Innovación tecnológica al servicio del ambiente: cobitos de Quebradillas encuentran refugio en conchas 3D
Enviado el 25 agosto 2025 - 1:30pm
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Quebradillas - En las playas de este municipio, los cobitos –cangrejos ermitaños– se enfrentan a un dilema silencioso: no hay suficientes conchas para proteger sus cuerpos blandos. Ante la escasez, muchos recurren a pedazos de basura como refugio. Ahora, una iniciativa científica y comunitaria recurre a una herramienta inesperada para enfrentar la crisis: conchas hechas con impresoras 3D.
“Este proyecto crea un precedente de usar la tecnología como modelo para trabajar en pro de la conservación”, dijo Héctor “Tito” Varela, gerente de Programas de la Surfrider Foundation en Puerto Rico, una organización dedicada a proteger el ambiente marino.
La idea nació en abril pasado, cuando la Surfrider Foundation, el Centro Criollo de Ciencias y Tecnología del Caribe (C3Tec), la Sociedad Ambiente Marino y la Liga Ecológica Quebradillana unieron fuerzas con las comunidades locales para evaluar las amenazas a los cobitos y proponer soluciones.
Además de morir atropellados por vehículos y bicicletas, los cangrejos enfrentan una disminución de conchas en las playas porque muchas personas se las llevan como recuerdo. Al quedarse sin refugio natural, estos animales recurren a capas plásticas y fragmentos de basura como último recurso.
El problema es que las “casas” de plástico pueden ser mortales. Los fragmentos de este material pueden tener bordes filosos que hieren su cuerpo blando, o ser demasiado livianos provocando que el animal flote en el agua o pierda equilibrio en tierra firme, explicó, por su parte, Gustavo del Valle Cruz, educador del C3TEC, con sede en Caguas. También, señaló que, aunque los colores llamativos del plástico no afectan directamente al cobito, sí los hacen más visibles a depredadores como las aves.
La situación no solo afecta a los cangrejos, sino también a la salud de las playas. Los cobitos cumplen un rol esencial en el ecosistema: se alimentan de restos en descomposición, funcionando como “limpiadores” naturales de la costa. Su desaparición tendría un efecto dominó en el equilibrio costero, ilustró Varela.
Con ese trasfondo, la impresión 3D aparece como una alternativa innovadora. Las conchas se producen con un filamento a base de maíz (PLA, en inglés) y duran alrededor de seis meses, tiempo suficiente para que el cobito crezca y busque un nuevo hogar, según Tasha Endara Álvarez, directora ejecutiva del C3TEC.
Imprimir una concha toma entre ocho y 10 horas, dependiendo del tamaño y modelo. El diseño más eficiente, hasta ahora, es el del bulgao, un caracol marino de forma redondeada, detalló Varela.
El proyecto piloto se implantará en los próximos meses en zonas delimitadas de Quebradillas. Habrá tres grupos de estudio: uno con conchas naturales, otro mixto con naturales y 3D, y un tercero exclusivamente con impresas.
Una vez se aprueben los permisos, voluntarios de la comunidad, junto a líderes científicos, monitorearán las playas, observando si los cobitos adoptan las nuevas conchas, si las pierden o si muestran dificultades para moverse. La etapa más activa coincidirá con las lunas nuevas de agosto, cuando miles de cobitos migran masivamente hacia el mar para reproducirse.
Aunque las conchas impresas ofrecen un respiro, no son una solución definitiva. El problema de fondo incluye la pérdida de hábitat, advirtió Varela, señalando que la construcción ilegal y la deforestación en los acantilados costeros están reduciendo los espacios donde los cobitos encuentran alimento y humedad.
Por eso, los organizadores insisten en un enfoque integral: conservar hábitats, reducir el plástico en las playas y aprovechar la innovación tecnológica.
“El cobito crea un enlace entre las primeras experiencias de un niño y las costas marinas, pero, últimamente, nos recuerda quiénes somos: el Caribe”, afirmó Varela. La memoria colectiva de Puerto Rico, según el gerente, es motivo para continuar protegiendo a los cobitos.
Para mejor contribuir al proyecto y mantener la salud ambiental, donar conchas marinas recolectadas o simplemente mantener las playas limpias son pasos concretos para que los cobitos puedan seguir cumpliendo su rol en el ecosistema y en la cultura puertorriqueña, afirmaron los expertos.