Ciénaga secreta

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Por Marcos Fernando López / Especial para El Nuevo Día endi.com Las aves locales y migratorias tienen en la Isla un lugar secreto, un refugio para pasar el invierno. Sólo ellas saben cómo llegar. Y con la privacidad que le brindan los mangles y los almendros que rodean este templo ambiental se mantienen aisladas de la ciudad. Es una laguna oculta, distanciada de los ruidos urbanos y de la influencia humana. Pocos saben de su existencia. Pero para cientos de especies de aves la Laguna Secreta se convierte en el hábitat predilecto durante las épocas migratorias. Se llama así este cuerpo de agua porque no aparece en los mapas topográficos de la región, ya que fue creada luego de que estos se hicieran. Además, porque sólo se puede observar desde algunos terrenos cercanos o si se sobrevuela el área. Irónicamente, lo que es hoy un hábitat para un ecosistema diverso y único era sólo un lodazal antes de la intervención humana. Según Jorge Bauzá, científico ambiental para el Consorcio del Estuario de la Bahía de San Juan (CEBSJ), la laguna se creó durante la década del 70. Mientras se dragaba la entrada de la Bahía de San Juan se creó un dique para alojar el terreno que se removía de la bahía, dejando así una depresión profunda. Con el tiempo, el agua dulce de las quebradas llenó la laguna y naturalmente se convirtió en un humedal. “Muchas veces los impactos humanos, si los dejan quietos, la naturaleza los restablece”, dice Bauzá. Sin embargo, aún se desconoce la salud ambiental de la laguna. Aunque recientemente un informe de la Junta de Calidad Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) señaló que la condición del estuario de la Bahía de San Juan es “pobre”, no se han hecho estudios específicamente sobre la laguna. Sin embargo, la diversidad de especies que hacen de la laguna su hogar podrían ser un indicador positivo. Anualmente, las garzas y los patos de Alaska, Canadá y otras partes de América del Norte hacen una larga travesía para llegar y compartir este “resort invernal” con las especies locales. Desde los terrenos aledaños a la laguna se puede ver nadando una familia de patos chorizos, de pico azul, cachetes blancos y plumaje rojizo. Es una de las especies protegidas por su vulnerabilidad que prefiere la privacidad de la ciénaga. De no ser por las construcciones que decoran el perímetro de la llanura, parecería que no hay nada alrededor de la laguna mas que vegetación silvestre y cielo azul. La laguna está muy cerca de la ciudad, pero lo suficientemente distante para aislarla de los ruidos del día a día metropolitano. Aún así, la influencia humana todavía llega a la ciénaga. Muy cercano a la laguna se encuentra una refinería petrolera que durante muchos años inundó de desperdicios el aire y el agua de este hábitat. Recientemente, la EPA le ordenó a la refinería que cesara de destilar petróleo en sus instalaciones, ya que violaba los estándares de calidad ambiental. Estos contaminantes llegan a la laguna por aire y agua. Las escorrentías y corrientes subterráneas arrastran los metales pesados e hidrocarburos al agua de la ciénaga. Pero cada vez que la laguna recibe estos contaminantes cumple parte de su propósito: atrapar los contaminantes para evitar que lleguen a la Bahía de San Juan. Como humedal, la laguna actúa como un excelente filtro ambiental. Su vegetación y sedimento purifica el agua que llega a la bahía a través del Canal de La Malaria. Su localización y vegetación la convierten sistema purificador invaluable para el sistema del estuario. “Lo interesante es que estos ecosistemas, cuando los tienes en zonas metropolitanas, tienen un valor tremendo porque hay tan pocos. Esa es la importancia de preservar estas áreas, de tener estos parchos de ecosistema que están haciendo su función y su valor”, señala Bauzá. Además, la vegetación de la laguna sirve de esponja cuando llueve y ayuda a que las comunidades cercanas no se inunden. Actualmente, el plan de manejo del Consorcio del Estuario de la Bahía de San Juan planea designar el área de la Ciénaga Las Cucharillas, en donde se encuentra la Laguna Secreta, como una reserva natural. Esto aseguraría su conservación futura y un lugar donde invernar para las aves norteamericanas.

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