Apoyo a un ecosistema emprendedor

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Por Ana Helvia Quintero endi.com La Asociación de estudiantes puertorriqueños de Harvard y MIT está organizando una conferencia sobre cómo restablecer el desarrollo económico de Puerto Rico. En esta actividad se llevará a cabo un diálogo sobre nuestros problemas y posibilidades con miras a proponer y desarrollar alternativas. Una de las alternativas que ya ellos auguran es que la educación apoye la creación de un ecosistema emprendedor, donde florezcan alternativas sociales, culturales y económicas. Lograr este fin requiere cambios en nuestro sistema educativo tanto a nivel universitario como preuniversitario. Quiero reflexionar sobre cómo el sistema preuniversitario puede apoyar a desarrollar un ecosistema emprendedor. El primer paso para encaminar nuestras escuelas a que apoyen este ecosistema es que las propias escuelas se transformen en ejemplos de ambientes emprendedores, donde el director, los maestros, los estudiantes y la comunidad sean un equipo activo, que resuelvan problemas y propongan alternativas. Existen escuelas con estos ambientes emprendedores. Es preciso analizar los factores que los promueven y aunar esfuerzos de diversas entidades de la comunidad para apoyar el que se multipliquen. Visitando escuelas que muestran ambientes emprendedores he observado que un elemento que se repite es un equipo de trabajo unido tras un fin común. En este proceso tanto los maestros como el director son líderes en la búsqueda de alternativas. Un paso para desarrollar estos profesionales es transformar su preparación. Se requiere que se visualicen como líderes en la comunidad de aprendizaje, que cuestionen la práctica, generen alternativas, apoyen las iniciativas de los estudiantes y aprendan de la práctica sobre los cambios y modificaciones que las alternativas requieren. Por tanto más que una persona pasiva que sigue instrucciones, como un empleado de línea en la “fábrica” educativa, necesitamos personas críticas, imaginativas, con una actitud de aprendizaje continuo, con la disposición del trabajo colaborativo y el compromiso de apoyar al estudiante en su desarrollo. Numerosos proyectos muestran que la mejor forma de contribuir a que los profesionales de la educación desarrollen estas actitudes es la de participar durante su preparación en experiencias en la práctica que requieran asumir liderato. Así, es esencial que los departamentos y facultades de educación estén más ligados a la realidad escolar y promuevan la investigación en la acción de alternativas a los problemas y necesidades de las escuelas. A partir de estas investigaciones surgirán escenarios para el desarrollo profesional en la resolución de problemas y generación de alternativas para la enseñanza. De hecho, en este proceso las universidades también desarrollarán ejemplos de prácticas efectivas que pueden servir de laboratorio para que otros aprendan. Otra línea de acción es la de avivar y mantener el ánimo de los estudiantes, maestros y directores emprendedores. En esta tarea todos tenemos que aportar. Así, las universidades, municipios, empresas, fundaciones, los medios de comunicación y otras entidades de nuestra sociedad deben contribuir al enriquecimiento de nuestras escuelas. Por ejemplo, los municipios pueden apoyar a mejorar el ambiente educativo en las escuelas de sus pueblos desarrollando bibliotecas, museos, proyectos educativos, como la iniciativa del presidente de la Universidad de Puerto Rico, Antonio García Padilla y de Richard Carrión para que los municipios trabajen en la construcción y la adopción de laboratorios de ciencias en las escuelas. Se podría también desarrollar, con la colaboración de las universidades, las empresas y los medios de comunicación, un proceso de identificar y multiplicar prácticas efectivas. Por ejemplo, identificar salones efectivos en la enseñaza de alguna materia, premiar a su maestro y director, divulgar su práctica con programas televisados al estilo de Rankéate, que produce el Instituto de Política Pública para el Desarrollo Comunitario de la Universidad del Sagrado Corazón. El Departamento de Educación y las universidades, a su vez, pueden utilizar estos salones, programas y escuelas como sede para que maestros, directores y personal de apoyo aprendan de ejemplos en la práctica. Finalmente es preciso que se apoyen las iniciativas estudiantiles, como por ejemplo, el proyecto Yelba Güena en la Escuela Superior de la UPR, que interesa mejorar el ambiente escolar, en varias dimensiones como planta física, ornato, relaciones y presenta oportunidades para que los estudiantes expresen sus talentos y se identifiquen con su escuela. Todas estas iniciativas avivan el entusiasmo y promueven el espíritu emprendedor.

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