Exitosa temporada de anidación de tinglares en la Isla

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Agencia EFE
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San Juan - La temporada de anidación en Puerto Rico del tinglar, la tortuga marina más grande del mundo, terminó con un nuevo aumento de nidos contabilizados, lo que organizaciones ambientalistas atribuyen a una mayor concienciación social.

Raymond Flores, director de la Sociedad Chelonia de Puerto Rico, dedicada a la conservación de tortugas, dijo hoy a EFE que la temporada de anidación finalizó con un total de 2,184 nidos, un ligero aumento respecto a los cerca de dos mil que se registraron durante el pasado año.

"La cifra muestra una mejora y recuperación que se debe al trabajo realizado a nivel local", apuntó Flores, cuya organización realiza la labor de protección del tinglar y otras tortugas en Dorado, municipio de la costa norte de Puerto Rico.

Flores detalló que en la temporada que acaba de finalizar se contabilizaron solo en ese municipio 560 nidos de tinglar, con diferencia el mayor número de todos los municipios de la Isla.

La cifra de nidos contabilizados en la pasada temporada de anidación en Dorado fue de 598, aunque no dio importancia a esta pequeña reducción porque en su opinión no rompe una tendencia de mejora generalizada durante los últimos años.

Esa mejora es la causa de que en Puerto Rico el tinglar haya pasado de estar catalogado como una especie en peligro de extinción a contar con el estatus de especie vulnerable.

Estos datos son ofrecidos por el Programa de Especies Protegidas del Departamento de Recursos Naturales de Puerto Rico, pero según explicó no se pueden considerar oficiales, porque en su mayoría su aportados por grupos de voluntarios que trabajan por toda la geografía de Puerto Rico en la protección del tinglar y otras tortugas.

El tinglar llega cada temporada a las playas de Puerto Rico entre los meses de marzo y agosto para anidar en playas con abundante arenas y fuerte oleaje, indispensable para que estas tortugas, algunos de cuyos ejemplares superan los dos metros (sobre 78 pulgadas) de longitud y los quinientos kilogramos (1,102 libras) de peso, puedan entrar y salir al mar.

Flores subrayó que los peligros tradicionales a los que se han enfrentado el tinglar y otras tortugas marinas son la contaminación de las aguas, así como la contaminación lumínica en el exterior y la caza furtiva.

Para tratar de minimizar esos riesgos, en Puerto Rico se cuenta desde 1999 con la Ley de Vida Silvestre, que se suma a la Ley federal de Especies en Peligro de Extinción.

Flores dijo que, a pesar de ello, no se debe bajar la guardia, ya que la contaminación lumínica es un problema que aún persiste en muchas playas de la Isla.

Según explicó Flores, el exceso de luz hace que las tortugas, al eclosionar los huevos, desorientadas, se dirijan hacia el interior de tierra en vez de al mar, con lo que terminan deshidratadas o víctimas de predadores.

Además, la acumulaciónde basura que llega al mar hace que las tortugas confundan las bolsas de plásticos con calamares o sepias, y terminan asfixiadas al tragarlas.

A esos dos peligros, hay que sumar el tradicional pillaje de nidos por cazadores furtivos y los daños que causan los perros, tanto domésticos como los que sobreviven salvajes por toda la Isla.

La intensa labor de los voluntarios en todas las playas de Puerto Rico ha minimizado esos peligros y es la causa, según Flores, de que en los últimos años se haya consolidado el aumento de nidos.

El presidente de la organización Amigos de las Tortugas Marinas, Luis Crespo, dijo también hoy a EFE que la labor de educación de la ciudadanía sobre los riesgos que amenazan al tinglar y otras tortugas ha sido clave para el aumento de nidos año tras año.

En el municipio de Maunabo, donde tiene su base de operaciones esa organización, registró en la temporada que acaba de finalizar 352 nidos de tinglar, cifra que supera la del año pasado, algo que también atribuyó al trabajo de vigilancia de las personas que viven junto a esas playas.

Por municipios, el tercero con mayor número registrado en la temporada recién terminada fue Luquillo con 315, Vieques con 200 y Arecibo con 115.

Crespo puso en marcha en 2001 el Proyecto Comunitario de Conservación de Tortugas Marinas en Maunabo, pero a partir del año 2010 pasó a tomar el nombre actual de Amigos de las Tortugas Marinas, a lo que se suma desde abril de 2014 un centro educativo.

La labor de esta y otras muchas asociaciones no solo se centra en el tinglar, sino que también se busca proteger otras especies de tortugas como el carey y el peje blanco.

Las tortugas marinas están protegidas en Puerto Rico por leyes que prohíben matar, dañar, molestar, atrapar, comprar o vender uno de esos animales o sus huevos y establecen multas de hasta $50,000. 

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