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Salud con opción de redención ante la segunda ronda de primarias

Imagen de Bianca Nicole Valdés Fernández
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Dánica Coto/AP

Publicado originalmente en la sección de Opinión de El Nuevo Día, como parte de la colaboración entre CienciaPR y ese medio.

Se dice que los desastres son políticos. A Puerto Rico le han sobrado los ejemplos en los pasados tres años. Eventos como el huracán María han puesto en evidencia que, aunque el origen de la calamidad sea natural, sus secuelas nefastas y su pobre manejo son consecuencias directas la pobre planificación e incompetencia gubernamental.

La catástrofe más reciente —el fracaso de las Primarias 2020—es de origen enteramente humano y definitivamente político, y además ocurre en medio de otra catástrofe, la pandemia de COVID-19. Su pobre manejo también es consecuencia directa de la pobre planificación e incompetencia gubernamental.

Aunque mucha de la atención colectiva ha estado en las irregularidades electorales, no podemos ignorar la evidente ausencia del Departamento de Salud en el proceso. En un evento donde se espera la asistencia y aglomeración de miles y miles de personas alrededor de Puerto Rico, y que, por tanto, presenta un alto riesgo de contagio durante la pandemia, los protocolos de salud pública y prevención —que deben ser establecidos y fiscalizados por el Departamento de Salud— brillaron por su ausencia. No solo faltó el distanciamiento físico sino el uso correcto de equipo de protección personal, tanto de funcionarios electorales como del público votante.

Peor aún, el protocolo establecido para garantizar el derecho al voto de ciudadanos con un diagnóstico positivo de COVID-19, rompía con las normas de aislamiento. Un paciente con COVID-19 tenía que ir a su precinto electoral para informar su diagnóstico (lo cual presenta serios cuestionamientos de privacidad) y para que entonces se le facilitara el voto por teléfono. De más está decir que ese requerimiento ponía en riesgo la salud y seguridad de todos aquellos que se dieron cita en los diferentes puntos de votación.

¿Qué rol, si alguno, tuvo el Departamento de Salud en la creación de este protocolo? ¿Dónde estuvieron las campañas educativas para ayudar a los votantes a minimizar el riesgo mientras ejercían su derecho constitucional? ¿Por qué el Secretario de Salud permaneció en silencio durante la semana previa a las elecciones, durante la cual también vimos un número récord de muertes por COVID-19?

El silencio del Departamento de Salud y su titular previo a un evento electoral durante la pandemia del siglo es ensordecedor. Pareciera ser que se puso al COVID-19 en “time out” para que los precandidatos pudieran realizar sus eventos sin distracciones. Una vez más los intereses político-partidistas parecen más importantes que el bienestar del país. La salud del pueblo sigue en peligro. Los políticos mientras tanto parecen estar más enfocados en ganar la batalla mediática de la indignación y en proyectar supuestas victorias, que en ganarle la batalla al coronavirus.

Hoy el Departamento de Salud tiene una rarísima oportunidad de redención y práctica en el segundo intento de primarias antes de las elecciones generales. Es imperativo que la aproveche y cumpla su deber de implementar los protocolos necesarios para salvaguardar la salud y seguridad de todo aquel que vaya a participar de algún evento electoral. Por ejemplo, puede asegurar que se desinfecten los materiales utilizados en el proceso de votación, que se cumpla con el distanciamiento físico tanto dentro como fuera de cada centro de votación, y que se implemente un protocolo seguro para todo aquel ciudadano que desee participar del evento, pero tenga un diagnóstico positivo a COVID-19.

Según recomienda el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) se deber preparar estaciones aisladas o servi-carros que limiten el contacto de estos ciudadanos con otras personas, que se entrene a los funcionarios de colegio sobre estos protocolos y sobre la manera correcta de utilizar el equipo de protección personal necesario (además de proveerlo). Esperemos que esta vez no claudiquen en su responsabilidad.

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