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Puerto Rico no se enfrenta a una segunda ola de COVID-19... todavía.

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CDC.gov

Recientemente, el Washington Post informó que 14 estados y Puerto Rico alcanzaron el promedio más alto en siete días de nuevas infecciones por coronavirus. Sin embargo, esto no está ni cerca de correcto, por una variedad de razones.

El Washington Post utilizó los recuentos de casos reportados para cada una de estas jurisdicciones. Al hacer esto, no consideró los desafíos que enfrenta cada una de ellas en la producción de dichos reportes. Para Puerto Rico, estos problemas han sido gigantescos.

Para el análisis de Washington Post los “casos nuevos” eran todos los que para un día en particular, no se habían reportado anteriormente. Es aritmética básica: si el 3 de junio, Puerto Rico reportó 4023 casos acumulados, y el 4 de junio, Puerto Rico reportó 4508 casos acumulados, entonces las "nuevas infecciones por coronavirus" para esa última fecha serían 485. Sin embargo, al menos en Puerto Rico, eso no funciona así.

Los casos que se reportan diariamente en Puerto Rico son de pruebas que pueden tener entre días a incluso meses de atraso. Las "nuevas infecciones por coronavirus", realmente fueron en su mayoría pruebas de muestras tomadas varias semanas antes del 3 de junio. En ese sentido, Puerto Rico está observando un aumento en las detecciones de casos acumulados, pero no en nuevas infecciones reales por coronavirus, como indica el reportaje de Washington Post y varios otros que han informado hallazgos similares.

Ahora, esto no significa que Puerto Rico no tiene problemas venideros. Contra las mejores recomendaciones de su personalmente seleccionado “Task Force” Médico, esencialmente todas las actividades económicas ya operan regularmente, por Orden Ejecutiva de la Gobernadora Wanda Vázquez.

Esto no podría llegar en peor momento. Después de pasar un pico inicial de hospitalizaciones a finales de abril, habíamos comenzado a reducir la cantidad de casos COVID-19 hospitalizados. De un pico en 200 casos hospitalizados para finales de abril, logramos reducir ese número a 100 en la tercera semana de mayo. Sin embargo, ya va casi un mes de eso, y tras varios movimientos para reactivar la economía, no hemos logrado restablecer este progreso en la reducción de nuestra población hospitalizada por COVID-19. La nueva fase de reapertura se da en el peor momento posible, pues pudiera causar un segundo incremento en hospitalizaciones por COVID-19.

Pero no toda esperanza está perdida. Afortunadamente, sí se ha continuado avanzando en la reducción de la gravedad de los casos de COVID-19. Cada día son menos los casos COVID-19 que tienen que ser colocados en las unidades de cuidado intensivo de los hospitales. Otra cosa que es evidente es que tenemos una mejor comprensión, sobre cómo manejar COVID-19 adecuadamente: mediante la intervención temprana. Si pudiéramos reconocer los síntomas mediante el diagnóstico temprano (mediante la realización masiva de pruebas moleculares de PCR) podríamos evitar la progresión de la enfermedad para que nunca se requiera cuidado intensivo para cada vez más pacientes. Desafortunadamente, aún carecemos de ese sistema de diagnóstico temprano, pues el gobierno arrastró los pies en la priorización de las pruebas moleculares.

En resumen, Puerto Rico se encuentra en una posición muy sensible. Para saber dónde estamos es necesaria la integración de distintas fuentes de información epidemiológica. Mientras que no es apropiado caracterizar que Puerto Rico está experimentando "un número récord de nuevas infecciones por coronavirus" como dijo el Washington Post, sí es necesario reconocer que todavía estamos lidiando con desafíos que complican nuestro pronóstico, y que esto debería hacer que todos los profesionales de la salud y líderes de nuestro país procedan con precaución.

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