CROEC como opción para entusiastas de Ciencias y Matemáticas

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Aurora Rivera Arguinzoni
CROEC es uno de dos centros residenciales que el DE acaba de inaugurar este mes. (Tony Zayas)

Ceiba - La curiosidad de José Julián Guzmán Soto, estudiante de 15 años que cursa el décimo grado, no tiene límites. Fue gracias a eso que supo detalles sobre los planes que tenía el Departamento de Educación (DE) de construir el Centro Residencial de Oportunidades Educativas de Ceiba (CROEC) en la antigua Base Naval Roosevelt Roads. Tan pronto escuchó el rumor se puso a buscar en internet.

Solicitar y obtener ingreso al centro no solo se convirtió en una alternativa académica perfecta para él, sino que lo mantuvo cerca de su madre, Mildred Soto Ortiz, quien ya estaba resignada a dejar ir a Estados Unidos a su único hijo para que lograra satisfacer las grandes inquietudes académicas que tiene.

“Es un proceso difícil porque para cualquier madre dejar a un hijo a tan temprana edad es un poco difícil, pero el deseo de él es lo que me ha convencido”, reconoció al conversar con El Nuevo Día en el primer día en que José Julián y los otros 252 alumnos de CROEC se reportaron al centro a hacer su juramento. Solo ocho de los seleccionados para estudiar en el plantel especializado en ciencias, matemáticas y tecnología optaron por viajar diariamente a sus casas, el resto prenocta de domingo a viernes en las dos residencias del complejo: una para varones y otra para muchachas.

 

 “Como padres teníamos pensado la alternativa de que fuera a estudiar a Estados Unidos con su familia paterna, pero al tener esta alternativa más cerca, que va a ser un reto para él, hemos decidido que permanezca con nosotros, que pueda estudiar hasta cuarto año y luego él decidirá cuál va a ser su destino. Pero cuando él exploró y encontró esta alternativa, para mí fue maravilloso porque ya no se tiene que ir tan lejos de mí. Vamos a ver si este ese el reto que él estaba buscando”, expresó la trabajadora social, que labora para el DE y reside con su hijo en Naguabo.

El chico -que tiene una inteligencia sobresaliente, domina el inglés tanto como el español y también sabe algo de francés- aseguró sentirse nervioso, pero lleno de expectativas tanto académicas como personales.

“Me siento nervioso, pero en realidad yo soy de pensarlo después. Estoy enfocado en lo que quiero. Quiero ser más independiente para poder hacer todo lo que quiero hacer, si voy a otro país, y quiero aprender muchas cosas para por fin decidir qué es lo que quiero ser y qué es lo que quiero hacer con mi vida. (Además) espero poder independizarme, poder aprender muchas cosas nuevas, y espero poder hacer amigos que más que amigos sean como hermanos y podamos ayudarnos en todo lo que necesitemos. Yo anhelo viajar el mundo, descubrir cada esquina, cada cosa, descubrir”, anticipó José Julián.

Entre sus numerosas opciones ha contemplado la medicina y la meteorología, pero sea lo que sea su fin siempre es llegar “al por qué de las cosas”.

CROEC es uno de dos centros residenciales que el DE acaba de inaugurar este mes. El otro es el Centro Residencial de Oportunidades Educativas de Villalba, localizado en un complejo de edificios que pertenecía a la Policía de Puerto Rico. Sin embargo, ambas escuelas siguen escencialmente el modelo exitoso de CROEM, el Centro Residencial de Oportunidades Educativas de Mayagüez, fundado por la agencia en 1968 en terrenos que también pertenecían a la milicia de Estados Unidos. CROEM fue la única escuela pública residencial para niños y niñas hasta que en 1989 Educación inauguró la Escuela de la Comunidad Especializada en Deportes del Albergue Olímpico Eugenio Guerra Cruz (ECEDAO), en Salinas.

Para más detalles sobre estos proyectos educativos y su aportación a la vida de otros niños, sus familias y el País, busque la edición impresa de El Nuevo Día o suscríbaseaquí a la versión electrónica.

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