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Ángela Ginorio: Construyendo puentes entre el feminismo y la ciencia

Imagen de Mónica Ivelisse Feliú-Mójer
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Dr. Angela Ginorio with her PhD student Noralis Rodríguez Coss (Department of Gender, Women and Sexuality Studies at the University of Washington).
La Dra. Angela Ginorio (derecha) con una de sus estudiantes doctorales, la también boricua Noralis Rodríguez Coss (Departamento de Estudios de Género, Mujer y Sexualidad en la Universidad de Washington).

Las mujeres hemos experimentado un gran progreso en las ciencias en el último siglo. Sin embargo, todavía enfrentamos barreras que contribuyen a nuestra baja representación en disciplinas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés).

La borinqueña Dra. Ángela Ginorio ha dedicado su carrera a entender y mitigar las barreras que contribuyen a la baja representación de las mujeres y las minorías étnicas en STEM. Esta catedrática (ahora emérita) del Departamento de Estudios de Género, Mujer y Sexualidad en la Universidad de Washington (UW), es una pionera en el campo de estudios feministas sobre la ciencia.

Ginorio nació en Hato Rey y se crió en una cuna humilde en el barrio Saint Just de Trujillo Alto. Posee un bachillerato y una maestría en psicología de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPR-RP). De hecho, fue miembro del primer grupo en recibir una maestría en psicología de la UPR-RP.

Luego de enseñar por un corto tiempo en su alma mater, a Ángela le quedó claro que si quería continuar avanzando profesionalmente tenía que completar un PhD. Como en aquel entonces todavía no se ofrecía el PhD en psicología en Puerto Rico, “decidí que me tenía que ir,” recordó.

Nace una pasión vitalicia

¿Qué la inspiró a enfocarse en aspectos de género y raza como áreas de estudio? Resulta que una mezcla de experiencias personales y académicas.

“Yo era feminista antes de saber la palabra. En aquel entonces (cuando vivía en Puerto Rico), el feminismo era algo por debajo de la mesa,” aseveró.

Por otro lado, su interés por asuntos raciales comenzó desde muy joven y se intensificó durante sus años universitarios.

“La abuela de mi padre nació esclava. De eso no se hablaba, pero se sabía y a mí eso me parecía muy interesante,” dijo.

“En la Universidad tomé una clase en la que hice un proyecto sobre la distancia social entre los boricuas y otros individuos del Caribe. Durante la maestría tuve un profesor que fomentó que nos hiciéramos preguntas con enfoque racial,” añadió.

Como tema para su tesis de maestría, investigó las percepciones de género y raza entre los puertorriqueños. Para su doctorado en psicología transcultural de la Universidad de Fordham en la ciudad de Nueva York, Ángela expandió sobre este tema. Su tesis doctoral comparó las percepciones de género y raza entre puertorriqueños en Puerto Rico y Estados Unidos con las percepciones de género y raza de personas de raza blanca y raza negra en Estados Unidos.

En aquel momento (1970) el campo de la psicología transcultural era uno emergente y Ángela tuvo el privilegio de ser una de 20 estudiantes en participar de un entrenamiento especial en esa área de estudio.

De Fordham, Ángela se fue a la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign a trabajar con el Dr. Harry Triandis, pionero en psicología transcultural. Allí se interesó mucho por el estatus de la mujer en la academia. Junto a una colega, decidió comparar los niveles de representación de la mujer en diversas disciplinas. Encontraron que la mayoría de las disciplinas con baja representación de la mujer eran en STEM.

Ya en UW, Ángela trabajó como consejera de estudiantes mujeres, de minorías y otros grupos sub-representados. Eventualmente fue nombrada directora del Centro de Investigación del Noroeste sobre la Mujer y del Centro de Información de la Mujer en UW, y desde allí pudo apreciar las dificultades de estos estudiantes desde otra perspectiva.

Ángela lideró conversaciones con estudiantes y científicas sobre los retos que enfrentaban y qué las motivaba a persistir. De todos los factores identificados, se destacó uno: muchas provenían de áreas rurales y le atribuían a este factor el estar allí.

Esto último inspiró a Ángela a crear el programa Rural Girls in Science para exponer a la ciencia a estudiantes talentosas, provenientes de áreas rurales y que de otra manera no tendrían la oportunidad.

“El programa incluía un campamento de verano de ciencias de dos semanas para jóvenes de noveno grado junto con sus maestros, consejeros y el o la principal de la escuela. Las niñas tenían que realizar un proyecto de un año que usara la ciencia para resolver un problema en su comunidad. Finalmente había una cumbre anual en el que las niñas presentaban los resultados de sus proyectos a un público amplio,” contó.

“Rural Girls in Science fue un proyecto maravilloso y bien intenso,” aseguró Ángela.

Casi 100 niñas, en su mayoría latinas y nativas americanas, participaron de Rural Girls in Science en sus 12 años de duración. Indicativo de su impacto, de los primeros tres grupos en participar, un 82% de las niñas asistieron a la universidad y la mitad de ellas se concentró en disciplinas STEM.

“Con este proyecto aprendimos la importancia de involucrar a la comunidad para promover el interés y el éxito de estas jovencitas en STEM. Rural Girls in Science le dio visibilidad a estas niñas; las convirtió en embajadoras de su comunidad. También les dio confianza en sí mismas, y las ayudó a desarrollarse como líderes,” añadió.

Creando puentes, cerrando brechas

A lo largo de su carrera y desde su perspectiva como científica social y feminista, Ángela ha abogado porque se estrechen lazos interdisciplinarios entre las ciencias sociales y las disciplinas STEM para mitigar los retos enfrentados por las mujeres en las ciencias.

“[Hace 30 años] había una brecha cultural entre el feminismo y la ciencia.

Las científicas feministas no tenían las herramientas ni la metodología de investigación de las ciencias sociales y las científicas sociales no tenían la perspectiva de ser una mujer en las ciencias.”

Ángela fue una de las primeras investigadoras en integrar ambas perspectivas y una de las pioneras en el área de estudios feministas sobre la ciencia. “Cuando yo comencé, la mayoría eran científicas (STEM). Yo fui una de las primeras científicas sociales y feministas en enfocarse en esos asuntos [de mujeres en las ciencias].”

Consciente de que, tanto científicas como feministas tenían diferentes puntos de vista que aportar a la conversación, Ángela lideró y continúa liderando varios esfuerzos para cerrar la brecha. Por ejemplo, junto a su colega Marjorie Olmstead, en el Departamento de Física de UW, creó uno de los primeros cursos en Estados Unidos en ser ofrecido simultáneamente por un departamento de física y uno de ciencias sociales.  Ángela también ha sido autora de un varias publicaciones influyentes en el tema de las mujeres en las ciencias.

Al preguntarle cuánto ha mejorado la situación de la mujer en la ciencia, Ángela respondió “al menos ahora la gente reconoce lo que son estudios feministas sobre la ciencia. [Hoy día], la Asociación Nacional de Estudios sobre la Mujer (NWSA, por sus siglas en inglés) tiene un grupo enfocado en ciencia y tecnología. También diversas asociaciones científicas tienen comités enfocados en asuntos de la mujer. Todavía la conversación no esta firmemente plantada en ambos campos, pero hay progreso.”

En el transcurso de su carrera Ginorio ha sido vivo ejemplo de una de sus citas favoritas “Caminante no hay camino, se hace camino al andar.” Ángela ha ayudado a labrar la senda para las nuevas generaciones de mujeres científicas y su trabajo ha ayudado a hacer la ciencia más inclusiva.

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