La población de abejas no resistió el azote de María
Enviado el 8 febrero 2018 - 9:54pm
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Entre el 80% y 90% de la población de abejas en la isla no resistió el embate del huracán María, lo que supone un severo impacto para la industria apícola y un retraso en la producción agrícola debido a la baja en polinizadores.
Después del 20 de septiembre, cuando el ciclón tocó suelo boricua, el gobierno, apicultores y entidades sin fines de lucro iniciaron esfuerzos de recuperación con miras a evitar una escasez de alimentos locales. Por eso, el éxito de esos esfuerzos no es opcional, coincidieron expertos.
Tugrul Giray, profesor de Biología en el recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR), indicó que, antes de María, el país tenía una población “saludable” de abejas domésticas y silvestres. Se estimaba que había 150,000 colonias, a razón de 16 o 17 por kilómetro cuadrado.
El huracán cambió las cifras drásticamente. Las colmenas domésticas, que son las abejas que los apicultores mantienen en sus fincas para producción de miel o servicios de polinización, se perdieron en 80%. De las 4,000 colmenas domésticas que había, quedaron menos de mil.
Giray, quien es doctor en entomología y se especializa en evolución, comportamiento y genética de las abejas de miel, contó que el Departamento de Agricultura hizo un informe de pérdidas basado en visitas a las fincas de los apicultores matriculados en la agencia. El profesor también recopiló “evidencia adicional” mediante cuestionarios que repartió a apicultores beneficiados por la iniciativa de recaudación de fondos y equipo llamada “Caribbean Bee Rescue Campaign”.
“La situación de las colmenas silvestres –abejas que viven por su cuenta en bosques u otras áreas fuera de actividad apícola– es incierta, pero posiblemente peor que las domésticas. Mi estimado es que, inmediatamente después del huracán María, se afectó el 50% de las colonias por inundación, pérdida de sitios de anidación o impacto por objetos como troncos. Luego, la falta de flores, polen y néctar por más o menos un mes y medio resultó con mayores pérdidas… un 80% de lo que había quedado”, sostuvo, e informó que, junto a su equipo, está utilizando “medidas genéticas” para cuantificar las pérdidas de colonias silvestres.
Giray estimó que recobrar la pérdida poblacional de abejas demoraría tres o cuatro años.
"Mitigar el impacto"
El secretario de Agricultura, Carlos Flores Ortega, repasó las actividades realizadas para “mitigar el impacto” de María en la industria apícola, siendo la primera de ellas una reunión, el 20 de octubre, para conocer los daños ocasionados por el huracán y ofrecer “ayuda técnica” a los apicultores. Giray fue a esa reunión.
“Como es notable, la flora de Puerto Rico sufrió enormemente teniendo un efecto directo en la disponibilidad de alimento para las abejas”, dijo.
Para contrarrestar la falta de néctar y polen, Flores Ortega indicó que la compañía Able Sales, en Cataño, donó cerca de 5,000 libras de azúcar. Esa azúcar se está distribuyendo semanalmente, a razón de cuatro libras por colmena, siguiendo la recomendación de Giray. Las ocho “Súper Regiones Agrícolas” de la agencia se están utilizando como centro de acopio y distribución.
Añadió que, mediante una colaboración entre la UPR y The Pollinator Partnership, se han distribuido más de mil libras de proteína como sustituto de polen. Giray y su equipo ayudan en su reempaque y distribución, que también se hace a través de las “Súper Regiones Agrícolas”.
The Pollinator Partnership y el National Honey Board lideran la iniciativa “Caribbean Bee Rescue Campaign”.
Las próximas acciones de Agricultura incluyen distribuir “cajas de abejas” y crear centros de acopio de colmenas.
Flores Ortega precisó que hay 500 cajas disponibles, que fueron hechas por los reos del complejo correccional de Guayama. Se costearon con una subvención federal y en colaboración con el Fondo de Innovación para el Desarrollo Agrícola. Las cajas tienen como fin “rescatar” colmenas de zonas urbanas para llevarlas a centros de acopio, donde serían recogidas por apicultores una vez la agencia les notifique. Agricultura ya identificó cuatro estaciones experimentales y una finca para servir como centros de acopio.
Por su parte, el director de la Escuela de Apicultura del Este, Hermes Conde, contó que varios apicultores están tomando cursos de “translarve de reinas”, en la UPR, a fin de “sacar colmenas de las que ya tenemos”.
Conde exhortó al Departamento de Recursos Naturales y Ambientales a que, como parte de la reforestación de la isla, siembre árboles melíferos, es decir, que producen polen y néctar para las abejas. “Eso ayudaría a aumentar la población de abejas”, dijo.
Agregó que la facultad de la Escuela se mantiene activa dando charlas sobre la importancia de las abejas y qué acciones tomar para fortalecer su población post-María. Destacó, además, que dan apoyo a los brigadistas que están instalando techos en residencias y reemplazando postes del tendido eléctrico, que se topan con colmenas y desconocen cómo proceder con ellas.
Conde instó al gobierno a hacer cumplir la “Ley para la Protección y Preservación de los Polinizadores”, aprobada en 2014, que establece como prioridad crear el “ambiente propicio” para el desarrollo poblacional de abejas, mariposas y otros animales que impactan la polinización. “Es hora de que esa ley deje de ser letra muerta”, aseveró.
Amenaza adicional
Entretanto, Giray alertó sobre el impacto negativo de los pesticidas en las abejas, particularmente de la fumigación con permetrina, una acción que varios alcaldes le han pedido al Departamento de Salud para controlar los mosquitos en sus pueblos.
Destacó que este tipo de fumigación apenas llega al 5% de la población adulta de mosquitos, pero puede acabar hasta con el 60% o 70% de las abejas.
“Eso puede hacer la recuperación más difícil o imposible, además de que impacta a otros polinizadores”, señaló.
Sobre este asunto, Mayra Toro, secretaria auxiliar de Salud Ambiental, expuso que, en el pasado año, “casi no hemos hecho actividades de fumigación”. Añadió que, respecto a otros químicos, “la permetrina es de corto y bajo efecto residual”.
Antes de cada fumigación, dijo, se identifica si hay “desarrollo de apicultura” y, de ser así, “se trata de evitar el área”. Aseguró que los horarios de fumigación, entre 6:00 y 7:00 p.m., “no son cónsonos con el ciclo de actividades de las abejas”, que prefieren horas más tempranas.
Toro mencionó que Toa Baja, San Juan, Guaynabo y Culebra son varios de los pueblos que han pedido fumigación con permetrina, pero insistió en que “se ha demostrado que con actividades de prevención somos más afectivos en controlar brotes”.
Salud también ofrece talleres a los apicultores.