Tesoro botánico del 1900

Este artículo es reproducido por CienciaPR con permiso de la fuente original.

PDF versionPDF version
Por Liz Yanira Del Valle / Especial para El Nuevo Día endi.com Están para verlas, pero no para tocarlas. Por primera vez, y a una centuria de su creación adquieren la exposición que merecían, gracias a la iniciativa de dos puertorriqueños y a los avances de la tecnología moderna. Su custodio, el Jardín Botánico de Nueva York (JBNY), no pecó en valorarlas, pero aún así no dejaban de ser uno de los tantos tesoros ocultos o de limitado acceso, no sólo para la comunidad científica internacional (en especial para la puertorriqueña) sino también para el público general. Finalmente, la propuesta redactada por los profesores universitarios, Nilda González y José García Luiña, del Servicio de Extensión Agrícola de la Universidad de Puerto Rico, terminó por concretarse en lo que hoy es un trabajo digitalizado, editado y publicado en el herbario virtual del JBNY. La flora borinqueña, es el título designado al magno proyecto científico-artístico que se realizó en la Isla a inicios del siglo XX. Esto se hizo bajo la dirección del matrimonio de botánicos norteamericanos Nathaniel y Elizabeth Britton en colaboración con la acuarelista Frances Horne. “El tamaño original de las acuarelas es de 8 x 10. Verlas personalmente fue para mí un total privilegio. Son hermosísimas. La colección incluye tanto flora exótica, endémica, nativa y naturalizada. Cuando vimos personalmente las acuarelas quedamos impresionados”, dijo González quien también junto a Luiña laboró en la investigación y redacción de la información etnobótanica (el uso de las plantas en Puerto Rico) que aparece en cada especímen reseñado en el trabajo. Según la agronóma, la doctora Susan Fraser, la archivista y directora de la biblioteca del JBNY, se alegró de que finalmente gente de Puerto Rico se interesara en este material. El proyecto costó cerca de los $30,000. La propuesta fue presentada por el Servicio de Extensión Agrícola a la Asociación de Distritos de Conservación de Suelos de Puerto Rico quien a su vez canalizó la búsqueda de los fondos otorgados por el Departamento de Recursos Naturales de Puerto Rico y el Servicio Forestal federal. Para el economista agrícola, García Luiña, este proyecto es bien importante. Principalmente porque provee al científico un ahorro de tiempo en la búsqueda de la información, tiene unos aspectos estéticos que trascienden al científico, es un sitio cibernético que el usuario encuentra arte, ciencia aplicada, ciencia pura y tecnología a su servicio. “Esto es parte de nuestro patrimonio, debe conservarse para que otras generaciones lo conozcan. También este es un medio masivo para llevar el mensaje de la importancia de preservar y conservar nuestro medio ambiente”, expresó el profesor, quien tradujo al inglés la información etnobotánica que aparece en el herbario virtual. Por su parte, González aseguró que la investigación para la redacción de la nota etnobotánica de cada especie fue una labor titánica. Esto porque la bibliografía a consultar está esparcida y porque entiende que sobre el tema hay mucho por hacer. “Hay trabajo de más, porque aún hay muchas personas de nuestra sociedad que conocen usos de las plantas que no están evidenciados en la bibliografía consultada. Hay que poner atención en esa tradición para otros proyectos que pueden ser interesantes y valiosos”, añadió. Este trabajo es la culminación de las 16 expediciones que realizara el Dr. Britton a Puerto Rico. Los viajes de la pareja se extendieron desde el 1902 hasta la fecha de su muerte en 1934. Frances Horne le sobrevivió a los Britton y al morir legó todo este material al JBNY, institución que fuese fundada por los ilustres botánicos. La página cibérnetica respeta la clasificación original del material realizado por Britton (orquídeas, bejucos, arbustos, árboles y cactus). También ofrece un índice alfabético de la flora de Puerto Rico, entre otras informaciones científicas de interés. La información y descripción de Britton alcanza un total de 400 especímenes, el resto fue realizado posteriormente por otros científicos. Para más información puede visitar la Biblioteca del Jardín Botánico de Nueva York