Una maravilla natural que lucha por su vida

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Por Yaritza Rivas / yrivas@elnuevodia.com El Nuevo Día Arecibo - El agua fluye pura. Un cristal bien abajo, en la entraña de la Cueva Esmeralda ubicada en el barrio Carretera 1 del sector Jaguar de este pueblo. Para llegar, hay que atravesar un angosto hueco junto a la vía 123. Adentro, y con la ayuda de experimentados miembros de la Sociedad Espeleológica de Puerto Rico, caemos unos 15 pies para ver la maravilla natural. El sonido del agua es constante. Un manantial que al sumergirse te lleva a otra cámara, mucho más impresionante. Se ve el canal interminable que conecta este cuerpo de agua subterráneo con el sistema de acuíferos del norte en la zona del carso. Este ecosistema, que pocos tienen la oportunidad de ver, suple el 25% de la demanda total de agua potable en la Isla, afirma Arturo Massol, de la Comisión Técnica y Científica de Casa Pueblo de Adjuntas. Sin embargo, Massol junto al grupo de espeleólogos y vecinos del área denunciaron ayer que el valor natural de este recurso se encuentra amenazado debido a que la Cueva Esmeralda es uno de los puntos por donde pasaría el Gasoducto del Norte, que proyecta construir el gobierno. A Massol le preocupa que la construcción del gasoducto plantea barrenación horizontal con el uso de bentonita, una arcilla que contiene bases de hierro y aluminio. También, advierte que la tubería estaría sobre un sistema de cavernas y sumideros de donde se extrae el agua para el consumo y que por su naturaleza geológica es apta para desprendimientos. Anthony Castro, miembro de la Sociedad Espeleológica de Puerto Rico, urge a cuidar los acuíferos. Éste lleva más de dos décadas explorando cuevas y ha visto cómo los acuíferos se han ido contaminando. Para él, este sistema natural de manantiales es el que puede salvar a Puerto Rico, especialmente cuando falte el agua durante emergencias naturales, como los huracanes. Flor Serrano González, quien ha vivido toda su vida en terrenos cercanos a la Cueva Esmeralda, recuerda cómo tras el paso por la Isla del huracán Georges la gente venía de lejos a buscar agua de una pluma que conecta con el pozo de la cueva. Serrano González teme que el gasoducto le quite la tranquilidad con la que ha vivido sus 60 años en el sector Jaguar. También le preocupa que no tenga terreno para sembrar y que el gasoducto contamine el agua que bebe. “Mejor pago 10 o 15 pesos más en la (factura de) luz y que me dejen quieto. Aquí vivimos tranquilos. Pa’ qué coger una enfermedad que no tengo”, dice Serrano González de los riesgos que entiende podría traer la construcción del gasoducto justo detrás de su vivienda. Israel Serrano es uno de los que carece de agua potable a menudo en su hogar en el barrio Calichoza de Arecibo. Así que llegó a la pluma que conecta con el manantial de la cueva para abastecerse. “Esto era un sitio que no carecía de agua, pero desde hace un año es un problemón”, dice. En los pasados 20 años, se han cerrado más de 80 pozos de extracción de agua potable en la zona, denuncia Massol. Algunas de las razones, según él, han sido la contaminación, los derrames de solventes y químicos de uso industrial, plaguicidas y nitratos de uso agrícola. “El cierre de estos pozos equivale aproximadamente a la capacidad total de agua transportada por el superturbo desde Arecibo hasta San Juan”, detalla Massol, quien entiende que el Cuerpo de Ingenieros debe detener ya la intención del Gobierno de continuar con el proyecto del gasoducto.