¡Adiós a los ‘tubos’!

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Por Dr. Wilson González-Espada / Especial El Nuevo Día

El Nuevo Día

Para la mayoría de nosotros, ir al laboratorio clínico no es una experiencia muy agradable. Si usted es como yo, de venas finitas y profundas, sabe que si el técnico le consigue la vena al primer pinchazo es la excepción.

Por el contrario, normalmente me esperan varios pinchazos o, horror de horrores, un pinchazo de esos que escarban y hurgan medio brazo por dentro en busca de la elusiva vena. Y que no sean un montón de pruebas, que si no te sacan tres o cuatro “tubos” con sangre y te dejan chupado como china madura.

En la última década vemos como la tecnología ha mejorado bastante. Por ejemplo, ahora hay maquinitas que con una sola gota te dicen tu nivel de azúcar en la sangre.

Esta información es esencial para que los diabéticos controlen lo que comen y cuándo comen, de modo que puedan estabilizar su azúcar o utilizar medicamentos como la insulina. Otra ventaja de estas maquinitas que miden los índices de glucosa es que es uno las puede llevar dondequiera.

Sería fantástico que un sistema similar pudiera usarse para otras pruebas de sangre. Las ventajas son obvias: resultados rápidos, bajo costo, múltiples pruebas con una misma muestra de sangre, el uso de una cantidad mínima de sangre (¡Adiós “tubos”!).

La espera ha terminado... el científico Samuel Sia y sus colegas de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Columbia en Nueva York han desarrollado una nueva tecnología que crea un laboratorio clínico portátil que cabe en la palma de la mano.

El secreto de este descubrimiento es la microfluídica, la manipulación de cantidades muy pequeñas de sangre usando nanotecnología, lo que permite hacer docenas de análisis de sangre con la misma gotita.

Este no es un descubrimiento teórico que todavía no ha alcanzado resultados prácticos. Por el contrario, la tecnología de microfluídica portátil lleva cuatro años de pruebas de campo en Ruanda, un país en el área centro-oriental del continente africano. Aunque los habitantes de Ruanda están a riesgo de contraer enfermedades infecciosas, no tienen casi acceso a laboratorios clínicos.

La versatilidad y rapidez de diagnóstico con la nueva tecnología permite al personal médico tratar a los pacientes más rápidamente y utilizar los medicamentos correctos, en lugar de que un doctor haga un diagnóstico “a ojo” que podría estar incorrecto. Además, la tecnología puede usarse hasta en bebés recién nacidos y su costo es ínfimo comparado con las pruebas de sangre tradicionales.

Con esta nueva tecnología microfluídica los técnicos de laboratorio del futuro aún tendrán trabajo, pues visitarían a las personas pobres, sin transportación o encamadas, para hacer los análisis. Es posible, sin embargo, que éstos nunca vuelvan a usar una aguja o un “tubo” para sangre. ¡Espero ese día con impaciencia!

(El autor es catedrático asociado en Física y Educación Científica en Morehead State University y miembro de Ciencia Puerto Rico-www.cienciapr.org).