Ciencia ciudadana: todos somos científicos

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Autor de CienciaPR: 

Por Mónica I. Feliú Mójer / Especial El Nuevo Día

El Nuevo Día

Las preguntas científicas son producto de la curiosidad, una cualidad innata de todos los seres humanos. Quizás usted tenga la impresión de que contestar estas preguntas es una labor exclusiva de los científicos. Pues sepa que gracias a la ciencia ciudadana, todos podemos contribuir al avance del conocimiento científico.

A través de la ciencia ciudadana, el público puede poner su curiosidad al servicio de los científicos, ayudándolos a “hacer” ciencia -tomando o analizando datos- que de otra manera les sería difícil llevar a cabo. Por ejemplo, recientemente tres ciudadanos científicos de Alemania y Estados Unidos descubrieron un radio púlsar, una clase de estrella que emite radiación electromagnética. Estos ciudadanos prestaron sus computadoras al proyecto Einstein@Home, que utiliza las computadoras de miles de voluntarios alrededor del mundo para analizar datos astronómicos. ¿Sabe de dónde venían los datos que llevaron al descubrimiento del púlsar PSR J2007+2722? ¡Del Radiotelescopio de Arecibo!

Un ejemplo de ciencia ciudadana en Puerto Rico se da en la Hacienda La Esperanza en Manatí, que es parte del Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico (FCPR). A través del Programa Ciudadano Científico del FCPR, voluntarios se dedican a explorar y observar la flora, fauna, geografía e hidrografía del único bosque costero que existe en el norte de Puerto Rico. Estos esfuerzos contribuyen a la conservación de este ecosistema y sus especies, al aprender más sobre la ecología del mismo y al crear conciencia sobre su importancia.

Este tipo de ciencia comunitaria no solamente permite a los científicos tener “ayudantes” en cualquier parte del mundo, sino que le permite al ciudadano “común y corriente” apreciar la naturaleza desde una perspectiva científica y le ayuda a aprender sobre la importancia de las ciencias en nuestro diario vivir de una manera divertida.

Aunque la ciencia ciudadana ha existido por muchos años, Internet ha revolucionado la misma. Por ejemplo, el portal cibernético www.ScienceforCitizens.net, ayuda a recoger una multitud de proyectos científicos al alcance de ciudadanos comunes y corrientes y los categoriza por tema y localización geográfica. De esta manera, ornitólogos aficionados de todo el mundo pueden encontrar programas como “eBird”, diseñado para ayudar a ciudadanos científicos a documentar cuántas aves de una especie hay en un lugar específico o si han visto algún ave rara en un área particular, entre otras cosas. Esta valiosa información es compartida con una red de ecólogos, ornitólogos y otros científicos para estudiar los patrones migratorios de distintas especies de aves o diseñar programas de conservación para aquellas que están en peligro de extinción.

Pero la ciencia ciudadana no sólo ayuda a los científicos, sino que también puede ayudar a nuestras comunidades y contribuir a la protección de baluartes ecológicos como el Corredor Ecológico del Noreste (CEN).

El CEN tiene playas de anidaje del tinglar, la tortuga marina más grande del mundo, hoy día en peligro de extinción. Mientras que la mayor parte de la vigilancia de los nidos de tinglar recae sobre el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), cuando la gente avista un tinglar desovando o los tinglarcitos saliendo de sus nidos y le avisa al DRNA, eso es ciencia ciudadana. En más de una ocasión hemos visto como voluntarios se destacan en las playas alrededor de Puerto Rico para velar por el bienestar de los tinglares, sus nidos y sus tinglarcitos.

Además el CEN es hogar de sobre 50 especies raras de animales que están en peligro de extinción y sólo existen en Puerto Rico. A principios de este año ciudadanos científicos avistaron en los terrenos del CEN al playero melódico (Charadrius melodus), un pajarito que está en peligro crítico de extinción. Esta información provista por ciudadanos científicos es sumamente valiosa para la conservación de habitats amenazados como lo son el Corredor, el Karso Norteño, y el Caño Martín Peña, por mencionar algunos.

La ciencia ciudadana es una manera divertida de aprender ciencia “haciendo” ciencia. A través de ella puedes mirar el mundo que te rodea desde una perspectiva distinta y a la vez contribuir al entendimiento del mismo. ¡Anímate a ser científico!

La autora es estudiante doctoral en la Universidad de Harvard y miembro de Ciencia Puerto Rico (www.cienciapr.org).