Recursos Naturales refuerza la protección del mero cherna para favorecer su reproducción

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Marga Parés Arroyo
El mero cherna, también llamado Nassau grouper, puede alcanzar un tamaño de cuatro pies y pesar unas 50 libras. (Shutterstock)

Recientemente, se ha documentado la presencia de más individuos juveniles de la especie, que está amenazada y cuya pesca está prohibida

 

Es uno de los peces más apreciados a nivel comercial, pero está amenazado. Se trata del mero cherna (Epinephelus striatus), al que el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) intenta proteger para favorecer su reproducción. ¿El fin? Que su pesca vuelva a autorizarse para que esté nuevamente disponible en la industria.

“Antes, era uno de los que más se pescaba en el Caribe. En Puerto Rico, para la década de 1970, era el principal reportable (en la pesca comercial). En los (años) 80, era solo el 20% de la captura y, para 1986, ya estaba casi extinto comercialmente. Ya no se ve a nivel de pesca comercial en el Caribe”, indicó Nilda Jiménez, bióloga y coordinadora del Programa de Especies Protegidas del DRNA.

Desde 2016, el mero cherna figura en la lista de especies amenazadas de la Ley federal de Especies en Peligro de Extinción, por lo que su pesca está prohibida. A nivel global, aparece en la “lista roja” o de peligro crítico de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

“Se prohíbe su captura, posesión y pesca”, advierte el DRNA en el Reglamento de Pesca de Puerto Rico, bajo la Ley 278 de Pesca, la cual regula las actividades de la industria dentro de los límites territoriales del país.

 

Según Jiménez, el mero cherna suele agregarse o juntarse en grupos grandes para reproducirse, lo que provoca que sea una presa fácil de capturar en esos momentos. Pero, por las regulaciones que lo protegen, incluyendo el manto federal, recientemente se han notado más especies en tamaños juveniles, comentó la funcionaria.

¿Por qué se prohíbe la pesca del mero cherna en Puerto Rico?

Nilda Jiménez, bióloga marina del DRNA, resalta las razones por las que el merco cherna se encuentra, desde el 2016, en la lista de especies amenazadas de la Ley federal de Especies en Peligro de Extinción.

“Se están haciendo estudios de genética y se ha visto una mayor presencia de los reclutas, que son peces juveniles. Por eso, es importante educar para que, si lo capturan, lo liberen y no se lo coman”, expuso.

Entre las razones para que se esté reportando una mayor cantidad de meros, Jiménez mencionó el posible efecto de la pandemia de COVID-19, cuando hubo una disminución en la actividad náutica, tanto a nivel recreativo como de pesca comercial.

“Educar es bien importante porque, fácilmente, lo podemos diezmar con varios años de sobrepesca”, insistió.

Como ejemplo de la merma poblacional que experimentó la especie, Jiménez compartió que, mientras antes se podían observar agregaciones de 10,000 a 30,000 individuos, ahora los grupos reproduciéndose varían entre 500 y 1,000.

“Por su forma de reproducirse, si no hacemos algo, la vamos a extinguir completamente”, advirtió, tras explicar que, en su época de reproducción, el mero cherna viaja hasta cientos de kilómetros para reunirse. Generalmente, esto ocurre entre noviembre y febrero, en días de luna llena.

“Llegan (a las aguas de Puerto Rico) ya maduros sexualmente, hembras y machos, y se observa entre ellos unos cambios de coloración (en el proceso de reproducción)”, dijo, y abundó que, en la etapa larval, se alimentan de plantas y se adhieren a hierbas marinas, pero, a medida que crecen, se van acercando hasta llegar a los arrecifes de coral.

Nilda Jiménez, bióloga y coordinadora del Programa de Especies Protegidas del DRNA.
Nilda Jiménez, bióloga y coordinadora del Programa de Especies Protegidas del DRNA. (Josian Bruno/GFR MEDIA)

 

Este pez, también llamado Nassau grouper, puede alcanzar un tamaño de cuatro pies y pesar unas 50 libras. Sus colores varían entre marrón, blanco y rojizo, con líneas y un lunar negro cerca de la cola, lo que les ayuda a camuflarse como parte de su defensa.

Además de los estudios de genética, hábitat y monitoreo que se realizan actualmente para mantener la función ecológica del mero cherna, Jiménez insistió en la educación y el cumplimiento de las leyes estatales y federales de conservación para fomentar una mayor presencia de la especie, tanto en los alrededores de la isla como en otros países donde se han documentado, como Cuba, Estados Unidos (Florida), Venezuela, Honduras y Belice, entre otros.

“Las multas (por pescar el mero cherna) son de hasta $5,000 por individuo, a nivel estatal”, detalló la bióloga, quien señaló que, en el ámbito federal, las penalidades son similares o mayores por atrapar a ejemplares de esta especie, que vive tanto cerca de la costa como en aguas más profundas, generalmente alrededor de los arrecifes.

“Queremos seguir fomentando la economía a través de la pesca comercial, sin acabar sus recursos. La meta es que, tal vez, se pueda integrar a la pesca con ciertas protecciones, como ya se hace con otras especies, como el carrucho y el labio de caracol”, puntualizó.

Por el momento, dijo, el DRNA vigila y da seguimiento a la única agregación de desove de esta especie identificada actualmente a nivel local, en el oeste del país.

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