Mirada boricua al Ártico

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Por Gloribel Delgado Esquilín / Especial para El Nuevo Día endi.com Mientras casi todo el país se asfixia con las altas temperaturas de julio, el biólogo boricua Joel A. Mercado Díaz podría pasar uno de los veranos más fríos de su vida observando algunas de las plantas más importantes del planeta: las que habitan en las tundras del Ártico. Durante cinco semanas, el científico estará cerca del Polo Norte observando parte de la vegetación nativa del lugar y analizando los efectos del calentamiento global en su crecimiento. Esta investigación, liderada por el International Tundra Experiment (ITEX, por sus siglas en inglés) y en colaboración con el Servicio Forestal Federal, se encargará de medir si las altas temperaturas o la gran cantidad de nieve prevista para las próximas décadas afectarán a las poblaciones de estos pequeños arbustos en el Lago Toolik, en Alaska. La hipótesis de Mercado Díaz es que la composición de estas plantas nativas se afectará. Esto podría significar cambios en la población de tundras a miles de kilómetros a la redonda, en países como Rusia, el norte asiático y algunas áreas de Alaska. El trabajo de Mercado Díaz se concentrará en inspeccionar dos cámaras transparentes y abiertas de 0.5 a 1.5 metros de diámetro y 0.5 metros de alto, donde crecen poblaciones de tundras. En una de las cámaras se aumentará la temperatura de 1 a 3 grados centígrados, similar a lo que se espera suba la temperatura en la región. En la otra, se aumentará la cantidad de nieve. Mercado se encargará de observar el crecimiento de las tundras en ambas cámaras por dos veranos consecutivos. Aunque el experimento parezca sencillo, sus implicaciones a nivel mundial, podrían arrojar luz ante los panoramas que se están pronosticando para este tipo de vegetación. “Si cambian las condiciones de crecimiento de las plantas del Ártico, se formarán más humedales y será más difícil para estas poblaciones crecer”, comentó el ecólogo puertorriqueño Ariel Lugo, del Servicio Forestal Federal. Estas plantas cobran mayor importancia, ya que estudios científicos señalan que el Ártico se está calentando mucho más rápido que el resto del globo, provocando el derretimiento acelerado de Groenlandia y esto a su vez, aumentando los niveles del mar a nivel global. Los científicos han calculado que para fines de este siglo, las nieves y témpanos de hielo de esta zona desaparecerán y el lugar será un mar de aguas abiertas para la navegación. El derretimiento de los suelos del Ártico, añadiría nuevos y preocupantes escenarios ante el calentamiento global. “Lo que tiene aterrado a los científicos es la cantidad de carbón que tienen los suelos del Ártico y que al oxidarse, libera dióxido de carbono al ambiente”, dijo Lugo. El dióxido de carbono es uno de los gases responsables de producir el efecto de invernadero en el planeta, provocando que las altas temperaturas sigan subiendo. Parte de los suelos congelados del Ártico, conocidos como el permafrost, cuentan con más del 30% de las reservas de carbón del planeta. De comenzar a derretirse estos suelos helados, se podría liberar nuevos gases que afectarán al clima de la Tierra. Pero según los científicos, también cabe la posibilidad de que los bosques que se encuentran en las altas latitudes del Ártico absorban estos gases antes de llegar a la atmósfera. Todavía estos pronósticos, son sólo supuestos. Veranos más calientes o nevadas más extensas -que no necesariamente significa más frías- podrían ser los nuevos panoramas para el área. “La disminución en la cantidad de nieve en el lugar, tendrá un efecto directo en el clima. En este punto, cualquier cosa que afecte la atmósfera, tendrá un efecto global”, confirmó Willliam Gould, ecólogo del Servicio Forestal Federal, con especialidad en ecología de paisajes, quien viajó al Ártico junto al boricua. Además de llevar a cabo esta investigación científica en el Ártico y de hacer trabajos de campo identificando y recolectando líquenes por la Isla, Mercado Díaz tiene un gran interés por la conservación ambiental. El verano pasado, el joven lideró la actividad “Pedaleando por la costa”, en la que recorrió junto a otros jóvenes 42 pueblos costeros para documentar sus problemáticas ambientales. En aquella ocasión narró las situaciones críticas que observó en los pueblos del litoral boricua. Para fines del 2007, Mercado Díaz planifica volver a organizar otra bicicletada en la Isla. En esta ocasión, le interesa recorrer pueblos del interior, ofrecer charlas en comunidades y establecer la correlación directa entre montaña-costa. “Es importante que la gente entienda que las acciones que se hacen en la montaña, puede afectar la costa”, comentó el biólogo sobre esa visión de causa y efecto en el ambiente. Algo similar es lo que estará observando el estudiante graduado de la Universidad de Puerto Rico durante este verano en Alaska. Desde la perspectiva del cambio climático, el Ártico es considerado un sistema de alerta temprana a los daños ambientales que está provocando el ser humano. “La relación de lo que hacemos en el trópico tiene un efecto directo en áreas como el Ártico. En la naturaleza todo está conectado”, comentó el biólogo al añadir que la deforestación que vivimos en nuestra zona es uno de los problemas ambientales más preocupantes del momento.