Los datos apuntan a que un 4.7% de las personas que han contraído COVID-19 alrededor del mundo han fallecido. Este número está cambiando constantemente y solo al final de esta pandemia los científicos podrán calcular con precisión su tasa de mortalidad.
Estando en casa, mi madre me comenta: “Desde que me diagnosticaron cáncer formo parte del 4.4% (porcentaje promedio mundial que está en riesgo de morir por COVID-19). Luego de cirugías, sesiones de quimioterapias y radioterapias mi cuerpo está inmunocomprometido. El 2020 trajo para mí un nuevo diagnóstico de cáncer en la cavidad abdominal. Si antes vivía en una constante angustia y preocupación, imagínate ahora que existe la posibilidad que el COVID-19 amenace mi sistema. Esta es mi realidad y la de muchos pacientes en Puerto Rico”.
Estar saludable, va más allá del aspecto físico. Este concepto abarca también el aspecto emocional, el entorno donde estamos y el apoyo social, en especial de nuestra familia. Todos estos elementos tienen un impacto directo en nuestra salud.
La semana pasada el gobierno de Puerto Rico creó un “task force” con salubristas, científicos y médicos para liderar el desarrollo de estrategias de prevención y mitigación del COVID-19. Esta iniciativa, en conjunto con las medidas de distanciamiento físico, son dos pilares importantes en la lucha contra esta pandemia en Puerto Rico. Como salubrista, me surgen varias preguntas para entender su plan de acción.
Come esto para subir tus defensas contra el coronavirus. Toma esto otro para fortalecer tu sistema inmunológico. Seguramente en las últimas semanas habrás escuchado frases muy parecidas a estas.
Patricia Silveyra, PhD en Bioquímica y directora del Laboratorio Bioconductual de la Universidad de Carolina del Norte, es co-autora de esta columna.
Toda la situación que estamos viviendo a nivel mundial con la famosa pandemia COVID-19 ha generado niveles de ansiedad y estrés en muchos de nosotros. Ciertamente la ansiedad provoca unas reacciones en nuestros pensamientos que eventualmente desembocan en estrés, que es más bien la respuesta fisiológica.
Esta semana, científicos de universidades en Puerto Rico, de la diáspora, de laboratorios clínicos privados y representantes del Departamento de Salud y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) -alrededor de 53 personas- se reunieron en una vídeo-conferencia para dialogar sobre la capacidad local para hacer la prueba de diagnóstico del COVID-19 en Puerto Rico.
Aún hay poca información sobre cómo el COVID-19 afecta a las embarazadas. Una embarazada tiene su sistema inmune alterado y es más vulnerable a infecciones como la influenza o las varicelas, por ejemplo. En algunos, casos como la de la influenza H1N1, este grupo de mujeres experimenta una mortalidad mayor comparadas con el resto de la población.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) ocho de cada diez muertes por COVID-19 son de personas mayores de 65 años. Según los datos del Censo del 2019, en Puerto Rico el 20.7% de la población se encuentra en este grupo de edad.
Hasta el momento no hay tratamiento para el COVID-19, pero se sabe que personas que no tienen síntomas lo pueden transmitir. Por ende, la forma más efectiva para contener y evitar el contagio con coronavirus sigue siendo el distanciamiento social.