iris/iris_documents/documents/subst/0648_summary.pdf

(9) https://clinicaltrials.gov/ct2/show/NCT04343742

(10) https://thegenesisfoundation.org/about-us/

(11) https://web.archive.org/web/20131019051156/http://atg.wa.gov/uploadedFiles/Home/News/Press_Releases/2009/VassaloSmithACCCjudgment.pdf


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