Por un verdadero desarrollo sustentable
Enviado el 10 abril 2011 - 5:05pm
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Contribución de CienciaPR:

Por Gloria Ruiz Kuilan / gruiz@elnuevodia.com El Nuevo Día Cinco décadas han pasado desde que comenzaron las discusiones sobre la conservación del ambiente y aún hay renglones de nuestros recursos naturales en los que urge que haya acción, de lo contrario, se exponen a su extinción. El agua, la tierra y el manejo de los desperdicios sólidos son las áreas en las que Puerto Rico confronta grandes retos. Renglones que son medulares no solo para los actuales habitantes de la Isla, sino para los que vendrán. El agua es limitada en nuestra isla 100 x 35 aunque poseemos múltiples fuentes de este líquido. Su buen uso y la calidad son asuntos que deben estar en la agenda del País. Tanto el agua como la tierra -ambos vinculados- son mal utilizados. La siembra de cemento y la improvisación han sido la brújula en todo este período en el que se ha hablado de conservación ambiental. En el campo de los desperdicios sólidos, la realidad de Puerto Rico es más lastimosa. La Ley 70, mejor conocida como la Ley para la Reducción y el Reciclaje de Desperdicios Sólidos, ha sido enmendada en más de dos ocasiones ante los fallidos intentos por alcanzar un porcentaje ínfimo de reciclaje en determinada fecha . Sin embargo, este panorama lúgubre es salpicado por notas positivas. La más importante concierne al nivel de concienciación. Las discusiones en pro de la protección del ambiente de la casa que nos cobija comenzó en la década del 60 entre intelectuales universitarios. Le siguió el gobierno, que con el paso del tiempo optó por ser voz de desarrolladores. Luego se unió a la discusión la sociedad civil. Hoy día, esa sociedad civil pide a gritos que el gobierno le escuche y actúe por el ambiente y no por los intereses económicos particulares. La concienciación, sin embargo, ha venido en gran medida a empujones. Se aboga por disminuir el consumo de agua y luz porque golpea el bolsillo y no por su impacto ambiental. Igualmente, la concienciación se lacera por las luchas internas entre grupos que defienden la preservación del medioambiente. En la flora, la fauna y el aire del País se han logrado avances esperanzadores que deben ser reproducidos en otras áreas. Falta ver si el cambio climático, la falta de alimentos, las fenómenos naturales y la pronosticada ausencia de petróleo serán los motores adicionales para un cambio en la dirección correcta.