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Compartiendo la ciencia detrás de la salud, la enfermedad y el bienestar

Aguantando la respiración desde la distancia

Imagen de Yaihara Fortis Santiago
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(Marc A. Hermann / MTA New York City Transit)

Publicado en la sección de Opinión de El Nuevo Día, como parte de la colaboración entre CienciaPR y ese periódico.

Extraño el cántico del coquí en las noches, porque el concierto de ambulancias en Nueva York me causa mucha ansiedad. No obstante, lo que me roba el sueño desde la distancia es el pobre manejo del COVID-19 en Puerto Rico. Siento una especie de déjà vu del resultado de la última vez: 4,645 muertos. 

Mi mente revive paso a paso los días antes y después del huracán María. El inexistente plan del gobierno ante un ciclón categoría 4 con las posibilidades de destruirlo todo. La negación de la gente porque al ser una “tierra bendecida” estamos exentos de que algo malo nos pueda pasar. La costumbre de dejar todo para última hora porque “eso no viene pa’cá’”. Y, sobretodo, ver al gobierno improvisar, desprovisto de datos, en la toma de decisiones importantes.   

Hace una semana la creación del “task force” nos dio la esperanza de que finalmente íbamos en la dirección correcta. Sin embargo, al final de una reciente conferencia de prensa, vimos a los miembros de ese grupo quitarse las máscaras e ignorar el distanciamiento físico. Y nos cayó el veinte. Son los mismos. Los mismos que escondieron los muertos de María, los mismos que guardaron los suministros, los mismos, los mismos y los mismos… 

Todo esto es un reflejo del gobierno que tenemos, que pone al partido antes que al pueblo. Pero no deberían ser los mismos. Puerto Rico cuenta con un capital humano competente y capacitado, tanto en el archipiélago como en la diáspora. Tenemos excelentes científicos, matemáticos, ingenieros de sistemas, médicos, epidemiólogos y expertos en salud, listos para ayudar en esta crisis. Es tiempo de recurrir a ellos con pedidos específicos y utilizar sus sugerencias como guías de acción. Por ejemplo, desde el comienzo del toque de queda, estos expertos han estado explicando la importancia de rastrear a cada persona que ha entrado en contacto con un infectado. También, han explicado que los criterios para hacer las pruebas tienen que ser más flexibles porque el virus puede no presentar síntomas, y sobre todo han ofrecido sus conocimientos y contactos para desarrollar pruebas con recursos locales. 

Con 286 casos de COVID-19 confirmados, el gobierno insiste en que este virus lo paramos juntos. Pero si no aceptan ayuda de los expertos, están poniendo en riesgo la vida de todos. En especial, las de nuestros trabajadores de la salud que sin apoyo, ni un plan de acción real, pasarán de héroes a víctimas como pasó en Italia y España, y está pasando ahora en New York.

Los que nos fuimos vivimos una eterna disyuntiva emocional. Muchos asumen que al irnos (aunque siempre nos hayamos quedado, porque cuando la familia está en Puerto Rico, uno nunca se va) estamos mejor, pero cuando una crisis afecta a Puerto Rico, no se está bien emocionalmente en ninguna parte del mundo.

Y mientras escribo estas líneas desde mi encierro en la ciudad de New York donde en las últimas horas se han confirmado 41,000 casos y se está muriendo aproximadamente 1 persona cada 5 minutos por COVID-19, no dejo de pensar en los míos en Pe Erre. Y sé que como yo hay miles de boricuas, de los que “nos fuimos”, que cuando nuestras ciudades en el mainland se nos empiecen a cerrar figurativa y literalmente, y el aire se nos vaya haciendo cada vez más pesado, aguantaremos la respiración igual que la aguantamos durante María. 

La autora es neurocientífica y miembro de Ciencia Puerto Rico.

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