El abrazo del pitón burmés y la presunta amenaza de la fauna “exótica”

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Por: 

Francisco Watlington Linares
Las culebras se escurren fácilmente y los juveniles crecen hasta importunar a sus dueños que las liberan. (Suministrada)

La imagen de la faz risueña y tranquila (a ojos cerrados) del senador Miguel Pereira mientras era abrazado por un corpulento pitón burmés fue la foto icónica publicada por El Nuevo Día (22 de octubre 2013) como “poster” mediático para presentar la renovada guerra del gobierno contra las especies “exóticas”, es decir extranjeras.

El mensaje es claro: Pereira, condecorado veterano de Vietnam, heroico piloto de helicóptero, expediente militar y policial intachable, no le teme al culebrón. Pregunto, no obstante, qué tiene que ver su proyecto de ley “mano dura” que aumenta a “delito grave” la penalidad por importar especies de fauna consideradas “peligrosas” con los quince municipios del distrito senatorial de Guayama que representa. La mayoría son pueblos del interior y ninguno tiene aeropuerto internacional.

El aparente coautor de la medida es el teniente Ángel Atienza, Vigilante del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) y director del Centro de Confinamiento de Especies Exóticas (CCEE) en el bosque estatal de Cambalache. La descripción oficial estipula que el Centro: “sirve para albergar, reubicar, rescatar, manejar y monitorear las especies exóticas que llegan de manera ilegal a Puerto Rico”. En una hoja suelta promocional del Centro, Atienza explica:

“Exhibimos a los animales que tenemos en el Centro con fines educativos, damos charlas

y demostraciones para instruir sobre el daño que causan las especies exóticas en nuestros

recursos y especies endémicas.”

El flyer no menciona la peligrosidad como un criterio de “daño”. Además omite incluir el albergue y rehabilitación de especies nativas accidentadas. En el 2010 la estudiante de comunicación y biogeografía, Luz Feliciano, preguntó a Atienza si el Centro no era realmente un zoológico virtual. El tropel de visitantes que recibe con agrado el CCEE parece contradecir su respuesta: “No, de zoológico no tiene nada”. Explicó que el Centro no cualificaba porque todos los animales estaban allí temporeramente en lo que se disponía de ellos, a exportar los exóticos o practicarles eutanasia si no tenían salida.

Según Javier Vélez Arocho, secretario del DRNA bajo la gobernación de Aníbal Acevedo Vilá: “El comercio ilegal de fauna y flora [es] el tercer tipo de contrabando más lucrativo del mundo, después del tráfico de drogas y armas” (El Nuevo Día, 12 de agosto de 2008)”.

Añadir medidas punitivas adicionales para evitar el tráfico de especies exóticas podría surtir el efecto contrario a lo que se quiere. La importación y venta clandestina de especies exóticas peligrosas se ha valido del prohibicionismo para infiltrar sus mercancías. Entonces, ¿Se justifica las medidas que recomienda Pereira? Mientras más arriesgado y costoso la introducción de tales especies mayor podría ser el estímulo para los traficantes que se jactan de desafiar la ley.

Pero hay una atadura política más determinante del proyecto de Pereira entre el DRNA y su homólogo federal, el Fish and Wildlife Service (FWS). La agencia estatal recibe el 25 por ciento de su presupuesto de fondos federales. Antes de la debacle actual de reducción del personal, el subsidio cubría el empleo a tiempo completo de unas 400 personas, el 22 por ciento del total de puestos del DRNA, los dedicados al manejo y monitoría de los recursos vivientes, según documento en el artículo “La ‘ecología de invasiones’: un paradigma biogeográfico falaz”, próximo a publicarse en la revista digital Acta Científica.

Una especie mansa para el manejo

La prestigiosa revista educativa National Geographic (NG) de agosto 2013 dedica una breve reseña al concurso de cacería del pitón burmés (nativo del sureste tropical de Asia), un culebrón “gigante” de hasta 20 pies de largo. La especie (Python morulus) se ha naturalizado en el extenso Everglades de La Florida. Fueron introducidos como bebéshace mucho por el comercio de mascotas dado el atractivo mosaico de su piel. Es una especie mansa para el manejo y agresiva solo cuando tiene hambre. Las culebras se escurren fácilmente y los juveniles crecen hasta importunar a sus dueños que las liberan.

Se alimentan según el tamaño. Emparentados con las boas de América, dominan su presa por constricción, asfixiándola para luego engullirla. Los mayores, como sus primos los anaconda se les tilda de “traga-venados”, que comienzan por las patas traseras y llegan hasta la cornamenta que se desprende al descomponerse el cuerpo. No les vuelve el apetito por un año. Los aligátores se los comen y viceversa, pero su cuero les produce una indigestión mortal. La mayoría de sus presas son los habitantes menores del humedal, tales como mapaches, zarigüeyas, roedores diversos y liebres. Lo que más preocupa es la desaparición de perros y gatos mascotas, y el temor por niños desatendidos que merodean por la ciénaga. Los pitones ya se han establecido en algunas ciénagas de Puerto Rico gracias al trasiego de juveniles desde el sur de la Florida.

La Comisión de Conservación de Pesca y Vida Silvestre de ese estado decidió emprenderla contra la “invasiva” especie exótica, es decir extranjera, lanzando el “2013 Python Challenge” con el ofrecimiento de un premio al concursante inscrito que entregara el mayor número de pitones muertos, y otro premio al de mayor tamaño cazado. La redada produjo apenas 68 capturas, y el más grande de apenas 11 pies de largo mereció el premio de $1,000.

Sin embargo, entre los cazadores se alzó una voz díscola. El hispano Rubén Ramírez manifestó intranquilo que hubiese preferido entregar sus pitones vivos, ya que al matarlos sentía que era como matar a su propio perro. El objetor percibió que afloraba el entrelíneas del evento. La “invasión” que en realidad desvelaba a los oficiales de caza y pesca parecía ser la creciente entrada de inmigrantes de la América Latina. El último baluarte de la resistencia anti-hispana resulta ser el gobierno estatal, cuya capital, Tallahassee radica en la faja fronteriza colindante con estados sureños históricamente anti-hispánicos.


El autor es Catedrático de Biogeografía en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

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