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Prevención a dos por uno: el virus de oropuche

Imagen de Fabiola Cruz Lopez
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El mosquito Culex quinquefasciatus es uno de los vectores del virus de Oropuche y está presente en Puerto Rico. (CDC/James Gathany)

Esta columna fue publicada originalmente en la sección de Opinión de El Nuevo Día como parte de la colaboración entre CienciaPR y ese medio.

Las principales agencias y organizaciones de salud pública internacionales emitieron recientemente una alerta para la región de Las Américas debido al aumento de casos del virus de oropuche, debido a su aparición en países donde no se había reportado anteriormente. Durante casi 60 años, el virus de oropuche ha sido responsable de epidemias y brotes principalmente en Brasil, aunque también se han registrado casos en Perú, Bolivia y otros países vecinos. En lo que va de 2024, se han reportado más de 8,000 casos, incluyendo nuevos brotes en regiones de países cercanos como Cuba. Además, se han detectado casos en Florida y Nueva York, aunque han sido vinculados exclusivamente a viajeros.

Los síntomas del virus de oropuche son similares a los de otras enfermedades transmitidas por mosquitos: fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, dolor en el área de los ojos y erupciones cutáneas (rash). Sin embargo, en una minoría de casos se han observado complicaciones graves, incluyendo síntomas neurológicos como confusión, daño fetal por transmisión materno-fetal e incluso la muerte. Algo particular del oropuche es que los síntomas pueden cesar, pero luego reaparecen días o semanas después.

Para la población general en Puerto Rico, la prevención del virus de oropuche no supone un esfuerzo adicional significativo, ya que las medidas son casi idénticas a las que deben seguirse para evitar el Dengue. El oropuche se transmite por un insecto conocido como jejen, especie Culicoides paraensis, y por el mosquito Culex quinquefasciatus. De estos dos vectores, el Culex está presente en Puerto Rico, lo que abre la posibilidad a la transmisión local del virus.

Por tanto, en la isla tenemos que practicar una “prevención a dos por uno”: seguir utilizando repelente de insectos, eliminar criaderos de mosquitos, al cubrir o eliminar aguas estancadas y limpiando y restregando envases donde hubo agua empozada. Es importante, además, utilizar mosquiteros o mallas en las puertas y ventanas. Son medidas que ya conocemos bien por nuestra experiencia acumulada con el Dengue y la epidemia actual, pero que también previenen el virus de oropuche.

Además, si viajamos a lugares donde hay casos confirmados del referido virus, es importante cuidarse contra las picadas de insectos y estar atentos a cualquier síntoma que desarrollemos hasta dos semanas después de la visita. También se recomienda que las mujeres embarazadas eviten viajar a zonas afectadas, como Cuba y América del Sur, para minimizar el riesgo de transmisión del virus al feto.

Contrario a la prevención, la vigilancia epidemiológica no se da “al dos por uno”. La carga adicional recae en el sistema de vigilancia de arbovirus, que ya está cargada por el aumento de casos de Dengue en Puerto Rico.

El Departamento de Salud en la isla tiene la tarea de incorporar el diagnóstico y reporte de los casos de oropuche. Por tanto, es vital que los médicos cooperen con el reporte de casos sospechosos a la vigilancia de arbovirus. Aunque el resultado de laboratorio no influye directamente en el manejo clínico del paciente, es esencial para que las autoridades puedan identificar áreas de mayor riesgo y tomar medidas preventivas, reduciendo así la transmisión del virus. El virus de oropuche es un ejemplo de cómo las dinámicas de enfermedades infecciosas pueden cambiar a través del tiempo, influenciadas por factores como el cambio climático, la expansion geográfica de los mosquitos y otros vectores, los viajes y los intercambios de productos, entre otros.

Ante ese panorama, nos corresponde mantenernos siempre informados para aportar en lo que podamos a mantener la buena salud pública.

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